Lado B
La investigación educativa y el futuro
El contexto académico –incluyendo el de los investigadores de la educación- parece haber perdido el rumbo: generar voces inteligentes e inteligibles
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
21 de noviembre, 2017
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“…lento pero viene
el futuro real
el mismo que inventamos
nosotros y el azar
cada vez más nosotros
y menos el azar…”

Mario Benedetti. Lento, pero viene.

Martín López Calva

@M_Lopezcalva

Dice el poeta Benedetti que el futuro es algo que construimos nosotros y el azar, pero que necesitamos construirlo cada vez más nosotros y menos el azar. Esta es la esperanza que abrigo y creo que comparto con muchos de los investigadores educativos que estamos reunidos en San Luis Potosí en el marco del XIV Congreso Nacional de Investigación Educativa (CNIE) organizado por el Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE): que seamos capaces, juntos, de construir un futuro muy pertinente y luminoso para la educación mexicana y por lo tanto para el país, que estemos aquí reunidos, presentando nuestros trabajos y hallazgos no para vanagloriarnos de lo que hacemos sino para aportar cada vez más y mejores elementos al debate educativo y posicionar al campo de la investigación educativa en el diseño de las políticas públicas que regulan el sistema educativo y de los planes, proyectos y acciones cotidianas que suceden en el día a día de nuestras aulas.

Tomada de conceptodefinicion.de/

1.-El griterío: contexto socio-político mundial y nacional.

Estamos en un momento especial y profundamente crítico en el escenario nacional y mundial. El planeta vive momentos muy convulsos en los que la desigualdad y la exclusión están generando grandes movilizaciones humanas buscando oportunidades de trabajo y una vida digna con las consecuentes crisis de migrantes; en el que la imposición y el autoritarismo que persiste a pesar del clamor y la cultura de exigencia democrática crecientes están generando también la huida de muchos miles de seres humanos tratando de salvar su vida y de encontrar una vida libre de violencia; un tiempo en el que la ambición económica y el egoísmo individual y grupal están regenerando y profundizando la brecha entre quienes tienen acaparada la mayor parte de la riqueza y los que apenas pueden sobrevivir o viven bajo los límites mínimos de humanidad; un tiempo en el que la soberbia humana ha generado y sigue reproduciendo un enorme daño al medio ambiente que pone en peligro la supervivencia de la especie.

Nos encontramos en un momento nacional en el que a la tristemente histórica situación estructural de desigualdad y pobreza se han unido el escandaloso recrudecimiento de la corrupción y la impunidad políticas, la violencia también estructural y ya enraizada en una cultura aberrante de la muerte y la desmoralización colectiva producto del caminar en un túnel obscuro y frío al que no se le ve ninguna salida posible.

Se trata de una situación de ruido generalizado, de un griterío de grupos y facciones políticas de todos los signos que se han vuelto casi indistinguibles entre sí porque todas responden a intereses particulares y ambiciones de grupo y ninguna parece tener la más mínima preocupación por la construcción del bien de todos o por al menos sentar las bases para empezar a revertir la caída al abismo.

Tomada de revistaeducacionvirtual.com/

2.-La lucha de solistas y el diálogo de sordos: la academia y sus protagonismos.

En este escenario nacional y mundial, el contexto académico –incluyendo el de los investigadores de la educación- parece haberse contagiado de los gritos y el pleito acalorado perdiendo el rumbo de su misión que se supone es la de generar voces inteligentes e inteligibles, palabras críticas bien sustentadas, ideas que aporten luz y disminuyan el calor de manera responsable y comprometida.

Desde mi muy personal experiencia, las publicaciones y los congresos académicos en general y en buena medida los del campo educativo en particular se van convirtiendo en una lucha de solistas donde el protagonismo de las grandes estrellas y su búsqueda de brillo y discos de oro dominan la escena por encima del trabajo por encontrar el tono y la cadencia, el ritmo y la frecuencia que lleven una obra que resuene en el espacio de cada escuela y haga vibrar la mente y corazón de cada educador –docente o directivo-, que es lo único que realmente, como afirma Stenhouse, hace que cambie la educación.

Las publicaciones que se hacen para ganar puntos del SNI, evidencias para el PRODEP, evaluaciones positivas para el currículum o simplemente fama y poder o influencia para los solistas y sus grupos, parecen a veces dominar el escenario público nacional.

Los autores favoritos de los investigadores siguen siendo esos griegos que mencionaba María Luisa  -“La china”- Mendoza para el caso de los literatos: Teleo y Melees. Producimos para leernos entre nosotros, sin pensar ya muchas veces en los destinatarios legítimos de lo que escribimos que son los profesores y directores, orientadores y funcionarios, padres de familia y otros actores de la educación para el beneficio de los alumnos, de los futuros ciudadanos de este país y de este planeta.

Los congresos se vuelven  en ocasiones una especie de diálogo de sordos en los que los amigos escuchan y aplauden a sus amigos y los no tan amigos o los miembros de otros grupos que a su vez se escuchan y aplauden a sí mismos y critican a los demás. Se vuelven parte del griterío.

Tomada de suprahumanos.co/

3.-Polifonía: el congreso nacional como espacio para la expresión polifónica.

Decía Antonio Machado a través de Juan de Mairena que “todo lo que sabemos lo sabemos entre todos” y hoy es muy claro que el conocimiento se construye de manera colaborativa y colectiva y necesita circular para regenerarse continuamente y no degenerar, como dice Edgar Morin.

Desde esta perspectiva, mi punto de vista es que los congresos nacionales pueden ser –y en buena medida han sido y son- espacios donde se trata de construir con distintas voces una obra polifónica que tiene como objetivo común la búsqueda de los enfoques teóricos, las perspectivas metodológicas y las estrategias empíricas para que la educación contribuya de manera progresivamente más efectiva y pertinente a la transformación social del país para generar las condiciones de justicia, democracia y paz que son cada vez más urgentes.

Una obra polifónica siempre imperfecta y mejorable pero que busca de manera genuina convocar a todos los académicos que a lo largo y ancho del país, en instituciones públicas y privadas, en cuerpos académicos, grupos de investigación o de manera personal están generando nuevo conocimiento para aportar elementos que ayuden a que el sistema educativo forme personas que busquen el bien individual, interpersonal, social y planetario a través de docentes comprometidos con esa búsqueda de valor en su quehacer educativo; a través de la comprensión y aplicación del conocimiento y las estrategias metodológicas generadas desde la investigación; a través de directivos que gestionen sus escuelas con una perspectiva ética y del diseño de políticas públicas que aterricen en currículos, proyectos y dispositivos formativos eficaces para el logro de esta finalidad fundamental que tiene que ver con la transformación del país.

Porque se educa para un bien y para logarlo hay que educar bien, los congresos nacionales de investigación educativa son también -independientemente de sus limitaciones y desviaciones propias de toda organización humana- espacios en los que se presentan, reúnen, sistematizan y difunden resultados de trabajos de indagación empírica y aportaciones teóricas y metodológicas que ayudan a que se eduque bien –a que se eduque mejor- y a que se eduque para el bien de cada estudiante, para el bien común de la sociedad mexicana y para el bien general de la humanidad.

Porque los investigadores educativos podemos poner nuestro granito de arena para que el futuro de México sea construido cada vez más por nosotros y cada vez menos por el azar o por la ambición de los grupos de poder, hay que celebrar la esperanza de esta polifonía que puede llegar a ser un solo canto a muchas voces para combatir el griterío en que vivimos.

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1 La columna de hoy está basada en un texto que presenté en el panel de ex presidentes de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores durante las XI Jornadas de REDUVAL realizadas en la UAEM, en Cuernavaca, el año pasado.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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