Lado B
Crítica de la razón económica
Por Lado B @ladobemx
09 de octubre, 2011
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Hugo León Zenteno*

Time is money. Adagio típicamente estadounidense para apelar a la productividad consecuente de una efectiva gestión del tiempo. Pero Time es también un título de revista y la mitad de la nominación del emporio que la sustenta: Time Warner. Y ciertamente, si pensamos en los 26,900 millones de dólares que reportaron como sus ingresos en el año 2010, uno de los mayores grupos de medios del mundo es sinónimo de dinero, de mucho dinero.

Como se puede observar, la producción y el consumo mediáticos son sin duda un gran negocio a escala mundial; valgan algunos otros ejemplos para ilustrar lo anterior:

Disney se ubicó el año pasado en el número 37 del Fortune 500 (listado que engloba el medio millar de compañías más ricas del orbe). Algunas de las empresas que conforman a este gigante del entretenimiento son: ABC (productora, cadena de televisión y radio); ESPN (red de canales deportivos); Disney, Miramax y Buena Vista (estudios cinematográficos); Hyperion Books (editorial); Hollywood Records (disquera); además de los complejos de parques de entretenimiento en diversas locaciones.

Viacom es la casa que integra MTV y Nickelodeon (canales de televisión); Paramount (estudio cinematográfico); Blockbuster (alquiladora de videos); y Simon & Schuster y Macmillan (editoriales).

News corporation agrupa a la marca Fox (cadenas de televisión y estudios cinematográficos) y, a nivel mundial, a más de 130 periódicos y una treintena de revistas.

La lista de grandes conglomerados continúa con Sony, Bertelsmann, Universal, NBC, Gannett, Rogers, EMI, Reuters, Prisa, Havas, Mediaset y, por supuesto a nivel latinoamericano con Globo, Televisa y Grupo Cisneros.

Así, es muy probable que un gran porcentaje de los contenidos que cotidianamente recibimos provenga de una de estas macroempresas, cuyo objetivo primordial es la obtención de ganancias por la venta de sus productos. A partir de esta sencilla conclusión, no debe sorprendernos la natural inclinación que tienen a preservar el estado de las cosas, es decir, a que nuestros hábitos de consumo mediático permanezcan tal como están. Y para ello se valen de la repetición de fórmulas y esquemas exitosos (entiéndase uso de generalizaciones, estereotipos y excesos), sobre todo en la medida que la audiencia, nosotros, es cómplice de dicha inmovilidad.

Ante este panorama, la recepción crítica, una vez más, se vuelve a hacer necesaria. No en el sentido de un enfrentamiento ante el inmenso poder económico (y también político, simbólico e ideológico) de las firmas arriba mencionadas, sino con una orientación al desarrollo de nuestra voluntad individual y al robustecimiento de nuestra conciencia. Es clave, pues, no soslayar el principio de no neutralidad, esto es, la intrínseca intencionalidad que necesariamente conllevan las propuestas difundidas por los medios de comunicación. Motivación muy evidente a partir de los intereses económicos que se desprenden de sus propias estructuras y que naturalmente condiciona todos sus mensajes. Por ello, hay que considerar todo esto y obrar en consecuencia.

Académico en las áreas de Periodismo y Comunicación. Actualmente es profesor en la Escuela de Periodismo de la UPAEP y en la Universidad de las Américas Puebla. Sus áreas de interés profesional son: recepción crítica de medios, hipermedios y noticias; análisis del mensaje periodístico en diarios nacionales e internacionales; ciberperiodismo; análisis y consultoría sobre arquitectura de información, usabilidad y calidad semántica en websites. Vive en la ciudad de Puebla; gusta del arte, el beisbol, el chocolate y la lluvia.

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