Lado B
Educación moral o moralina en la escuela
El tema de la formación en valores o educación moral está tomando cada vez mayor relevancia debido a los profundos síntomas de ruptura del tejido social que estamos viviendo en México y en el mundo.
Por Lado B @ladobemx
11 de octubre, 2011
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Martín López Calva

El tema de la formación en valores o educación moral está tomando cada vez mayor relevancia debido a los profundos síntomas de ruptura del tejido social que estamos viviendo en México y en el mundo. Términos como formación cívica, educación ética, formación ciudadana, convivencia escolar, etc. Están cada vez más presentes en la vida cotidiana de las escuelas y en los congresos y publicaciones académicas del campo.

Sin embargo no todas las propuestas en esta dimensión fundamental de la educación contemporánea tienen los mismos fundamentos filosóficos y pedagógicos ni tienen la misma pertinencia para contribuir a una real transformación hacia la humanización de nuestra sociedad. La semana pasada analizamos en este espacio. la propuesta del video “El camino a la felicidad” de Ron Hubbard que es un ejemplo –no muy sólido por cierto- de lo que en la clasificación de enfoques de formación valoral se conoce como “inculcación” o “enseñanza de valores”.

En este análisis se planteaba que más que un camino a la felicidad como algo alcanzable a partir del cumplimiento de ciertas normas o valores morales preestablecidos, se tendría que buscar una educación que formara a los niños y jóvenes en la perspectiva de que vivimos en un mundo marcado por la incertidumbre y que la felicidad es un camino constante, siempre imperfecto y en búsqueda de una vida lo más inteligente, razonable y responsable posible tanto en lo individual como en lo social.

“Todos queremos ser felices, pero todos deberíamos tratar de ser justos” afirma la muy prestigiada filósofa española Adela Cortina Este es un planteamiento fundamental para buscar una educación moral pertinente para el cambio de época en que vivimos. Una formación moral auténtica tiene que abarcar estas dos dimensiones fundamentales: la de los  diversos proyectos de felicidad que cada quien debería definir con toda libertad con la de las exigencias comunes de justicia que son indispensables para poner las bases sobre las cuales se puedan posibilitar los proyectos de felicidad de todos.

Porque como dice Edgar Morin, los seres humanos no viven solamente para sobrevivir, viven para vivir (para gozar la vida, para dar vida y ayudar a vivir a otros) y en ese sentido la sociedad debe organizarse de tal modo que todos puedan vivir para vivir y que no haya como actualmente en México y en el mundo, tantos millones de personas que tienen que poner todo su esfuerzo cotidiano simplemente en buscar la supervivencia.

De manera que según el mismo Morin, la educación moral auténtica es una educación para pensar bien, que va mucho más allá de la moralina, es decir, que la enseñanza y repetición de normas o códigos de conducta.

Desde esta óptica parece más conveniente trascender el discurso social y educativo que habla de lo moral o lo inmoral –calificando las conductas y valoraciones desde la perspectiva de qué tanto se apegan a ciertos códigos o normas aceptadas por la mayoría- para hablar más bien, como afirma también Cortina, de aquello que contribuye a generar una alta moral o lo que por el contrario conduce a las personas, a las instituciones y a la sociedad hacia la desmoralización progresiva –entendiendo estos términos como las valoraciones o acciones que contribuyen a elevar el deseo de vivir humanamente o inhiben y aún matan este deseo de humanización-.

Este cambio de perspectiva resulta indispensable en un contexto en el que más que “haber perdido los valores” como afirman las posturas neoconservadoras predominantes, se vive un proceso de profunda desmoralización –pérdida del deseo de vivir humanamente- individual y social y se necesita con urgencia elevar la moral individual y colectiva –recuperar el deseo y el entusiasmo de vivir humanamente-. Introducir en la escuela una nueva visión ética basada en esta búsqueda de una alta moral sustentada en que todos aprendan a querer ser felices y traten de cumplir su deber de ser justos –“la felicidad como camino”- sería el fundamento de una reforma profunda que nos lleve de la moralina a una auténtica educación moral.

*Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala y académico numerario en la Universidad Iberoamericana Puebla. Ha hecho dos estancias postdoctorales por invitación del Lonergan Institute de Boston College (1997-1998 y 2006-2007) y publicado diecisiete libros, cuarenta artículos y seis capítulos de libros. Actualmente es coordinador del doctorado interinstitucional en Educación en la UIA Puebla. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 1), de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores (REDUVAL), de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación (ALFE) y de la International Network of Philosophers of Education (INPE). Trabaja en las líneas de Filosofía humanista y Educación, Ética profesional y Pensamiento complejo y Educación. Ha trabajado como formador de docentes en diversos programas y universidades desde 1993.

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