Lado B
Teorías del desarrollo, educación y profesionalización docente
omo afirma Nussbaum, la teoría económica y específicamente la que define el desarrollo no es solamente una disciplina académica sino que tiene una enorme influencia
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
31 de octubre, 2017
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“La economía del desarrollo no es sólo una disciplina académica: también tiene una influencia de gran alcance en nuestro mundo. Las teorías imperantes sobre el terreno influyen en las decisiones de los dirigentes políticos y de los diseñadores de políticas…también influyen en las vidas de las personas de todos los países en general”.

Martha Nussbaum. Crear capacidades, p. 67.

[dropcap]C[/dropcap]omo afirma Nussbaum, la teoría económica y específicamente la que define el desarrollo no es solamente una disciplina académica sino que tiene una enorme influencia en el diseño de políticas públicas, en las decisiones de los políticos y en las vidas concretas de las personas.

En efecto, la definición de lo que se entiende por desarrollo incide de manera directa en el tipo de políticas que se establecen en todos los campos de la vida de un país, incluyendo por supuesto de manera muy relevante el de la educación.

Pero la economía del desarrollo no es una disciplina monolítica que responda a una sola teoría o enfoque como muchas veces se piensa cuando se asume la “teoría de la conspiración neoliberal” como causa de todos los problemas del sistema educativo.

En su libro Crear capacidades, la filósofa estadounidense plantea algunas teorías del desarrollo que se plantean como alternativa a la visión dominante enfocada en el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, postulando como la más pertinente la del enfoque de capacidades desarrollado por ella y por el Premio Nobel de Economía Amartya Sen.

El enfoque del PIB fue el modelo dominante durante muchos años y se centraba en la idea de que un país se desarrollaba en tanto generaba una dinámica de crecimiento económico que hacía que su riqueza se incrementara de manera consistente. Como dice Nussbaum, este enfoque tiene la ventaja de que el PIB per cápita es relativamente fácil de medir, tiene una razonable transparencia porque es complicado que los países puedan maquillar los datos en este rubro y además, el crecimiento económico no deja de ser un paso en la dirección correcta si se habla de avance de una sociedad.

El auge de este enfoque, dice la filósofa, se reforzaba por la teoría del efecto goteo (trickle-down theory) que básicamente sostenía que cuando la riqueza de un país crece, tiende a derramarse hacia las capas sociales inferiores, mejorando la situación de las personas pobres. Esta teoría fue muy popular en las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado pero posteriormente se demostró que es muy cuestionable, a partir de investigaciones empíricas en distintos países.

Como teoría que busca superar el enfoque del PIB, surgió la perspectiva utilitarista que se basa en la idea de medir la calidad de vida de una nación fijándose en la utilidad total o media, entendiendo por utilidad la satisfacción de preferencias.

Esta perspectiva, dice Nussbaum, tiene el atractivo de medir la calidad de vida en función de las impresiones que manifiestan las personas acerca de sus existencias concretas, lo que lo hace potencial o aparentemente democrático, puesto que en la medición “cada uno cuenta como uno y no más de uno”, sin importar si se trata de un campesino o un rey.

Sin embargo, el enfoque utilitarista, según plantea la autora tiene varios problemas serios para adoptarse como indicador de la calidad de vida de un país. Por una parte, porque se trata de un enfoque que al hacer un promedio de la satisfacción social, puede obtener resultados positivos si a una mayoría le va muy bien aunque haya un sector que se encuentre muy desfavorecido. En segundo lugar, porque la satisfacción sugiere unicidad y conmesurabilidad cuando en la vida real son muy diversos e imposibles de medir. En tercer lugar, porque como demuestran Sen y Elster, las preferencias y la satisfacción no son innatas sino que se van construyendo social y culturalmente, por lo que es muy probable que haya quienes manifiesten satisfacción con su situación actual porque han aprendido a aceptar su situación como “ciudadanos de segunda” y no manifiesten aspiraciones a una mejor calidad de vida –salud, nutrición, educación, etc.- porque han aprendido que en la sociedad en la que viven no pueden acceder a ella. Este enfoque además tiene el problema de que infravalora la libertad humana.

Un tercer enfoque es el basado en los recursos que sostiene que un país es más desarrollado entre más recursos tenga siempre y cuando los distribuya igualitariamente entre todos sus habitantes. Esta es una virtud del enfoque pero constituye al mismo tiempo su problema, puesto que la cantidad de recursos no son buenos indicadores de lo que la gente es capaz de ser y hacer en la realidad. Por otra parte, la diversidad de necesidades y características de los sujetos sociales hacen que se requieran distintas cantidades de recursos para satisfacer las necesidades básicas de cada uno. Por ejemplo, dice Nussbaum, será más caro educar a un niño con síndrome de Down que a los demás niños, pero una sociedad democrática no debe renunciar a gastar estos recursos. Finalmente, la renta y la riqueza, por más bien distribuidos que estén, no son indicadores de la calidad de vida integral de los ciudadanos que requieren de otro tipo de bienes como la libertad de expresión, la libertad religiosa, etc.

Nussbaum postula como la mejor alternativa el enfoque de capacidades, que relaciona aunque ve como más avanzado que el de los derechos humanos. El enfoque de capacidades trata de responder a las preguntas: ¿Qué son las personas realmente capaces de hacer y de ser? y ¿Cuáles son las oportunidades reales que la sociedad les ha dado para actuar y para elegir?

Se trata pues de un enfoque que toma en cuenta las disposiciones internas del sujeto y las condiciones externas de su entorno.

[quote_right]¿Qué son los profesores realmente capaces de hacer y de ser? y ¿Cuáles son las oportunidades reales que la sociedad les ha dado a los docentes para actuar y para elegir?[/quote_right]

El Índice de desarrollo humano (IDH) adoptado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se basa en el enfoque de capacidades y aunque se expresa en un indicador de medición que aglutina diversos elementos de capacidades y trata de contemplar mediciones cualitativas y no solamente cuantitativas que respondan con mayor detalle a estas dos preguntas básicas.

El enfoque de capacidades es presentado por Nussbaum como una contra-teoría necesaria y pertinente para sustituir al enfoque del PIB como elemento definitorio del desarrollo de un país, tomando en cuenta la complejidad del ser humano y por ello de lo que significa una verdadera calidad de vida y asumiendo que para lograr esta calidad existencial se requieren no solamente de herramientas personales sino de condiciones favorables en el contexto.

¿Qué relación tienen estas teorías del desarrollo con la educación?

Como afirma Nussbaum en el epígrafe de este texto, no se trata solamente de teorías económicas puesto que se traducen en el diseño de políticas públicas y en concepción y acción práctica con el que se aborda el hecho educativo.

La visión el desarrollo centrada en el PIB dio origen a la teoría del capital humano que equipara la formación de los seres humanos con la generación de capital, considerando como eje rector del sistema educativo el de la productividad, es decir, el del egreso de personas capacitadas técnicamente para responder a las demandas del mercado laboral.

La teoría utilitarista mediría la calidad educativa respecto a la satisfacción manifiesta por los ciudadanos, aunque esta satisfacción, como indica la crítica de la autora, no es innata sino creada. Previo a la reforma educativa de este sexenio se cuestionaba que al mismo tiempo que las evaluaciones internacionales mostraban las enormes deficiencias de la formación de los niños y jóvenes, las encuestas manifestaban que la mayoría de los padres de familia estaban satisfechos con la educación que se estaba brindando a sus hijos, seguramente porque fueron internalizando que no podían aspirar a algo mejor.

Como plantea la autora, es necesario avanzar hacia una teoría del desarrollo sustentada en las capacidades humanas que responda a las preguntas por lo que cada mexicano es realmente capaz de ser y hacer a partir de lo que aprende en la escuela en términos no solamente laborales sino de nutrición, salud, participación ciudadana, arte, cultura, ocio, etc.

Mirar el desarrollo del país no solamente en términos de crecimiento del PIB per cápita ayudará a construir una visión de la educación como motor de desarrollo de capacidades humanas en la población para generar una sociedad que construya las condiciones para facilitar la construcción de una vida de calidad para todos los niños y jóvenes mexicanos.

Adoptar el enfoque de capacidades como visión de desarrollo implicará entonces una noción de profesionalización docente que trascienda la mera capacitación técnica de los profesores para habilitar a los estudiantes como insumos del mercado laboral,  generando más bien, procesos formativos que desarrollen en el profesorado las capacidades centrales de vida, salud física, integridad física, sentidos, imaginación y pensamiento, emociones, razón práctica –ética-, relación con otras especies, juego y control sobre el propio entorno político y material.

¿Qué son los profesores realmente capaces de hacer y de ser? y ¿Cuáles son las oportunidades reales que la sociedad les ha dado a los docentes para actuar y para elegir?

Estas dos preguntas centrales tendrían que guiar los procesos de profesionalización docente si adoptamos realmente el enfoque de capacidades como noción rectora del desarrollo social en nuestro país y hacemos que este enfoque oriente las políticas públicas en el campo de la educación.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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