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Sedentarismo: factor común en las enfermedades que aquejan a nuestra población
Una vida más activa tendrá como resultado un país más sano y con un mayor rendimiento a futuro, disminuyendo costos por inasistencia escolar y laboral, por medicamentos y por visitas médicas o estancias hospitalarias prolongadas
Por Lado B @ladobemx
07 de enero, 2018
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Tomada de pravia.com.mx/

Mtra. Leticia López Posada

El sedentarismo es un sinónimo de inactividad física y es un factor común para muchas enfermedades que aquejan a la población en general, tales como el cáncer, la Diabetes Mellitus 2, la obesidad, el síndrome metabólico y el llamado hígado graso. Esto se debe a que la falta de actividad física continua, impacta de manera considerable sobre algunos elementos que provocan inflamación crónica en nuestro organismo.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, al menos un 60% de la población total no realiza la actividad física necesaria para obtener beneficios significativos para la mejora de su salud. En los últimos años, esto se ha acrecentado debido a diversos factores ambientales como son el uso de electrodomésticos y aparatos destinados a las actividades profesionales cada vez más sofisticados y que requieren un menor trabajo físico, al uso de celulares, tabletas o computadoras para realizar la mayor parte de nuestros trabajos, así como el uso de los mismos en lugar de la realización de otras actividades a las que nos dedicábamos en nuestros ratos de ocio como la jardinería o el paseo al aire libre. Al mismo tiempo, también es importante mencionar que los medios de transporte que implicaban un esfuerzo físico han disminuido y nos hemos visto en la necesidad de pasar más tiempo de nuestros días en transportes “pasivos” como son los automóviles, los autobuses o el metro.

Pero esto no es todo, la misma Organización reporta que la inactividad física aumenta con el paso del tiempo, incluso ha proyectado un aumento de 14% de sedentarismo para los próximos tres años.

Cuando una persona elige ser activa físicamente o no serlo, está sentando precedentes no solo con respecto a su estilo de vida (y al de su familia), si no a su calidad de vida futura, impactando esto a nivel comunitario y a gran escala  a nivel nacional. Los especialistas en salud de nuestro país han comentado en diversas ocasiones que el sedentarismo es uno de los factores de riesgo más importantes de enfermedad y muerte para los mexicanos, y que es en gran parte responsable de la aparición y falta de control de las enfermedades crónicas mencionadas al principio del texto.

[pull_quote_right]Una vida individual más activa tendrá como resultado un país más sano y con un mayor rendimiento a futuro, disminuyendo costos por inasistencia escolar y laboral, disminuyendo costos por medicamentos y por visitas médicas o bien por estancias hospitalarias prolongadas[/pull_quote_right]

Ya muchos científicos han apuntado desde años atrás, que el llevar una vida sedentaria – sin la práctica de una actividad física o ejercicio físico continuo y programado o cuyas actividades no implican más de 30 minutos de movimiento al día– tiene influencia directa sobre nuestro metabolismo, la forma de utilización de los alimentos, nuestra salud ósea, cardiaca y pulmonar…También han afirmado que mientras más prolongado sea el tiempo de inactividad (días, meses o incluso años), mayores serán las alteraciones en salud que los individuos padecerán y más complicada su recuperación.

En nuestro país, un 58.6% de los niños y los adolescentes no han realizado una actividad física organizada por lo menos en el último año y de ellos, el 11.9% es una población inactiva; estos datos ¿tendrán que ver con la tendencia tan marcada de sobrepeso y obesidad que estos grupos de edad presentan?, ¿tendrán impacto en la presencia de resistencia a la Insulina, síndrome metabólico y Diabetes Mellitus 2 en niños y jóvenes? La respuesta siempre es sí.

Por otra parte, algunos estudios afirman que los adultos mexicanos pasamos 1.40 horas diarias en promedio, en el transporte inactivo (no olvidando que en las grandes ciudades este número se puede hasta triplicar), también pasamos 3.30 horas sentados en actividades de oficina y 7.30 horas durmiendo. Otro dato interesante es que el 27.7% de los adolescentes de 10 a 14 años pasan más de 28 horas a la semana frente a un monitor, aumentando a 29.5 el porcentaje de adolescentes de 15 a 18 años que cumplen también con este número de horas. Esta cifra disminuye a un 18.9% en adultos de 19 a 69 años.

Entre otras, una desventaja de la inactividad física, es que induce el aumento del apetito, y por lo tanto contribuye al aumento de peso. Según estudios de la Escuela de Medicina de Harvard, pasar más tiempo sentado en el sofá hace que se tengan más ganas de comer, porque se deja de segregar irsina, una hormona que se ocupa de convertir la grasa parda (que ayuda a controlar la temperatura corporal), en grasa blanca (que tiene implicaciones metabólicas complejas y nocivas). Además, la falta de ejercicio hace que disminuyan en nuestro cuerpo los niveles de ciertas hormonas y enzimas protectoras para enfermedades como el cáncer, y hace que los alimentos estén más tiempo en el intestino, lo que de manera directa afecta la respuesta inmunitaria o de defensa de nuestro organismo. En el caso de las mujeres en edad menopáusica, el no llevar a cabo una rutina de ejercicio provoca que los síntomas sean más duraderos, más severos, que el aspecto físico se deteriore, que el riesgo cardiovascular y el peso aumente, igual que el riesgo de padecer cáncer.

El impacto económico, social y de salud del sedentarismo es alto; tenemos a una población enferma y la actividad física podría incidir favorablemente ante este panorama. Aquí deben de sumarse esfuerzos no solo personales y familiares, sino comunitarios y gubernamentales. Entre otras, hay políticas a plantearse con la posibilidad de contar con espacios dignos, accesibles y a bajo costo (o sin costo) para la práctica del ejercicio; contar con seguridad, iluminación, vigilancia y mantenimiento para los mismos, así como un programa intensivo de promoción de la actividad física no solo en el hogar, sino en los espacios laborales y en las escuelas de tal forma que la población visualice tanto el impacto positivo como el impacto negativo de la situación.

Una vida individual más activa tendrá como resultado un país más sano y con un mayor rendimiento a futuro, disminuyendo costos por inasistencia escolar y laboral, disminuyendo costos por medicamentos y por visitas médicas o bien por estancias hospitalarias prolongadas; nuestra calidad y esperanza de vida como mexicanos aumentaría y seríamos más productivos en todos los sentidos; nuestros niños y adolescentes tendrían una mejor salud y con eso nuestro país tendría un futuro más prometedor en el ámbito de la salud.

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La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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