Lado B
Techadores: sismo en El Platanar
En una de las comunidades más afectadas en el municipio de Cohetzala la gente teme que la lluvia derribe lo que queda de sus casas de adobe
Por Karen De la Torre @
21 de septiembre, 2017
Comparte

Karen de la Torre

@karelampia

Doce hombres tienen una monumental lona de nylon extendida en el suelo; van a maniobrar para colocarla como techo provisional en una casa del centro de El Platanar, una de las comunidades más afectadas por el sismo del 19 de septiembre en el municipio de Cohetzala, Puebla. La gente le tienen miedo al agua, a la lluvia.

Parece que va a llover y si no se cayó todo en el temblor, se va a caer con el agua, porque las casas son de adobe, son de tierra —dice Héctor Guzmán Nájera, presidente auxiliar de El Platanar. Tiene arcilla en la ropa.

Son las 4 de la tarde del miércoles, hace veintisiete horas que necesitan ayuda, hace cinco horas que la comunidad confirmó que el gobernador Antonio Gali Fayad no los visitaría: es que no hay muertos.

Foto: Marlene Martínez

—¡Vienen buscando muertos! Gracias a dios aquí no pasó nada de eso, sólo hubo dos personas lesionadas. Ellas ya están bien.

Héctor Guzmán Nájera cuenta que ayer pasaron por el pueblo elementos de la Marina, que les dijeron que no les interesaba la comunidad porque no había afectaciones mayores.

Así lo dijo. De hecho me trataba muy mal el sargento o comandante, no sé qué haya sido. Yo todavía le pregunté ¿entonces voy a meter a mi gente a dormir así como están las casas?, ¿usted me autoriza que se metan a dormir así?, le digo: ¿Por qué no hace un recorrido y evalúa las casas a ver si están afectadas o no?

Héctor lamenta que a estas horas ni el gobierno federal, ni el gobierno del estado, ni el municipio hayan asomado aún las narices por El Platanar.

Nos dijeron que iba a venir Protección Civil y es la hora que no ha llegado. Tiene uno Impotencia, tiene uno rabia. Son casas humildes, son casas sencillas, pero ese era nuestro hogar.

Foto: Marlene Martínez

El silencio abunda en este pueblo chico, abunda tanto que es posible escuchar a dos calles un televisor encendido pasando las noticias: alguien en su casa ve la tragedia en la Ciudad de México. Qué extraño tener que sufrir la tragedia ajena cuando la tienes ahí nada más saliendo de casa.

Hay escombros por todas partes, especialmente de tejas quebradas. Hasta ahora la presidencia auxiliar suma 40 casas inhabitables.

***

Candelario Medina y Catalina Martínez
Foto: Luis Colchado

Candelario Medina y Catalina Martínez de 78 y 72 años se paran a la mitad de la habitación y con las manos, recrean el orden de las cosas: ahí estaba el ropero; ahí estaba la estufa y ahí estaba las tres camas.

No tiene remedio, hay que derribarlo todo. La hechura de una silla de palma y una lavada de trastes los salvaron de morir aplastados.

Candelario Medina construyó esta casa en 1978, y como construyó su casa, ayudó a su hijo Pastor Medina Martínez a construir la suya. La de su hijo no se derrumbó pero tiene daños severos. El cuarto más afectado era su habitación; la compartía con su esposa. La noche del sismo durmieron en Chiautla; para esta noche piensa que dormirán en el cuarto del fondo, el que tiene cimientos de cemento. Ya tiene puesto su techo de lona.

Pastor Medina Martínez dice que no necesitan víveres, que el apoyo que necesitan es para reconstruir sus viviendas.

Pastor Medina Martínez
Foto: Luis Colchado

***

Héctor Guzmán Nájera perdió la casa de su infancia:

Esta casa la hicimos entre todos mis hermanos y yo no le quita los ojos de encima. Ahora es un terreno aplanado por la maquinaria.  

Lo reconstruye: “donde está la escalera, estaba la mesa. Este era el dormitorio de mi hija. Nos quedamos sin luz, teníamos por acá los contadores pero se dañaron”. El presidente auxiliar echa una mirada hacia el otro lado de la calle y dice que la casa que está enfrente es la de un regidor. Se le cayó el tejaban y una de las bardas. Tiene fracturaciones profundas.

El regidor es Enrique Nájera. Está adentro. Menciona que su cuarto ahora luce decente pero que unas horas antes los escombros sobrepasaban el nivel de la cama matrimonial. Asegura que si el sismo hubiera sido de noche, más de cuatro se hubieran muerto. Se ríe.

Enrique Nájera
Foto: Luis Colchado

Estamos durmiendo en el corredor; no queremos dormir aquí por cualquier cosa: si llega a temblar, si llueve; ya le tapamos ahí esta es otra casa que ya tiene lona en el techo.

De hecho, el regidor asegura que ha estado acompañando a los hombres que colocan las lonas. Dice que llevan alrededor de 25 pero que no taparán todas las casas porque ya no hay más lonas en los comercios, ni en Chiautla, acaban de comprar la última.

***

El grupo de hombres techadores apenas pasó por la casa de Socorro Espinoza Orozco. Él, al igual que Enrique Nájera, Pastor Medina, Candelario Medina y Catalina Martínez, perdió su habitación.

Decidió colocar la lona en una de las habitaciones menos fracturadas de su casa. La lona, la más grande de la comunidad, resguarda los bienes de Socorro, su esposa y sus dos hijos. Uno de ellos lo acompaña a poner orden.

Socorro y su hijo
Foto: Luis Colchado

Socorro durmió anoche en una colchoneta debajo de unos pilares y desearía saber si es un buen lugar para hacerlo, él cree que sí, a simple vista no parece propenso a derrumbarse enseguida. La colchoneta permanece extendida y tiene unos juguetes encima.

Son las cinco y media de la tarde y Protección Civil aún no hace aparición.

***

Foto: Luis Colchado

Está nublado y las casas están sentidas —dice Marco Antonio Cantorán Medina, mientras toma un descanso. Tiene 23 años, ha pasado toda su vida en El Platanar.

Es uno de los más jóvenes del grupo de los techadores. Él es el que sin miedo —asegura— se sube a lo que queda de los techados para quitar de una por una las tejas que quedaron suspendidas o débilmente sujetadas; luego recibe el nylon y lo coloca para sujetarlo con cuerdas.

Marco Antonio
Foto: Marlene Martínez

Hay muchas personas que no se quieren salir de sus casas, yo me uní a taparlas para que se queden tranquilas.

Esto es algo que también dice el presidente auxiliar, Héctor Guzmán: la gente teme que vengan delincuentes de los pueblos vecinos y apliquen contra ellos la rapiña.

Hasta ahora, Marco Antonio ha participado en 10 o 15 puestas de techo provisional. Dice que aún faltan muchas porque casi todas las casas en el pueblo se derrumbaron, pero ya sólo les queda una lona. La última que conseguirán en semanas, a decir de otro techador; esto agudiza el miedo al agua, a la lluvia. Se saben solos: son las seis cuarenta de la tarde, y en cualquier momento podría llover y Protección Civil aún no llega. Desearían saber —como Socorro— si han tomado una buena decisión al quedarse dentro de sus casas para cuidar sus pertenencias, y especialmente desearían tener las lonas suficientes para cubrir todas las casas destechadas.

El Platanar está suspendido. No hay energía eléctrica en muchas casas y no hay sistema de distribución de agua porque la tubería se averió. Aquí la gente coincide que el apoyo que necesitan es de agua y de vivienda: material para construcción y el acercamiento de personas que puedan evaluar la infraestructura de sus casas.

Comparte
Autor Lado B
Karen De la Torre
Suscripcion