Lado B
La mirada única
Por Lado B @ladobemx
26 de septiembre, 2011
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Hugo León Zenteno*

Muy mi gusto. Frase que encierra una de las claves para justificar la idea de una recepción crítica: el interés en las cosas que nos rodean (propuestas mediáticas incluidas) es eminentemente individual y es, además, una cuestión incontrovertible. Más aún, la conformación, maduración y cultivo de un gusto definido es un elemento clave para nuestro desarrollo identitario y por ende para consolidar nuestro criterio, rasgo fundamental en la estructuración de cualquier personalidad.

La unicidad e irrepetibilidad del gusto se explica a partir de los filtros que lo constituyen; a saber: la cultura, la sociedad y la individualidad. Existe un cuarto componente en esta configuración que estaría dado por los alcances fisiológicos y sensoriales, los cuales, en términos muy generales, son muy similares en cada persona. Es así que conviene abundar en los otros tres factores que determinan nuestro conglomerado de intereses.

La cultura, con sus múltiples acepciones, es una de las claves del proceso receptivo. Es el filtro más amplio desde el cual partimos, ya que implica una serie de campos simbólicos comunes a muchas personas, lo cual posibilita la existencia de los segmentos de público y en cierta medida de las generalizaciones. Es menester enfatizar que son los significados comunes los que articulan a una cultura, toda vez que las interpretaciones que hacen los individuos pueden coincidir, precisamente porque los códigos culturales son fácilmente reconocibles por quienes comparten la cultura en cuestión. Claro que, en ocasiones, el productor de contenidos se centra únicamente en este factor y corre el riesgo de generar y mantener estereotipos, cuya peor versión generalmente raya en la caricaturización de lo que fue un rasgo cultural.

En términos más específicos, los vínculos, tradiciones y comportamientos sociales operan en favor de nuestra distinción personal. Al ser un ámbito más reducido, su traducción en términos del gusto puede apreciarse en lo que hoy se conoce como estilos de vida (lifestyles). Sin embargo, esta idea, muy congruente con la era digital, implica una diversificación de los territorios simbólicos en los que nos desenvolvemos; por ello, la compatibilidad con los mensajes demasiado generales se ve reducida.

Y al final, la individualidad como el reducto más particular de nuestros intereses. El cúmulo de nuestras experiencias singulares e irrepetibles conforman una óptica con los mismos atributos. Es por ello que las coincidencias de gustos siempre tendrán que ser parciales, matizadas e incluso fortuitas. Cada persona, pues, con su mirada única.

Es necesario entonces, reconocer la legitimidad de nuestras inclinaciones, tanto en términos mediáticos como estéticos y desde luego en la esfera de todo lo cotidiano. En ese primer ámbito, esta conciencia nos permitirá razonar y estructurar una recepción crítica.

*Académico en las áreas de Periodismo y Comunicación. Actualmente es profesor en la Escuela de Periodismo de la UPAEP y en la Universidad de las Américas Puebla. Sus áreas de interés profesional son: recepción crítica de medios, hipermedios y noticias; análisis del mensaje periodístico en diarios nacionales e internacionales; ciberperiodismo; análisis y consultoría sobre arquitectura de información, usabilidad y calidad semántica en websites. Vive en la ciudad de Puebla; gusta del arte, el beisbol, el chocolate y la lluvia.

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