Lado B
Escribir y publicar literatura LGBTTTI en México, un posicionamiento político frente al canon literario
La literatura LGBTTTI es aquella que proviene del colectivo, pues nos muestra una visión de mundo a partir de una percepción diferente y crítica, de acuerdo con la Dra. Ramírez Olivares. Así, para César Bringas escribir desde el colectivo LGBTTTI es una posición política, pues ve en la literatura un medio de denuncia.
Por Cristian Escobar Añorve @crazo70
11 de junio, 2020
Comparte

“Siempre hay alguien a quien le puede molestar lo que tú haces, ¿no?”

El vampiro de la colonia Roma. Luis Zapata. 

 

Tanto escribir como publicar literatura LGBTTTI ha requerido manifestar un posicionamiento político en México por parte de escritores y editores. Esta literatura, al concebirse como lo diferente, se ha dejado fuera del canon literario, se ha invisibilizado. 

Para el filósofo francés Gilles Deleuze, existen dos maneras –opuestas– de entender lo diferente: la del poeta, donde la diferencia es “revolución o cambio”; y la del político, que niega “lo que difiere [de sus concepciones] para conservar y prolongar un orden establecido”.

Esta última postura remite a la idea de algo original, incorruptible, tras lo cual toda diferencia sería una mala copia. Así pues, lo diferente, en este sentido, sería una perturbación de lo original.

Entonces, al referirnos a la literatura LGBTTTI, estaríamos hablando de perturbaciones de una figura incorruptible: LA literatura, determinada por el canon literario –noción que hace referencia a los libros y autores imprescindibles de los grandes idiomas occidentales–.

En este sentido, lo diferente queda fuera de lo que difiere con el orden establecido: la literatura LGBTTTI queda fuera del canon, y ante esto se vuelve imprescindible contestar con un posicionamiento político propio.

La concepción de la literatura LGBTTTI

Para la Dra. Alicia Ramírez Olivares, Doctora en Lingüística y Literatura Hispánica y profesora-investigadora enfocada en literatura escrita por mujeres, eso que tradicionalmente llamamos literatura, a secas, sin diferenciación, no son más que las expresiones literarias enunciadas desde el punto de vista jerárquico, privilegiado, del hombre eurocéntrico y heterosexual (el político), quien se encarga de dictaminar el canon literario. 

Por esta razón, sería preferible hablar de literaturas, en plural, pues cada una nos muestra una visión de mundo a partir de la percepción de sus autores.

Así, de acuerdo con ella, “lo que hace la literatura es que, utilizando el lenguaje, crea referentes de la realidad hasta provocar un goce estético. Por lo tanto, no vamos a tener los mismos referentes si estamos hablando desde una perspectiva heteronormada y patriarcal [a una deconstruida]”.

Por ello, “si queremos clasificar a la literatura LGBTTTI como tal, tiene que ser aquella que provenga del colectivo [de la diversidad sexual], justamente porque nos muestra una visión de mundo a partir de la percepción de estas personas”.

Pero la literatura denominada como LGBTTTI ha sido la que más rechazo ha sufrido, probablemente debido a estereotipos producto del pensamiento “político” al que hacía referencia  Deleuze. 

Un posicionamiento político

Sin embargo, no todo quehacer político aboga por conservar un orden establecido. Para Ramírez Olivares, “si eres un sujeto con una ideología, ya estás haciendo política”. 

En ese sentido, aunado al aspecto que la hace disfrutable –valor estético– la literatura LGBTTTI conlleva un posicionamiento político consciente que plantea una perspectiva distinta ante el actuar hegemónico patriarcal.

César Bringas, autor poblano, ganador del Premio Nacional de Literatura LGBTTTI en su primera edición, mencionó para LADO B que escribir desde el colectivo LGBTTTI es también una posición política, pues ve en la literatura un medio de denuncia.

“Cuando escribes desde la marginalidad, entiéndase desde el tercer mundo, desde la homosexualidad, siempre se trata de un acto político. Sin embargo, uno tiene que encontrar un equilibrio en la temática, pues como nos debemos a los lectores, podemos cansarlos si siempre abordamos el tema de la sexualidad [no heteronormada]”. 

Por esta razón, Olivares comenta que no debemos encasillar este tipo de literatura en una cuestión sexual; pues si bien se retoma la mayoría de veces este aspecto en la literatura LGBTTTI –debido a que es en este ámbito donde más visiblemente se rompen con nuestro referentes tradicionales, heteronormados y patriarcales–, el sólo hecho de que un autor identificado dentro del colectivo escriba desde su concepción de mundo, ya es una transgresión de los moldes de la literatura canónica occidental.

Respecto a esto, Jorge Luis Gallegos Vargas, Doctor en Literatura Hispanoamericana y miembro del G.I Narrativas para la Comunicación, considera que el problema de encasillar a los autores que escriben desde su condición sexo-genérica, es producto, en parte, de las expectativas del lector. 

“A veces uno como lector  lee a Odette Alonso, por ejemplo, pretendiendo buscar siempre lo homosexual en sus textos. Debemos considerar que la literatura es ficción. Estar consciente que lo que estamos leyendo no es necesariamente la vida del autor; sin necesidad de que estas historias pertenezcan a cierto grupo sexo-genérico”. 

Literatura LGBTTTI en México

De acuerdo con lo que se ha dicho, en el caso de México, la historia de la literatura LGBTTTI, comparada con otras, es bastante reciente. 

Ya con anterioridad podíamos encontrar en la literatura hecha en México personajes cuya identidad sexogenérica se alejaba de la heteronorma: desde Santa (1903) de Federico Gamboa con el personaje lésbico “la Diamantina”; así como personajes en las novela Figura de Paja (1964) de Juan García Ponce o Galería de títeres (1959) de Pita Amor. No obstante, estas obras seguían siendo escritas desde una perspectiva heterosexual. 

Fue hasta la novela El diario de José Toledo (1964), de Miguel Barbachano Ponce, que la obra de autores que no se identificaban con una identidad sexo-genérica heteronormada comenzó a hacerse más visible, menciona Gallegos Vargas.

Imagen: Portada del libro El Vampiro de la Colonia Roma

Después vino El Vampiro de la Colonia Roma, novela escrita por Luis Zapata (1979), considerada por muchos como la obra más importante de temática homosexual en México.

Esta última, menciona Gallegos, provocó que las editoriales voltearan la cara hacia estas nuevas formas de expresión, debido –probablemente– a que vieron en esta literatura una apuesta arriesgada que podría ser considerada un “nicho de mercado”. 

El ejemplo de esto lo puso Editorial Diana, que en 1989 publicó la primera novela abiertamente lésbica en México: Amora de Rosamaría Roffiel. 

Pero aunque su primera edición fue un éxito rotundo en ventas, la segunda edición de Amora, que ya se tenía lista para su publicación, nunca pudo ver la luz, presuntamente por un problema de derechos de autor. 

Algo similar, pero con tintes más dramáticos, ocurrió con la novela Dos Mujeres, de Sara Levi Calderón, publicada también por Diana, en 1990. Esta, a pesar de haber sido bien valorada por la crítica literaria y tener un número de ventas considerable, fue retirada del mercado a petición del padre de Sara Levi, de modo que de un día para otro el libro había desaparecido de todos los estantes comerciales.

Después de estos hechos, menciona Gallegos, han sido las editoriales independientes las que han hecho el trabajo de representar y vender el trabajo de autores del colectivo  LGBTTTI.

Te puede interesar: Sara Levi Calderón, el atrevimiento de escribir sobre el amor entre mujeres

El papel de las editoriales

Foto: Pexels

LADO B habló con Paloma Villalobos Preciado, co-fundadora y editora de Ediciones Ají, editorial independiente de la ciudad de Puebla, que dentro de su línea de publicación ha sacado a la luz obras de autores homosexuales y queer. 

Villalobos Preciado recalcó que si bien la literatura LGBTTTI no es visible en todos los niveles, pues llega a muy pocos lectores, sí que hay una producción literaria de este tipo. Un ejemplo de ello son los premios de reciente creación, como el Premio Nacional de Poesía LGBTTTI, y aperturas de eventos como el Congreso de Letras Diversas de la UNAM o el Encuentro Nacional de Estudios Queer de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), donde autores del colectivo comparten su literatura.

“En realidad sí que hay producción LGBTTTI, pero en el aspecto editorial podría pasar lo que le estaba pasando en algún tiempo a la literatura escrita por mujeres, que de pronto se hablaba de literatura femenina en lugar de hablar sólo de literatura, por lo que muchos autores LGBTTTI se están percibiendo más aislados”.

En cuanto a la posición de Ají Ediciones, Villalobos Preciado mencionó que, como editorial independiente, pretenden hablar desde la disidencia, lo que incluye la sexualidad. Debido a esto, la publicación de obras como AQuario, de Isis Samaniego, hasta el más reciente título publicado por la editorial, Ardor de la Pelambre, de Moisés Rojas –libro de poesía erótica gay– reflejan su postura política y su diferenciación con otras editoriales.

“En la editorial nos han llegado trabajos de escritores con trayectoria más larga, con reconocimientos, pero preferimos darle espacio a los autores que por diferentes circunstancias [por la temática que escriben, por su identidad sexo-genérica o por su pensamiento político] la tienen más difícil [para publicar]”.

Aunque precisó que eso no significa que vayan “a aceptar trabajos malos; primero nos tienen que gustar a nosotros [los editores]”. 

También puedes leer: “A una mujer” de Renee Goust: música sobre el amor entre mujeres

Aunado al trabajo de Ediciones Ají, existen diferentes editoriales a nivel nacional que buscan hacer “menos complicada” la visibilización de obras literarias escritas por autores del colectivo LGBTTTI.

Editorial Quimera, por ejemplo, publica obras desde autores clásicos como Óscar Wilde, pasando por Luis Zapata, hasta obras recientes de Odette Alonso; todos autores que escriben desde su sexualidad no heteronormativa.

Editorial Voces en Tinta, que surge del Centro Cultural Voces en Tinta en la Ciudad de México, ha publicado títulos que van desde investigaciones antropológicas, como ¡Eeehhh puto! Violencia homofóbica en el fútbol, de Héctor Miguel Salinas, hasta novela erótica lésbica como Crema de Vainilla, de Artemisa Téllez. 

Igualmente existen distribuidoras de editoriales que publican obras de autores LGBTTTI fuera de México, como Tabaquería Libros, que se dedica a distribuir material de escritoras y escritores desde Argentina y Chile. 

Así, desde la disidencia, concibiendo lo diferente más bien desde la perspectiva del poeta, de acuerdo con Deleuze, las editoriales independientes hacen un esfuerzo para dar a conocer la literatura LGBTTTI que está ahí, que es revolución y cambio.

También te puede interesar: Los Exóticos: la diversidad sobre el ring

*Foto de portada: Thought Catalog | Pexels

Comparte
Autor Lado B
Cristian Escobar Añorve
Suscripcion