Lado B
Hacia una nueva arquitectura política en México
Por Lado B @ladobemx
24 de octubre, 2011
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Juan Luis Hernández*

México tiene muchos años atascado en asuntos cruciales para nuestro desarrollo: régimen político, democracia reprobada, enclaves autoritarios subnacionales, régimen fiscal pobre e injusto, impunidad y corrupción galopantes. Muchos de estos problemas son circuitos que se comen la cola, pareciera que no hay claridad por dónde empezar, unos y otros están conectados, unos y otros parecen ser la causa y la consecuencia de los demás.

Sin embargo, la historia no deja de enseñar que es la política el arte que puede ordenar la vida pública. La política es el principio regulador de las reglas del juego en sociedad, del acceso y disputa del poder, de la manera en que se ejerce la autoridad y el poder y la manera en que se relacionan gobernantes y gobernados. Por eso en un país como el nuestro con tantos embudos en la economía, en la cohesión social, en la pobreza y la desigualdad, la política tendría que ser el mecanismo que permita salir del atolladero de manera civilizada, en pluralidad y con consensos mínimos que construyan un Estado suficientemente eficaz y eficiente.

Y las reglas de la política hoy en México están permitiendo que sean los grupos fácticos de poder, esos por los cuales no votamos pero mandan a los políticos por los cuales votamos, los que realmente señalen el rumbo de las reglas del juego en varios niveles y órdenes de nuestra vida. Hoy a los grupos informales, mafiocráticos y monopólicos, les conviene que el actual sistema político se quede como está, así ganan más y mejor, así pueden asociarse impunemente con los representantes populares, así no es posible un verdadero régimen de rendición de cuentas. Hoy la manera en que está organizada la política permite a las mafias enquistadas en el poder seguir siendo poder.

Juan Linz decía que un régimen presidencial con pluripartidismo tendría muy probablemente una democracia inestable. México tuvo durante el priato de 71 años un régimen presidencial que hoy cuesta mucho en el imaginario colectivo pensarlo acotado y compartiendo poder con otros poderes, de manera constitucional. El PRI hizo del presidencialismo una oda a la forma del gobierno, el Presidente tiene que ser jefe de Estado y jefe de Gobierno. En su esquema, el Presidente tiene que tener el mayor número de controles para que regrese la estabilidad y la eficacia del Estado.

En este tenor, Enrique Peña Nieto encabeza a ese PRI que quiere regresar a la Presidencia pero para restaurar ese Presidencialismo ido que bien pueden recuperar. Su propuesta de regresar a la vida parlamentaria la cláusula de gobernabilidad, consistente en que el partido que tenga más votos (entre 35 y 45%) pero que no alcance el 50% más uno, habrá que darle la mayoría absoluta artificialmente a manera de sobrerrepresentación con curules en el Legislativo. Eso ya operó en México en la era autoritaria del PRI y Peña Nieto cree entusiasta en reactivarla para crear las mayorías que necesita para las famosas reformas estructurales.

El PRI de Peña Nieto se interesa por tanto en resucitar ese presidencialismo de carro completo, de mayorías legales pero ilegítimas, de control del Presidente de la mayoría absoluta en el Congreso, cuyo ejemplo vivo todavía algunos recordamos con la “roque señal”, símbolo incuestionable de cómo usaba el PRI la mayoría absoluta y cómo festejaba su operación.

Esa forma de configurar una arquitectura política con un partido gobernando solo, dirían sus defensores, autoritario pero eficaz, se enfrenta estos días a otra propuesta que ha recibido respaldos importantes en cierta clase política de los tres partidos dominantes de México, intelectuales, académicos y algunos segmentos de la sociedad civil. Esa propuesta se ha cocinado en el Senado, cuyo líder visible, Manlio Fabio Beltrones, ha hecho de la necesidad virtud. Para diferenciarse de Peña Nieto, hoy el senador Beltrones construye alianzas partidistas y asume propuestas que desde hace más de 10 años se han diseñado en Universidades y centros de estudios para avanzar gradualmente a formas de gobierno semipresidenciales o semiparlamentarias.

En las últimas semanas ha estado en la opinión pública tanto para criticarla como para defenderla, una forma de régimen de gobierno llamada “gobiernos de coalición”. Como era de esperarse, algunos la han recibido con entusiasmo, otros con críticas feroces, algunos más con escepticismo y, quizás los más, simplemente no le entienden. Y esta última respuesta me parece que es la más válida de todas. No es para menos.

En México no existe el más mínimo ejemplo de lo que es o puede ser una vía hacia el parlamentarismo, el imaginario y la cultura política mexicana es presidencialista, en la forma y en el fondo. Hasta las formas más elementales de organización social, sea el Presidente de una colonia, o el Presidente de una asociación de vecinos, o el Presidente de la Barra de Abogados, no consideran en su imaginario compartir decisiones y poder, por muy poquito que sea, con otra persona que también tenga responsabilidades y, por supuesto, poder.

La propuesta de “Gobiernos de Coalición” es una forma semiparlamentaria para ejercer el poder. Su principio fundante es que el Presidente gobierne legal y legítimamente con una mayoría absoluta construida con otros partidos en el Congreso. No se trata entonces de que un solo partido tenga la mayoría absoluta (necesaria para cambiar legislación secundaria) sino que es una forma de gobierno que toma como base que México tiene un pluripartidismo que no tiene retorno o involución. Es decir, la pluralidad no es un problema para la democracia, como lo creen algunos, sino todo lo contrario, es una necesidad en un país tan extenso y tan complejo como el nuestro. En ese sentido, la pluralidad que hoy se expresa de una u otra manera en el Congreso y que no ha permito al Presidente de la República, desde 1997, disfrutar de mayoría absoluta para su partido, más bien sería el punto de partida para sumir que hoy nuestra democracia necesita gobiernos de coalición.

Y los gobiernos de coalición tendrían tres características esenciales: a) el Presidente tendría esa modalidad constitucional como OPCION, no sería obligatoria en este primer ejercicio; b) si el Presidente que no logra mayoría absoluta con su partido decide optar por una coalición, tendrá que registrar un conjunto de políticas públicas para ser respaldada con votos en el Congreso y de alguna manera en el gabinete. Este paso genera algo que en México todavía cuesta trabajo practicar: la rendición de cuentas.

Un gobierno de coalición asume una plataforma de gobierno, la hace transparente y permite que los ciudadanos y los políticos y partidos que no forman parte de ella le sigan al milímetro, la evalúen permanentemente, le exijan resultados. Una coalición de partidos que se hacen socios para gobernar cambia la perspectiva de que un partido que se asocia con otro traiciona sus principios e ideales. En realidad, cada socio partidario acude a la coalición con sus principios e ideales y los convierten en una plataforma común a defender y a ser punto de mira crítica por parte de todos los demás.

c) un gobierno de coalición funcionaría con un jefe de gabinete también apoyado en el Congreso y cuya responsabilidad se parte entre el Presidente y la coalición gobernante. Al no tener experiencias previas de estas asociaciones políticas parecieran ser sacadas de la chistera, pero ya Brasil está funcionando bastante bien con la figura del jefe de gabinete. En este sentido, el Presidente asume más funciones de Jefe de Estado y el jefe de gabinete asume más responsabilidades de jefe de gobierno, con responsabilidades constitucionales ante el Congreso.

A esta propuesta de los gobiernos de coalición le sumo la necesidad de instaurar constitucionalmente al “Jefe de la Oposición”, figura por demás importante en los regímenes parlamentarios y que, desde mi punto de vista, le otorga una gran estabilidad y representación política más justa a los bloques más votados en un sistema político. Habría que recordar que en nuestro sistema presidencial, el que gana, aunque sea por un voto, se lleva todo, y el que pierde, aunque tenga una alta votación, pero con un voto, lo pierde todo. Ese es un incentivo para que el perdedor o los perdedores se vayan al monte y hagan política de manera desleal. Un sistema más parlamentario le otorga al ganador el puesto que merece, pero al perdedor también le otorga una responsabilidad y un poder nada despreciable, con ello se garantiza que no se haga oposición sólo de manera oposicionista.

En suma, soy de los que piensa que México necesita y requiere una nueva arquitectura política, que nuestro multipartidismo es más una ventaja que una desventaja, que nuestro régimen presidencial ya no genera las reglas del juego que desatoren nuestros embudos, que necesitamos actores políticos que sepan construir en medio de las diferencias, que los ciudadanos aprendamos a premiar y a castigar con base en rendición de cuentas de los partidos y los políticos, que los ciudadanos sepamos también que somos la piedra angular de cualquier sistema o régimen político. Los gobiernos de coalición y su Jefe de la Oposición sería una arquitectura política que daría mucho juego a los ciudadanos, nos haría más exigentes en la comprensión de los juegos del poder y nos ofrecería la posibilidad de intervenir más en el respaldo o no de las coaliciones.

¿México está preparado para caminar hacia el Parlamentarismo? Bueno, hace más de cien años dijo Porfirio Díaz que nuestro país no estaba preparado para la democracia y así siguen pensando todavía algunos. Los códigos culturales suelen ser los pretextos perfectos para quedarnos inmóviles o, por lo regular, son buenas excusas para quienes ganan con la forma en que opera hoy la política. Habrá que seguir empujando la reforma del actual régimen político con la única finalidad de que seamos los ciudadanos los que tengamos más poder y mayor intervención en la cosa pública, y con este criterio, los pasos al parlamentarismo son una buena arquitectura política que vehiculiza la pluralidad con la eficiencia.

* Politólogo. Profesor de tiempo completo en la Ibero Puebla.

www.juanluishernandez.com.mx

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