Lado B
Ojo Pineal: el placer de hablar de cine
Una cofradía poblana adora el cine de autor y, a través de su ojo pineal, crearon una forma de diálogo con el Dios del séptimo arte
Por Samantha Paéz @samantras
01 de septiembre, 2017
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Una cofradía poblana adora el cine de autor y, a través de su ojo pineal, creó una forma de diálogo con el Dios del séptimo arte: una revista con el mismo nombre

Foto: Tomada del Facebook de Ojo Pineal.

Samantha Páez

@samantras

Ninel estaba sentada en el café, sostenía entre las manos una carta. La vi a través de los inmensos vitrales. Llevaba el pelo recogido en una media coleta, y su fleco le caía sobre la frente. Me vio y me saludó agitando la mano llamándome a lo que, pensé, sería una charla como cualquier otra.

En el momento menos pensado la conversación giró con rapidez: Ninel me empezó a contar sobre un proyecto que creó junto con otros cómplices el año pasado. El origen remoto de la idea me intrigó desde el principio: 2005, Círculo Fenomenológico de estudiantes de Filosofía de la BUAP.

Conforme pasaron los diez años que duró ese grupo, sus análisis de textos y charlas se fueron desviando hacia el cine, a la discusión de películas. Así se formó una singular cofradía.

Ninel me habló a continuación de un ojo que mira las películas pero que no sólo captura las imágenes, sino que proyecta las ideas que surgen cuando las ve, como si se palparan las divagaciones.

La prisa de Ninel interrumpió nuestra plática y yo me quedé con más dudas que certezas. Ella se había marchado hacía ya bastantes minutos pero yo seguía pensando en ese ojo del que apenas y me habló.

La glándula pineal, situada en el centro del cerebro, es el punto donde el alma se comunica con el cuerpo, según Descartes. Las culturas orientales la llaman el tercer ojo, un punto intermedio entre lo sensorial y lo espiritual, entre la razón y los sentimientos. ¿Cómo será ver una película con ese ojo?

El ocio luminoso

Buscando saciar mi curiosidad, cité al profesor Alonso a las tres de la tarde en la fuente que está frente a la universidad más antigua de la ciudad, un lugar lleno de catacumbas.

El ruido cotidiano nos impedía hablar, así que el profesor me llevó a la parte de atrás de la universidad y entramos a una casona adaptada como bar. Ahí ya nos esperaba David, otro integrante de esta extraña cofradía que iba descubriendo a cuentagotas.

–Es un ocio luminoso –me dijo el profesor sobre el Ojo Pineal–. Te da la verdad sin hacer nada.

Le dio un trago a su cerveza y siguió hablando de cómo la experiencia del cine va más allá de ver imágenes.

Foto: Tomada del Facebook de Ojo Pineal.

–Te dice más de tu propia vida que lo que hablas con la gente. Los personajes pueden estar en otros países pero te identificas con ellos o te enamoras de una actriz y sólo quieres verla aunque sea en la pantalla.

David me decía que el ojo humano engaña, que no es certero, pero que con el Ojo Pineal sucede lo contrario al ver una película porque, pese a ser sólo en apariencia verdadero, un filme te acerca a la verdad.

Una joven se acercó y les hizo una seña con la cabeza. Los dos pagaron su cuenta y se fueron después de una apurada cerveza. ¿De qué proyecto hablaba Ninel? No alcanzaron a explicármelo, pero algo en mi cabeza me motivó a hacer una llamada. Tenía que saber más.

Total autoarquía

R llegó a la hora pactada. Se sentó en la silla de al lado y sacó de su mochila una revista: un ejemplar de Ojo Pineal, trece por 20 centímetros, cuya portada es una ilustración inspirada en la película Moonlight. Una vez que puse el volumen a salvo de robo o derrame de líquidos, procedí a sacarle a R. de una vez por todas la información que me faltaba.

La cofradía aportó el dinero para la publicación: imprimieron 500 ejemplares que se distribuyeron de forma gratuita en algunos cafés y bares de la ciudad, buscando conversos.

R no me confirmó cuántas ediciones más financiarán o cuánto tiempo durará la revista: no tiene apoyo de empresas o instituciones. El financiamiento es autárquico, se abastece sólo con sus propios recursos, por el puro placer de que exista la revista y de escribir sobre cine con total libertad. En lo que menos piensan es en dinero. Pero ¿qué es lo que motiva a la cofradía?

Adoradores del Séptimo arte

Ninel Zvezda Castillo (Ninel), Diego Ulises Alonso (profesor Alonso), David Joel Jiménez (David) y Ricardo Hernández (R) forman parte de esta especie de secta desinteresada que adora al cine de autor, y que ve al Ojo Pineal como una forma de diálogo con el dios del séptimo arte.

Por eso no escriben sobre técnicas, tomas, tipos de cámara o cinta, sino de las vivencias que genera el cine.

El primer número de Ojo Pineal –único hasta el momento– vio la luz en abril de este año con textos sobre las películas más comentadas en festivales de cine el año pasado, como Paterson, Canoa, Nocturnal Animals (Animales nocturnos), Moonlight (Luz de Luna), Te prometo anarquía.

Ninel escribió sobre Kimi no na nawa (Tu nombre), una animación japonesa, ante la cual su ojo pineal le permitió ver cómo el culto al anime se transformó en una versión más del consumismo: no importa que no haya una temática profunda mientras la imagen sea bella.

David escribió sobre Arrival (La Llegada), de Denis Villeneuve, y cómo es imposible cambiar el destino aunque se pueda viajar en el tiempo, porque somos actores cuya única función es representar el papel y no modificar nada.

Tras leer con voracidad uno tras otro los textos de la primera edición, caí en la cuenta de que lo habían logrado: yo ya era una conversa, como muchos otros que ansían la segunda entrega y hasta ofrecen pagar por ella. Tratará sobre Bergman, se publicará en los primeros días de septiembre y, ojo, si cae en tus manos, te convertirá de forma inmediata.

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Autor Lado B
Samantha Paéz
Soy periodista y activista. Tengo especial interés en los temas de género y libertad de expresión. Dirigí por 3 años el Observatorio de Violencia de Género en Medios de Comunicación (OVIGEM). Formo parte de la Red Puebla de Periodistas. También escribo cuentos de ciencia ficción.
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