Lado B
Ni buenos ni malos: antihéroes poblanos
Protagonistas que viven guiados por su propia brújula moral
Por Lado B @ladobemx
19 de agosto, 2011
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  • Viven con un pie puesto en cada uno de los extremos, pero se mueven por toda la franja intermedia
  • Protagonistas que viven por la guía de su propia brújula moral 

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Ernesto Aroche | Josué Mota | Paco Coca

@earoche | @motajosue | @pacococa

No son héroes ni villanos, se mueven entre las dos pistas. A diferencia del primero, que en cualquiera de sus manifestaciones está muy lejos del hombre común porque encarna los valores de su tiempo, su ideología y los ideales de una era, el antihéroe se desmarca al presentarse como un hombre de a pie, disfuncional con su época, tal vez diminuto en sus aspiraciones o con pretensiones de grandeza pero que son inoperantes, perteneciente a una casta distinta.

El antihéroe es pura contradicción, puede realizar actos heroicos sin proponérselos como tal y en el camino utilizar métodos poco ortodoxos para resolver los problemas que enfrente. Vive con un pie puesto en cada uno de los extremos pero se mueven por toda la franja intermedia, situándose predominantemente en ese espacio con visitas periódicas a las orillas.

Joe Hallebeck, detective privado en la película El último boy scout, despierta en medio de una habitación blanca, lleva una barba de tres días, se ve cansado, tiene el labio roto y volverá a rompérselo varias veces más. Dos sujetos lo vigilan. Lo primero que hace al abrir los ojos es pedir un cigarro y lumbre, a cambio recibe un golpe, pide de nueva cuenta un cigarro y amenaza con matar al sujeto que lo vigila si lo vuelve ataca. El sujeto que le ofrece el cigarro lo golpea de nuevo. Hallebeck con un solo movimiento le hunde la nariz de un golpe hasta el cerebro, el tipo muere de inmediato.

El antihéroe, según define Wikipedia al arquetipo “es un protagonista que vive por la guía de su propia brújula moral, esforzándose para definir y construir sus propios valores opuestos a aquellos reconocidos por la sociedad en la que vive”.

“Bond, James Bond”, repite una y otra vez la frase a lo largo de las 22 películas que conforman la filmografía del agente inglés, viste un smoking y lleva en la mano un Martini. El espía secreto roba, mata, engaña a mujeres y hombres sin el menor ápice de vergüenza o arrepentimiento moral pues lo hace cumpliendo arriesgadas misiones al servicio de Inglaterra.

Los antihéroes por lo general nunca actúan por altruismo puro, sino motivados por pasiones más vulgares –entendiendo vulgo como algo común de la gente, es decir, en contraposición a las pasiones elevadas–: egoísmo, codicia, arrogancia, brutalidad, deseo, conveniencia, e incluso venganza, pero también por mero accidente, dependiendo no sólo de sus motivos personales sino de las distintas situaciones que enfrentan o que deberán enfrentar, es decir son seres ordinarios metidos a tareas extraordinarias que han de resolver sin pensar demasiado en la forma.

Travis Bickle, mira al espejo una y otra vez, y ensaya el diálogo, “me hablas a mí”, pregunta, “me hablas a mí”, insiste mirándose al espejo, “porque aquí no hay nadie más”. Luego de un movimiento rápido y ayudado por un mecanismo que él se fabricó saca una pistola y encañona al espejo. Más tarde, harto de la corrupción en la que vive desde su regreso de Vietnam tratará de salvar a una adolescente metida en la prostitución provocando un baño de sangre del que tampoco saldrá vivo.

Las personalidades de los antihéroes abarcan una gama de matices muy amplia. Y esa amplitud también caben los outsiders, los que intentan luchar contra los molinos de viento armados de una lanza vieja, creyendo que en esa batalla enfrentan gigantes.

Lado B se dio a la tarea de enlistar a algunos de los antihéroes poblanos, y como toda lista que se precie de serlo seguramente no tenemos a todos los que son, pero apostamos que así son todos los que están.

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Ilustración: El Gato Pachón.

En 2007 fue el empresario más admirado de Puebla, según una encuesta realizada por una revista local, y en esa aprobación demoscópica no importó otra cosa que no fueran los resultados “empresariales”, aún cuando esos resultados hace mucho que no se ven.

Emilio Maurer no sólo es dueño de la marca de productos lácteos Tamariz, además condujo al Puebla de la Franja, junto con Manuel Lapuente, durante sus años de gloria, conquistando con ellos dos campeonatos en el máximo circuito del balompié nacional, y enfrentó a la televisoras más poderosas del país, cuando el espectro televisivo era sólo de ella y él era parte de la dirigencia de la Federación Mexicana de Futbol.

Maurer, junto con Francisco Ibarra, prohibió al consorcio televiso entre otras el derecho de transmitir los juegos de las ligas italiana y española, y la exclusividad de los juegos de la Selección Nacional, que entregaron a Imevisión, su competencia.

Por supuesto Maurer no se iba a ir sin cargar su propia derrota. La presión de Televisa provocó su salida del equipo poblano y con él se vino la debacle futbolista que no se ha podido remontar desde entonces.

Maurer tuvo un segundo momento de gloria futbolística cuando el Puebla derrotó a Dorados de Sinaloa y regresó a la primera división. El directivo, disfrazado de asesor pues no podía pisar la cancha debido a una suspensión de por vida cortesía de la Femexfut, dominada de nueva cuenta por Televisa en alianza con TV Azteca, tuvo que esperar a que los jugadores y el “Chelís”, entonces técnico camotero, completaran la vuelta olímpica ante el tibio aplauso de la afición. Las ovaciones subieron de tono cuando por fin pisó la cancha, los gritos de “Maurer, Maurer” lo acompañaron durante unos minutos. El momento de gloria duró muy poco. Maurer volvería a salir del equipo como parte de la guerra entre Francisco Bernat y Ricardo Henaine por el control del equipo.

En todos sus actos hay polémica a borbotones y muy poca ortodoxia. El tipo, que no ha tenido empacho en competir por la alcaldía de Puebla abanderado por el Partido de la Revolución Democrática –llevando como compañero de fórmula a otro empresario controvertido, Ricardo Villa Escalera—, se mueve arrastrando consigo el escándalo mediático.

El último se registró cuando, en unas grabaciones que fueron filtradas al diario deportivo Récord, se le escucha confabular para lograr el regreso del equipo de toda su vida al máximo circuito futbolístico.

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Ilustración: El Gato Pachón.

Rubén Sarabia Sánchez, alías Simitrio, líder histórico y moral de la organización gremial 28 de Octubre fue detenido en la ciudad de México la tarde del 4 de julio de 1989, se le acusaba de posesión de marihuana y portación de armas de fuego, más tarde le sumaron acusaciones por robo de vehículos, plagio, lesiones, e incluso homicidio.

La Unión Popular de Vendedores Ambulantes (UPVA), creada en 1973 luego de una represión policiaca en contra de los comerciantes informales, creció bajo el cobijo de Simitrio quien a base de negociaciones no siempre del todo claras con Felipe Flores Narro, ex jefe policiaco poblano, logró mantener una relación “cordial”.

Bajo su ala lo mismo cupieron los taxis piratas de la base Corsario que los vendedores de fayuca o los habitantes de vecindades populares, a los que protegió. Y en esa protección estiró la liga demasiado, dirían algunos. Y la liga se rompió con la llegada de otro militar, Xavier Rueda, quien se deshizo de Simitrio fabricándole algunos ilícitos.

Sarabia Sánchez fue liberado finalmente el 12 de abril de 2001, después de permanecer 11 años y nueve meses en prisión, tras concedérsele la libertad anticipada con una restricción no pisar tierra poblana, restricción que a decir del columnista Alejandro Mondragón quedó inoperante desde 2006. Aunque fue en la toma de protesta de Eduardo Rivera como edil capitalino,  cuando se le vio a Simitrio de nuevo en las calles poblanas, al mismo tiempo en que la administración morenovallista iniciaba su gestión.

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Ilustración: El Gato Pachón.

Arturo escucha el sonido que produce el trapo de algodón al rozar la piel curtida de un par de zapatos recién engrasados, el bolero sube y baja los brazos y el chiflido le indica que se ha retirado la grasa y comienza a destacar el brillo.

Está parado afuera de la escuela de leyes de la Universidad Autónoma de Puebla cuando observa cómo salen corriendo Carlos Talavera y Alejandro Gallardo, detrás de ellos un joven repartidor de leche y estudiante de Derecho, de nombre Teodoro Ramírez Cuautle, blande un arma de fuego.

Loyola no se detiene a pensar, aparta de un jalón al bolero y en su carrera saca de entre sus ropas una pistola para enfrentarlo, minutos después logra desarmarlo sin que ninguno de los dos haya soltado un disparo.

Arturo “El Sapo” Loyola nació y se curtió en el Barrio del Alto, ahí aprendió a defenderse y ahí también aprendió a manejar y controlar a grupos pandilleriles, pero siempre se mantuvo vinculado con la Universidad.

Estudió Contaduría Pública en las aulas de la universidad al tiempo que daba clases en la prepa diurna Benito Juárez, lo que le ganó el mote de “El Profesor”.

Años después ocuparía una regiduría bajo los colores del Sol Azteca durante el trienio de Enrique Doger Guerrero, situación que se repite en el actual trienio.

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Ilustración: El Gato Pachón.

Periodista y poeta arrellanado en los excesos, de pluma ágil y mirada que apuesta por el detalle. Hoy asegura que dejó atrás su “Vietnam” y está dispuesto no extralimitarse más, como solía hacerlo. “Ya dejé atrás mi época de estridentísimo”, aseguró en una ocasión frente a un café del Aguirre.

“Ya pagué mi cuota con los excesos: invadí esos territorios como tenía que invadirlos y no lo volvería a hacer”, le declaró en 2008 a la que fue, por mucho, su casa editorial: el periódico Cambio.

Y en esa desproporción informativa se metió en alcobas, hurgó entre la basura y los armarios llenos de cadáveres de los hombres y mujeres públicos rompiendo esa regla no escrita de mantener a salvo la intimidad, con el argumento de que lo público es consecuencia de lo privado y viceversa.

Más que periodista kamikaze lo suyo fue/es el periodismo tras bambalinas, las entretelas del poder, la búsqueda de claves para explicar las decisiones de gobierno en la vida cortesana, ejemplo de ello es la historia de Jessica Zamitis.

Mario Alberto Mejía es un hombre del poder que también sabe como enfrentarlo, pero también es un outsider del sistema que, sin embargo, se mueve con facilidad y soltura dentro de él. En su regreso tras el exilio primero levantó El Columnista, hoy busca afianzar a Sexenio.

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Ilustración: El Gato Pachón.

Pepe Momoxpan sube a la tribuna en el pleno del Congreso, es el único que no viste el uniforme oficial —traje, corbata y lustrosos zapatos negros—, y pide se le inicie juicio político a Mario Marín. Son los estertores del sexenio. El tema fue enviado a comisiones y más tarde desechado en sesión extraordinaria. Nadie apoyó su propuesta a pesar de la cuestionada administración del priísta.

En su paso por el Congreso el petista evidenció el gasto de más de medio millón de pesos en un seguro de gastos médicos mayores para los 41 legisladores, y rechazó la prestación al argumentar que el servicio que les ofrece el ISSSTEP y que el salario de cada diputado —que asciende a 108 mil pesos mensuales— era suficiente. Nadie más en el Congreso secundó su idea.

No es fue la unica vez que se quedó solo, también propuso al pleno del Congreso se aprobara un punto de acuerdo para rechazar un aumento a las remuneraciones que perciben los legisladores.

A veces, cuando Pepe Momoxpan subía a tribuna, parecía cargar consigo una lanza, como si tuviera que embestir gigantes de largos brazos.

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Ilustración: El Gato Pachón.

Detuvo el proyecto inmobiliario Millenium, ideado por Melquiades Morales Flores, y que implicaba la expropiación de 800 hectáreas entre Tecamachalco y Puebla dedicadas muchas de ellas al cultivo de hortalizas.

El proyecto involucraba los territorios de Cuapiaxtla, Tepeaca, Tecali y Cuautinchán, en la región de Valsequillo, en una franja de 50 por 60 kilómetros al sur de la autopista a Orizaba

Concepción Colotla, un productor de tortilla y campesino de San Pablo Actipan, líder de la Unión de Campesinos Emiliano Zapata Vive (UCEZ) enfrentó a quien fuera necesario, y en esa ruta lo mismo zarandeó al propio Melquiades Morales, rechazó un intento de cooptación política por parte del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y le rechazó “un cafecito” a Víctor Manuel Giorgana, entonces presidente de la Gran Comisión, quien buscaba convencerlo del proyecto Millenium.

“Un asunto como el Proyecto Milenium no se puede resolver únicamente entre un par de personas, sino que tiene que intervenir todo el Congreso”, le declaraba a La Jornada de Oriente en junio del 2002.

Hace un año Concho se confrontaba con vecinos de su pueblo natal San Pablo Actipan por la posesión de un panteón; gente cercana al edil auxiliar Tomás Zárate lo han acusado de haberse enriquecido con los apoyos del gobierno del estado.

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Ilustración: El Gato Pachón.

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Le gusta que le llamen el súper policía. Si viviéramos en el México de los años 60´s, seguro él sería jefe a nivel nacional de los cuerpos policiacos de espionaje. Tiene amigos y enemigos por todos lados y en todos los ámbitos. Le gusta vestir bien y casi siempre de traje pero sin el saco. Se llama Adolfo Karam Beltrán, un viejo conocido de la política poblana que actualmente está en «un tiempo fuera».

Es un policía excéntrico. Cuando era jefe de la extinta Policía Judicial en su oficina tenía una serpiente dentro de una pecera y le gustaba que sus subalternos vieran cómo le daba de comer ratones. Es un tipo de carácter duro pero trato amable y sus métodos son por decir lo menos muy cuestionables y no conocen eso que se llama derechos humanos.

Conoce bien, algunos opinan que muy bien, el mundo del hampa; sabe cómo se mueve el robo, el atraco, los asaltos, ubica los puntos de venta de droga. Por eso a algunos jefes políticos les gusta tenerlo a su lado, porque sabe dónde buscar cuando algo se pierde.

Le gusta también salir en la portada de los periódicos y tiene muchos amigos periodistas a los que en diciembre les manda una botella de tequila Don Ramón –su preferido- personalizadas . Le gusta participar en los megaoperativos, es hábil en el manejo de armas. Antes tenía buenas relaciones a nivel federal, pero luego de que abandono la Delegación Estatal de la PGR, no ha regresado a las grandes ligas. Rumores dicen que no pasó las pruebas control y confianza, pero eso no está comprobado.

Algunos policías bajo su mando han sido detenidos por extorsionar y privar de la libertad a ciudadanos. Abandonó su puesto como jefe de los judiciales tras intensos pleitos y «mentadas de madre» con la nada célebre ex procuradora Blanca Laura Villeda Martínez.

Se dice que aún busca regresar a la policía. Unos opinan que sólo es cuestión para que se integre al equipo de Ardelio Vargas Fosado, mientras que otros opinan que sólo tiene posibilidades en otros estados; por ahora sólo se le puede ver en los lujosos restaurantes de mariscos.

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“Cuando uno dice que es de Puebla, el primer comentario es ah!, el gober precioso”… la frase quedó capturada en la grabadora del entonces corresponsal del diario El País, Francesc Relea y levantó ámpula en el circulo rojo local. Enrique Doger Guerrero, quién venían de ser el rector de la máxima casa de estudios, cuestionaba lo que en ese momento era tabú para la clase política local.

Habían pasado apenas unos meses del affaire Cacho-Marín, y el hombre que llegó a ocupar la silla principal del palacio de gobierno de la capital poblana presumiendo un perfil universitario, y algunas cuentas no del todo claras tras su paso por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, echaba sal en la herida a piel abierta del gobernador del estado.

No sería la primera vez, Enrique Doger volvería a desafiar al entonces cacique político del estado, Mario Marín Torres, en 2010, cuando buscó por todos los medios posibles, legales o no, echar abajo la candidatura del delfin del marinismo, Javier López Zavala.

Doger, poco podría hacer contra el aparato gubernamental que todavía imaginaba posible perpetuarse en el poder: Zavala fue elegido candidato de su partido, el PRI, aunque sería derrotado más tarde por la coalición Compromiso por Puebla.

Hoy el diputado local mueve sus fichas y busca nuevamente la candidatura de su partido para repetir como presidente municipal, la posibilidad que habría la reforma electoral del morenovallismo abre la puerta a un periodo de cuatro años y medio, una oferta nada despreciable para cualquier animal político.

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Ilustración: El Gato Pachón.

En las canchas de beisbol que hace años estaban a un lado de Hospital Universitario, el Capitán Fantasma se escondía después de fugarse una vez más de la policía. No portaba el uniforme de oficial que en ocasiones anteriores le había ayudado a pasar desapercibido durante varios asaltos, ahora, sólo una bata de hospital cubría su cuerpo…

Santiago Reyes Quezada nació en 1922 en Los Angeles, EU, pero desde pequeño fue llevado por sus padres a Tampico, donde inició lo que sería una larga carrera delictiva. Pero Reyes Quezada no se hizo famoso por sus atracos solamente, lo que más llama la atención es la gran cantidad de veces que se escapó de las autoridades. Varios cronistas de nota roja de finales de la década de los 50s y 60s relataron estas asombrosas fugas. En algunas salió gracias a sobornos que repartía entre los custodios, en otras ocasiones fingiendo una enfermedad porque era más sencillo huir de un hospital que de un penal. En algunos casos, el Capitán sedujo a la esposa de algún funcionario para que lo ayudara en su escape.

Después de visitar la correccional –de la que escapó rompiendo los cristales de las ventanas-, Reyes Quezada se mudó al centro del país. Guanajuato, Puebla y el DF se volvieron su lugar de acción.

Se dedicó principalmente al robo de automóviles, aunque su habilidad para seducir mujeres, principalmente de la alta sociedad poblana, le permitía entrar como invitado a las casas que después saquearía.

Como buen antihéroe, Reyes Quezada se encontró con su Némesis: Refugio Silva, jefe policiaco de León, Guanajuato, quien fue capaz de echarle encarcelarlo en alguna ocasión, lo que orilló al Capitán Fantasma a cambiar de aires.

En Puebla vivió en una vecindad ubicada en la 5 oriente 211, de dónde a decir de la dueña del lugar “salía muy elegante para vivir en una vecindad pobre”. Dejó en la ciudad un hijo de nombre Pedro, carterista de poca monta y que nunca tuvo la elegancia de su padre para robar.

A finales de 1981 se le internó en el hospital Universitario por problemas graves de diabetes. Según el libro de David García Salinas, reportero de nota roja del diario La Prensa, convaleció en la cama número 45 por unos días. El 2 de enero de 1982 huyó del lugar haciendo una cuerda de más de diez metros, pero su cómplice soltó la cuerda antes de que terminara su descenso y cayó, fracturado por el golpe se refugió en el campo de beisbol “Aquiles Serdán” que se ubicaba en la 25 oriente poniente entre 13 y 15 sur, donde ahora se encuentra el parque de Las Ninfas, donde volvería a ser apresado. Reyes Quezada regresó al hospital y fue dado de alta el 4 de  febrero de 1982 para volver a la penitenciaría. Cuenta la leyenda que no regresó a la cárcel y huyó a los Estados Unidos, en donde se casó con una gringa.

 

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Autor Lado B
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