Lado B
Microbreves (literatura para llevar)
Pequeños relatos literarios, excusas para perder el tiempo
Por Lado B @ladobemx
14 de septiembre, 2017
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Edu Barbero
REVELACIÓN DE LA MÚSICA

a Lucía

Sentado al piano sobre la banqueta de terciopelo, el adolescente estudia «Elegía» de Massenet. La ejecuta una y otra vez con dulzona morosidad; las notas languidecen como el propio muchacho que, aburrido, aparta los ojos de la partitura y recorre vagamente la pared hasta detenerse en la tela. Allí, un par de flamencos rosados hunden sus largas patas en un estanque azul de ultramar. El adolescente entra en el cuadro, irrumpe con violencia entre las aves y, con dos golpes secos, les quiebra las patas. El sonido de los huesos quebrantados resuena en la sala de música. Los martillos del piano enloquecen: un vertiginoso «staccato» de notas azules salpica la pana de los sillones Luis XV. Las cuerdas se estiran tanto que emiten graznidos dolorosos. Algunas se cortan con un estampido y un disonante batir de plumas sobre agua decrece hasta morir. El muchacho vuelve a su sitio. Palpita de agitación y lo inquieta un oscuro sentimiento. Ha conocido una música perversa, agónica y equívocamente sensual. Le ha parecido soberbia.

Javier Saéz
AMOR

I
A ella le gusta el amor. A mí no. A mí me gusta ella, incluido, claro está, su gusto por el amor. Yo no le doy amor. Le doy pasión envuelta en palabras, muchas palabras. Ella se engaña, cree que es amor y le gusta; ama al impostor que hay en mí. Yo no la amo y no me engaño con apariencias, no la amo a ella. Lo nuestro es algo muy corriente: dos que perseveran juntos por obra de un sentimiento equívoco y de otro equivocado. Somos felices.
 

II

 

Pretende que yo estoy enamorada del amor y que a él sólo le interesa el sexo. Dejo que lo crea. Cuando su cuerpo me estremece, lo atribuye a sus muchas palabras. Cuando mi cuerpo lo estremece, lo atribuye a su propio ardor. Pero me ama. Y no lo saco de su engaño porque lo amo. Sé muy bien que seremos felices lo que dure su fe en que no nos amamos.

José Blanco 
HOMBRE QUE PIENSA

Pienso en las migraciones. La magnificencia de una bandada inmensa de pájaros que de golpe levanta vuelo para recorrer medio planeta, el intimidante abandonar la caverna de millones de murciélagos en busca de temperaturas más benignas, la monumental traslación de las ballenas que cruzan el océano para reproducirse, la entereza de los grandes pueblos que atraviesan el desierto para alcanzar una ribera.

Pienso, más precisamente, en la multitudinaria compañía que vence a la soledad: en el ruido de muchas alas, en la tibieza de cuerpos que se abrigan, en la alegría de ir todos en la misma dirección.
Porque quiero poder siempre seguir a la manada, no ser nunca un ave vieja que sucumbirá al invierno, ni un murciélago al sol que desespera, ni una ballena en la arena mientras el agua se aleja, ni un hombre triste que ha perdido el paso y mira impotente cómo se le va el mundo.

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Autor Lado B
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