Lado B
Hasta que el género nos alcance
Por curiosidad he andado preguntando a jóvenes universitarios sobre cómo aprendieron a ser hombres o mujeres, muchos dicen que no aprendieron que así nacieron y que no hay nada especial en eso.
Por Lado B @ladobemx
25 de octubre, 2011
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Rosana Renau Aymamí

Por curiosidad he andado preguntando a jóvenes universitarios sobre cómo aprendieron a ser hombres o mujeres, muchos dicen que no aprendieron que así nacieron y que no hay nada especial en eso. Otros afirman que sólo imitando a hombres y mujeres y haciendo lo que les tocaba. Así pues nos hacemos hombres y mujeres en una especie de inconsciencia o de sino derivado de nuestros cuerpos.

Hice otra pregunta respecto a si estaban conformes con ser hombres o mujeres según fuera el caso y por qué sí o por qué no. La mayoría de los hombres sí estaba conforme y en el caso de las mujeres la mayoría estaba conforme pero quería la libertad que se les otorga a los hombres desde niños. Las respuestas del por qué fueron muy diversas pero la mayor parte estaba conforme porque le gusta la idea de ser (en un futuro) esposa-madre o esposo-padre con todo lo que esas categorías implican.

¿Cuáles son las características fundamentales de los hombres y de las mujeres? Sólo hago el listado de las respuestas, ustedes adjudíquenlas a quien corresponda como un juego: virilidad, feminidad, ternura, fuerza, cariño, carácter fuerte, lealtad, belleza, ambición.

Es curioso que estemos aún a estas alturas de siglo añorando y reproduciendo esos modelos para la pareja humana. Uno esperaría más rupturas al respecto. Pensando en esto uno no puede evitar repensar la historia y lo que significó para muchos de nosotros la liberación sexual o la ruptura con la moral decimonónica de los 60 y cuáles han sido los resultados emanados de estas revoluciones.

A nivel sociedad las mujeres hemos avanzado en muchos sentidos y pareciera que los hombres no han andado el mismo camino o al menos no a la misma velocidad. Hay que entender que la puesta en práctica de las propuestas políticas de los 60 y 70 respecto a la familia ha tenido consecuencias de varios signos. El poder separar la sexualidad erótica de la reproductiva, gracias a los anticonceptivos; la posibilidad de las mujeres, gracias al ingreso al mercado laboral de poder vivir fuera del matrimonio; la opción de ser o no ser padres y madres, etc. Esto implicó más matrimonios separados, más hijos creciendo en hogares monoparentales, nuevas formas de familia, etc.

Ahora pareciera que las nuevas generaciones añoran aquel modelo de familia, sueñan con volver al matrimonio feliz y hasta que la muerte los separe. Las jóvenes siguen soñando con el príncipe azul con el que se casarán vestidas de blanco en una gran boda en la que puedan mostrarles a todos su triunfo.

Desde luego enseñarán casi inconscientemente a sus hijos o hijas a ser hombres y mujeres porque así debe ser para tener éxito en la vida.

Mientras no podamos entender que el género (lo masculino y lo femenino, ser hombres o mujeres) no es biológico, que es un entrenamiento constante que la sociedad nos da desde el nacimiento, nada podrá cambiarse, los modelos de vida construidos sobre este entrenamiento serán eternos mientras no logremos deconstruir del género lo que no nos sirve y podamos distinguirlo de lo que tiene de útil.

Hoy la disertación es corta. Sólo estoy repensando los sucesos sociales desde la óptica más íntima y privada, la vida familiar.

Para pensarlo…

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