Lado B
Sucesos, no cosas: de la Física a la Educación
Educamos en una sociedad cambiante –no estática y siempre igual a sí misma- y para una sociedad cambiante
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
13 de junio, 2017
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“Una cosas es algo que permanece igual a sí misma. Una piedra es una cosa porque yo puedo preguntar dónde esta la piedra mañana, mientras un suceso es algo que está limitado en espacio y tiempo. Un beso no es una cosa porque yo no puedo preguntar, ¿Dónde está un beso mañana? ¿Dónde está este beso mañana? Porque el beso ha pasado justamente ahora…Y yo pienso que nosotros no entendemos el mundo como hecho de piedras, de cosas. Nosotros entendemos el mundo hecho de besos, u objetos como besos, sucesos”.

Carlo Rovelli. On being.  (Traducción libre)

Aunque parezcan muy alejadas la Física y la Filosofía –e incluso la Historia y otras ciencias humanas- tienen mucha relación entre sí porque todas ellas son parte del deseo común de los seres humanos de entender mejor el mundo que les rodea afirma Rovelli.

El doctor Carlo Rovelli es un destacado científico, profesor en la Universidad Aix_Marseille en Francia, en la que es director del grupo de investigación sobre gravedad cuántica en el Centro de Física teórica. Entre sus libros se encuentran La realidad no es lo que parece: el viaje a la gravedad cuántica y el best seller Siete lecciones breves sobre Física.

En una muy interesante entrevista para el podcast On being, conducido por Krista Tippett de donde tomo el fragmento que sirve de epígrafe para el artículo de hoy, el profesor Rovelli explica la forma en que el desarrollo de la investigación en Física cuántica  ha cambiado la forma de entender el mundo y la vida humana dentro de él.

Toda la realidad es interacción. Esta verdad cotidiana es tan científica como filosófica y política. Esta es la concepción que aporta el desarrollo de la física cuántica para comprender mejor el mundo en que vivimos y para entender de una manera nueva la vida misma.

Nosotros podemos entender mejor el mundo si nos aproximamos a su conocimiento no en términos de cosas –como las piedras que pone Rovelli como ejemplo- sino en términos de interacciones entre las cosas y como las cosas interactúan unas con otras. Esto es verdad no solamente para la Física sino incluso para la Biología. Hoy se entiende la Biología desde la perspectiva de la evolución, es decir, de la forma en que las cosas –las especies vivas- cambian. Como afirma el científico, entendemos a los antílopes porque existen los leones y a los leones porque hay antílopes, no podemos entender a las especies de manera aislada. Los objetos, las cosas, los entes son en realidad nodos de interacciones.

Desde esta perspectiva dinámica y compleja, el yo humano es una inmensa ola de sucesos o acontecimientos en movimiento.

Este es el corazón de la Física cuántica que es una de las partes de la Física moderna según lo explica el profesor Rovelli en la entrevista, pero como él mismo afirma, a pesar de los avances en este campo hay cosas en las que entre más se avanza, al mismo tiempo se entiende menos. Porque no se trata de una teoría “limpia y transparente” sino de un cuerpo de conocimientos en el que tiene que seguirse luchando para entender. Como plantea sabiamente el científico italiano, hemos llegado a entender muchas cosas acerca del mundo pero no somos tan brillantes después de todo, dado que este mundo es inmensamente complicado y vamos comprendiendo algunas partes o pequeñas piezas de él pero seguimos ignorando muchas otras y siguen surgiendo siempre nuevas preguntas.

Sin duda esta nueva perspectiva científica ha dado lugar a interpretaciones sesgadas y aún manipuladas que sobre simplifican los planteamientos de la Física cuántica y aplican de manera literal algunos de sus postulados sin tener en cuanto el contexto en el que se ubican. Contra esta traducción literal se pronuncia también el Dr. Rovelli en la entrevista.

[pull_quote_right](…) la visión de la vida humana como la gran ola de sucesos y de cada persona como un ser en interacción con los demás y con su contexto natural y social tendría que conducir a los educadores a una perspectiva más integral del sujeto educando, no como un ser aislado –como una piedra que permanece igual a sí misma- sino como un ser en relación –un nodo de interacciones humanas y sociales- y en evolución constante[/pull_quote_right]

Pero sin caer en estas interpretaciones simplificadoras y erróneas es posible –el mismo profesor lo plantea también- hacer algunas analogías y estudiar con cuidado y responsabilidad algunas de las implicaciones que tiene el paso de la idea de realidad formada por cosas estáticas y aisladas a la visión del mundo formado por sucesos dinámicos y por interacciones entre cosas y seres vivos.

Para los fines de este espacio de Educación personalizante podemos ubicar al menos cuatro grandes dimensiones en las que tendríamos que cambiar radicalmente nuestra perspectiva educativa. Estas dimensiones están desarrolladas –desde el ángulo del paradigma de la complejidad, totalmente convergente con la visión de Roveli- en mi libro Educación humanista, editado en tres tomos por Gernika.

En primer lugar, concebir la realidad como un conjunto de interacciones y sucesos dinámicos nos lleva a entender el conocimiento no como una serie de conceptos o teorías acabadas y cerradas en sí mismas sino como un proceso dinámico y complejo en el que cada contenido de una asignatura debe ser abordado siempre en su relación con los demás temas de la asignatura en cuestión y en el que cada asignatura debe ser vista como un nodo de interacciones con las demás partes del currículo, de manera que podamos dar el paso de la visión enciclopedista que aún permea los planes de estudio –la educación como acumulación de contenidos aislados- a la visión enciclopedante –la educación como espacio donde se ponen a circular los conocimientos de las diversas disciplinas- tal como lo plantea Edgar Morin.

Por otra parte la visión de la vida humana como la gran ola de sucesos y de cada persona como un ser en interacción con los demás y con su contexto natural y social tendría que conducir a los educadores a una perspectiva más integral del sujeto educando, no como un ser aislado –como una piedra que permanece igual a sí misma- sino como un ser en relación –un nodo de interacciones humanas y sociales- y en evolución constante –como esa ola de acontecimientos que ocurren de manera dinámica- que como afirma el filósofo Xabier Zubiri cada día es él mismo pero nunca es lo mismo porque está en constante cambio.

De la misma manera, el cambio de la visión de cosas a la de sucesos debería orientar la manera en que entendemos la educación en términos de lo social. Porque educamos en una sociedad cambiante –no estática y siempre igual a sí misma- y para una sociedad cambiante –que seguirá moviéndose cuando el educando egrese de la escuela o la universidad- lo cual requiere de una formación no en contenidos rígidos sobre lo que es la sociedad sino en la capacidad de análisis, síntesis y compromiso con la realidad que demanda siempre nuevas formas de entenderse y enfrentarse. Educar personas que sean capaces de hacerse cargo de esa realidad en movimiento resulta fundamental.

Finalmente, en el tema de la educación moral y ciudadana, el cambio de perspectiva sobre la realidad que plantea la visión de interacciones y sucesos también implicaría asumir que los valores no son cosas que estén ahí, siempre iguales a sí mismos sino elementos que surgen de la interacción entre los seres humanos y su entorno natural, entre los seres humanos y los demás seres humanos, entre los seres humanos y la sociedad en la que viven, entre los seres humanos y la especie humana como sujeto colectivo de la historia. Este paso requeriría entonces de nuevas teorías y nuevos métodos de trabajo con los estudiantes que más que enseñar valores se orientaran hacia la educación de la libertad de los educandos.

El gran cambio educativo para enfrentar con pertinencia el cambio de época que hoy vivimos consiste precisamente en dar el paso de una visión simplificadora a una perspectiva compleja del proceso educativo, que en el fondo es el paso de la concepción de un mundo como hecho de cosas –de piedras- a la comprensión del mundo como compuesto de sucesos –como besos- que están en continua transformación.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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