Lado B
Entre la trivialización de lo humano y la nueva inquisición
Por Mely Arellano @melyarel
17 de octubre, 2017
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

En este contexto, si bien las tecnologías de la comunicación han sido un factor clave en la aceleración de la globalización económica, su imagen pública está más asociada a aspectos más «amigables» de la globalización, como Internet, telefonía celular e internacional, TV por satélite, etc. Así, la sociedad de la información ha asumido la función de «embajadora de buena voluntad» de la globalización, cuyos «beneficios» podrían estar al alcance de todos/as, si solamente si pudiera estrechar la «brecha digital».

Sociedad de la información, sociedad del conocimiento, 2005, p. 2.

[dropcap]L[/dropcap]as tecnologías de la información y la comunicación (TIC) son un factor fundamental que contribuyó al cambio del mundo sólido al mundo líquido. En el nivel epistemiológico la llamada realidad virtual, imposible de ser tocada, sentida, ubicada en un espacio físico concreto, modificó radicalmente lo que se entiende por conocimiento y lo que se concibe como realidad. Si en el mundo sólido la realidad era lo tangible, lo empíricamente verificable y medible, en la sociedad de la información derivada de las TIC, la realidad es algo etéreo, frágil, en movimiento, imposible de ubicar en el espacio o de atrapar con los sentidos. Esto ha contribuido a la entronización de una visión del conocimiento como algo que fluye, se mueve, cambia, no es posible fijar ni atrapar.

Esta misma realidad líquida, este mundo de datos que están en todos lados y en ninguno y que cualquiera puede incrementar, publicar, aportar o inventar sin ninguna censura ni filtro de veracidad ha contribuido al derrumbe de los valores sólidos, invariantes, universales y eternos para dar paso a una visión de la existencia desde la inmediatez, la emotividad momentánea, el tejido afectivo y volitivo ligero y cambiante (Bauman, 2007).

El avance de las TIC ha tenido entonces dos caras: por una parte la de su contribución a la expansión y aceleración de la globalización económica y el consumo que ahora puede ser realizado a través del espacio virtual de comunicación –compras de objetos, bienes y servicios por internet- o ser incluso un consumo virtual –aplicaciones, videojuegos, series de TV, youtubers, etc.- y por otro lado, en su carácter de “embajadora de buena voluntad” de la globalización la de la construcción de espacios y redes de comunicación social, mundos virtuales para la expresión libre de opiniones, ideas, sentimientos e iniciativas, lugares para los sueños y la construcción de historias de éxito y trascendencia que pueden ser reales o ficticios, sustentados en personalidades y biografías verificables o en la creación de un personaje que libera a la persona real de la pesada carga del sinsentido y la mediocridad o el anonimato a la que la somete la sociedad de masas en la que vivimos.

A partir de esta doble consecuencia de la expansión de las TIC en el mundo se han desarrollado dos grandes tendencias que desde mi punto de vista pueden sintetizar de un modo genérico los mundos excluyentes de la ética o necesitados de la ética en que hoy se vive.

 

El consumo masivo de las TIC se vive hoy por un lado desde una trivialización de lo humano que se visualiza desde una óptica meramente economicista y de consumo. Este ángulo del consumo tecnológico encierra al sujeto en un mundo que se centra en la búsqueda de confort y en la ambición de riqueza, poder y fama personal para sentir que se existe. La persona humana se vuelve un mero objeto de consumo, una mercancía que puede medirse desde el tamaño de sus cuentas bancarias y puede incluso también tener un precio.

Por el otro lado, el consumo de las TIC conlleva también un fenómeno en el que los sujetos que se rebelan ante esta realidad que convierte a las personas en meros consumidores y buscan construir una vida que se construya a partir del distanciamiento del sistema económico de mercado global brinda un espacio para la expresión libre de opiniones, ideas y sentimientos, para la construcción de una historia, de un personaje virtual que puede reflejar los mejores deseos y sueños de las personas reales y convertirse incluso en alguien mejor que ellos, que por ser de carne y hueso tienen limitaciones y defectos que no tiene su personaje en las redes sociales o en los espacio virtuales.

Esta posibilidad de expresión y de construcción de una biografía personal y comunitaria alternativa se traduce en una sensación de superioridad moral en la que desde las redes sociales y otros espacios que facilita el consumo de las TIC, se cuestiona a todos los personajes reales –políticos, empresarios, ciudadanos- que como buenos seres humanos denotan errores, limitaciones o incluso comportamientos clara e intencionalmente carentes de una ética mínima. Se producen entonces una serie de subculturas –tuiteros, facebookeros, instagrameros, youtubers- que se convierten en una especie de nueva Inquisición que juzga y condena a la hoguera a cualquier persona real que se aleje de los estándares establecidos por la corrección política.

La única censura directa posible de Internet es no estar en la red. Y esto es cada vez más costoso para los gobiernos, las sociedades, las empresas y los individuos. No se puede estar «un poquito» en Internet. Existe, sí, la posibilidad de emitir mensajes unidireccionales propagados en Internet, sin reciprocidad de comunicación, en la medida en que los servidores de un país (por ejemplo, Afganistán) permanezcan desconectados de la red interna.

Castells, 2003, p. 4.

En un espacio de total apertura para la expresión de ideas, opiniones y juicios es evidente que pueden coexistir los mejores ejemplos del pensamiento humano y de la congruencia ética con los elementos erróneos, la información falsa, los ejemplos de comportamientos aberrantes y las muestras más claras de fanatismo de cualquier signo.

Porque en un mundo interconectado, en una “sociedad red” (Castells, 2006) la única manera de estar exento de la influencia económica o del escrutinio de lo que pasa en el contexto, la única forma de mantener la privacidad es no estar en la red, estar desconectado. Pero esta desconexión es cada vez más costosa para gobiernos, empresas, colectivos ei individuos que necesitan de las TIC y de sus espacios como una forma de sentirse parte de la sociedad, de pertenecer a un grupo de referencia.

La presencia en las redes sociales o en general en la internet en la sociedad de la información es prácticamente la única prueba concreta de la existencia de una persona o una institución, de tal manera que no tener presencia en el espacio virtual es prácticamente no ser.

Esta tensión entre la tendencia a trivializar lo humano nacida de la mercadización de la vida producida por la cara económica de las TIC en la globalización  y las tendencias alternativas que generan esta especie de nueva Inquisición social que destruye todo lo políticamente incorrecto constituyen un enorme desafío para la educación ética en nuestros tiempos, un desafío que los padres de familia, docentes, medios de comunicación y otros agentes educativos deberíamos tomar muy en serio.

[quote_box_center]La Educación personalizante de hoy es una parte del texto de la conferencia del mismo título que impartí a distancia el pasado jueves 12 de octubre de 2017 en el 2º Coloquio internacional de experiencia educativas mediadas por tecnología: inclusión y justicia social, que se realizó en la UNAM y que será publicado completo posteriormente.  https://www.coloquioedutic.mx/[/quote_box_center]

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Autor Lado B
Mely Arellano
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