Lado B
La política de la deuda y la deuda política
Pocas ocasiones el debate político nacional tiene de por medio información técnica financiera y las implicaciones de ésta en las escaramuzas pre electorales.
Por Lado B @ladobemx
28 de agosto, 2011
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Juan Luis Hernández*

Pocas ocasiones el debate político nacional tiene de por medio información técnica financiera y las implicaciones de ésta en las escaramuzas pre electorales. En las últimas semanas se ha acumulado información muy valiosa para los ciudadanos otorgada por los agentes políticos en su afán por debilitar hegemonías o en su lucha por encabezar guerras sucias de cara a la elección presidencial del 2012. De todo ello, se advierten al menos tres fenómenos políticos entreverados con dineros y presupuestos públicos.

  1. El incremento de las deudas públicas de los estados como política

En los últimos 10 años, los gobiernos de los estados han disfrutado de una autonomía política que les ha permitido ganar márgenes muy importantes de decisión para, por ejemplo, endeudarse más allá de lo posible. Este comportamiento no ha sido privativo de algún partido en particular. Los tres partidos mayoritarios de nuestro sistema político han hecho de la deuda pública una de sus principales políticas.

Ahí está el caso de Veracruz, donde los gobiernos priistas hicieron crecer la deuda de sólo 17.8 millones a 9 mil 580.7 millones de pesos, lo que representa un incremento del 53 mil 724 por ciento. O el caso del PRD en donde los gobiernos de Michoacán decidieron que los pasivos de la entidad pasaran de 213.7 a 10 mil 737.4 millones de pesos, es decir, un aumento de 4 mil 925 por ciento. O también los gobiernos del PAN como en Aguascalientes, con una deuda que fue de 140.8 millones de pesos en el año 2000 y que alcanzó los 2 mil 751.1 millones de pesos en 2010, lo que implica un aumento de mil 854 por ciento.

En la última década, entonces, los gobiernos han convertido la deuda pública en un instrumento valiosísimo para hacer de todo, desde obra pública hasta programas sociales y mantenimiento de redes clientelares, es decir, todo aquello que el dinero pueda comprar y garantizar para ganar elecciones cuando llegue el turno de ello, o para apuntalar figuras políticas cuando se termine la gubernatura, estar listos para saltar a otra posición.

Pero la deuda de corto plazo también ha sido otra estrategia que han seguido los gobiernos de los estados. Se estima que el 50% de las entidades federativas han contratado deuda de corte plazo, esa que no necesita autorización de los congresos locales.

Según datos de la Secretaría de Hacienda, la deuda acumulada de los estados es de poco más de 310 mil millones de pesos, siendo Coahuila el estado que ha dado la nota no sólo porque el ahora presidente del PRI y a la sazón gobernador de ese estado aumentó la deuda de 300 millones a 33 mil millones, sino por las presuntas irregularidades que debió hacer para aumentar sus arcas, entre ellas el uso de documentos apócrifos y una batería de mentiras a su propio Congreso y a las calificadoras de deuda.

¿Por qué se han endeudado tanto los gobiernos de los estados? Parece que por lo pronto los gobernadores de los estados han descubierto que la deuda pública es una política que les permite allegarse de muchos millones de pesos para hacer frente a sus políticas de empoderamiento local, sino que fundamentalmente, con ello evitan poner en los ciudadanos las cargas fiscales que también les proveerían de dinero. La pequeña gran diferencia es que si los gobiernos de los estados molestaran a sus ciudadanos con cargas fiscales importantes los tendrían encima, presionándolos o ejerciendo de alguna manera ciudadanía. Por eso mejor se van por la fácil, contratar deuda y que la pague el que viene.

  1. Las guerras sucias también ofrecen información valiosa a los ciudadanos

Hay de guerras sucias a guerras sucias. La que protagonizó el PAN en 2006 en torno al peligro de AMLO para México tenía más componentes abstractos, ideológicos y empáticos. Sin embargo, la pequeña guerra sucia que el gobierno federal y el PAN enderezan contra Humberto Moreira es esencialmente diferente al usar datos duros, información que incluso comparten otras fuentes, y que completan otros actores, en este caso las propias calificadoras de deuda que le han bajado la calificación crediticia a Coahuila.

En un sistema político que quiere ser democrático, la lucha por el poder y la competencia interpartidista también puede ofrecer beneficios a los ciudadanos. Los que ejercen la oposición o los contrapesos en el sistema electoral harán todo aquello que esté a su alcance para debilitar a sus contrarios, siendo la información dirigida a los ciudadanos, uno de los obuses más importantes. Esta estrategia buscaría crear ciertas opiniones públicas en torno a ciertos líderes o partidos y la información debe ser de tal envergadura que esa opinión pública la aprecie, le parezca relevante, crea que tiene que ver con ella o con su bolsillo.

El debate sobre la deuda que dejó Moreira tiene muchas aristas. Por un lado, ahora se explica porqué maniobró para que su propio hermano se quedara en la gubernatura y de esta manera asegurar que las cosas hechas se quedaran así. Por otro lado, llama la atención que los promocionales en radio y televisión que ha pagado Moreira para auto promocionarse hagan énfasis en que pertenece a una nueva generación de políticos, con visión de futuro y que tiene en alta estima los valores y la democracia. Vaya contraste de esa publicidad política con la información pura y dura que circula sobre su ejercicio gubernamental.

La respuesta de Moreira no se hizo esperar y también arrojó datos sobre la deuda del propio gobierno federal y el aumento de la burocracia dorada con altos sueldos en los gobiernos panistas. También fue información muy valiosa, pero no ha tenido el alcance y la influencia que la campaña contra él sí ha tenido.

Queda a los ciudadanos entonces la valoración y análisis de esa guerra sucia que sostienen hoy PAN y PRI y que inevitablemente forma parte de las estrategias que cada quien ha decidido para enfrentar la próxima contienda presidencial.

  1. El escándalo de la deuda sigue siendo una deuda política

El escándalo de la deuda de Moreira tiene todos los componentes para tener consecuencias de rendición de cuentas y cierta vergüenza política. Es decir, en otras latitudes, este tipo de escándalos por lo menos arroja la renuncia del implicado, mientras que se aclaran las cosas. Pero Moreira debiera pensar en sus adentros que por qué va a renunciar, si eso no hace ningún político mexicano cuanto le estallan en la cara las heces de la política. Moreira deberá estar diciendo que con qué cara Horcasitas le espeta lo de la deuda cuando él no tuvo el valor de renunciar por los muertos de la guardería ABC de Hermosillo, o que Cecilia Romero ni siquiera le pasó por la mente renunciar con el descubrimiento de la fosa clandestina en San Fernando Tamaulipas y sus 72 cadáveres.

No, en México los políticos que se enfrentan a sus escándalos o resultados nefastos de sus acciones lo primero que hacen es aferrarse a sus puestos, aguantar el vendaval, responder con otros obuses y esperar que el agua regrese a sus causes. Los políticos en todo caso, entienden que son los gajes del oficio, que este tipo de guerras pueden servir para negociar o acordar otros temas pendientes. Pero la información se ha hecho pública y sí está suscitando un conjunto de análisis que pudiera llevar costo político.

Todavía no vemos la cultura de la renuncia como un acto de valor y vergüenza política por parte de miembros de partidos y gobiernos cuando están implicados en escándalos que por lo menos sí tienen algo de sustento. Esa sigue siendo la deuda de la política, una deuda que algún día tendrá que pagarse.

*Politólogo, egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Es maestro en Sociología por la Universidad Iberoamericana y candidato a Doctor en Ciencia Política por la Universidad Autónoma de Madrid. Municipalista, ha desarrollado múltiples talleres y cursos de capacitación a presidentes municipales, regidores y síndicos sobre variados temas de la gobernabilidad local. Institucionalista, ha dirigido diversos trabajos de prospectiva gubernamental a los tres niveles de gobierno con la finalidad de fortalecer la acción del Estado. Educador popular, desde hace más de 20 años es miembro de las Comunidades Eclesiales de Base y desde esa opción apostólica ha desarrollado múltiples espacios de educación popular tanto en materiales de trabajo como en talleres y trabajo popular en diversas partes del país. Académico desde 1995 de ciencias políticas en el sistema universitario jesuita. Articulista y comentarista político en diversos medios de comunicación. Autor de varios libros sobre política y religión, democracia y comportamiento electoral. Actualmente es Académico de tiempo de la Univesidad Iberoamericana Puebla.

Contacto: juanluisha@live.com.mx

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