Lado B
Al maestro con cariño
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
16 de mayo, 2017
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“Yo cogí a la Poesía de la mano, y la hice entrar en mi escuela.
Aquí -le dije- andarás como en tu propia casa. Nada te ha de faltar. Ni candela, pues un lucero arde siempre entre nosotros; ni flores -tú que tanto las amas-, ni corazón, ni un laúd de luna y de fe para tus canciones…
Y la hice entrar en mi escuela.
Y ya todo se llenó de su gracia sin palabras, de su celeste aliento creador…
Alguien, incomprensivo, murmuraba:
-¿Pero qué dicen a esto los poetas, desde sus . torres de marfil?.. Y los juglares, ¿qué hacen, cruzados de brazos?.. ¿Adónde vamos a parar?.. “

Juan Berbel.  La poesía.

[dropcap]E[/dropcap]sta semana se celebró en México el día del maestro. He publicado el lunes un artículo sobre el tema pero me parece que hay muchos ángulos desde los que se puede y debería tocar el tema de la relevancia del docente para la construcción de la nueva sociedad que necesitamos con urgencia.

Al maestro con cariño es el título de una muy popular película británica de 1967 dirigida por James Clavell y protagonizada por el gran actor Sidney Poitier cuyo título en inglés es To Sir, with love.

Tomo de la película solamente el título, aunque algo del contenido de este y la mayoría de los buenos filmes sobre maestros tiene relación con la idea central de esta Educación personalizante.

El bello poema de Berbel que elegí como epígrafe habla de un docente que coge a la poesía de la mano y la hace entrar en su escuela, para que ande como en su propia casa. Ahí, en la escuela dice el poeta, no le faltará nada: “Ni candela, pues un lucero arde siempre entre nosotros; ni flores -tú que tanto las amas-, ni corazón, ni un laúd de luna y de fe para tus canciones… “

El poema podría prestarse muy bien para continuar con la reflexión de la semana pasada sobre la importancia del arte en la educación para trabajar en la regeneración de esta cultura de la corrupción, la violencia y la muerte que estamos viviendo con cada vez mayor crudeza en nuestro país y que parece imposible de combatir.

Sin embargo voy a tomar hoy el término poesía en un sentido más amplio, basándome en una de las unidualidades que nos constituyen como seres humanos según Edgar Morin que afirma que los humanos somos seres prosaicos y poéticos.

Según el pensador francés, el ser humano vive en prosa, es decir, realiza actividades mecánicas, rutinarias, indispensables para sobrevivir como trabajar, estudiar, comprar la despensa, arreglar la casa, etc. Se trata de actividades que forman parte indispensable de nuestro funcionamiento individual y social cotidiano y sin las cuales nosotros y la comunidad no podríamos seguir existiendo. Esta es la dimensión prosaica de la vida.

Pero los seres humanos son también seres poéticos, aspiran a vivir “en verso”, es decir, no solamente a sobrevivir sino también a vivir en el sentido humano más amplio de la palabra. De este modo, los seres humanos tienen la necesidad de disfrutar la belleza, de generar relaciones de amistad y vivir la fraternidad, de enamorarse y construir relaciones profundas, de tener una vida interior –una espiritualidad sea o no religiosa- y de experimentar todo aquello que los hace vivir para vivir, sentirse plenamente humanos.

Estas dimensiones no son separables de manera tajante, es decir, el trabajo o el traslado de casa a la oficina siendo actividades prosaicas pueden vivirse de manera poética si somos capaces de verlas con otra mirada –como dice el poema de Villaurrutia– y de realizarlas como parte de un proyecto de vida más amplio y trascendente.

El buen maestro es el que es capaz de vivir su empleo y realizar las actividades propias de su profesión desde el sentido profundo que les da una vocación que se descubre continuamente y se trabaja día a día en el sentido que Hansen entiende el término vocación, es decir, el de encontrar en la profesión que se realiza elementos para la propia realización y para la transformación social.

En otras palabras, el buen maestro es el que vive su actividad educadora de manera poética, experimentando el gozo profundo del encuentro con los educandos, de la búsqueda incesante de conocimiento, de la construcción permanente y no exenta de conflictos de una convivencia escolar pacífica, respetuosa y justa que sea modelo de convivencia social.

El maestro excelente es el que es capaz de vivir en amor su trabajo cotidiano, de descubrir la belleza en el crecimiento académico y humano de cada uno de sus estudiantes, de dar sentido a lo prosaico –el llenado de formatos, las planeaciones y evaluaciones, las actividades de gestión escolar y de la burocracia educativa- desde la perspectiva de lo poético que tiene la misión de educador.

Un profesor que vive de manera poética su actividad es alguien que con mucha naturalidad cogerá a la poesía de la mano y la hará entrar a la escuela, procurará que no le falte nada, ni candela, ni flores, ni corazón y convertirá su aula en un espacio poético donde los educandos se sentirán acogidos, desafiados, motivados e invitados a crecer, a convertirse en agentes de su propia formación.

La educación en México y en el mundo, tan asediada y presionada por las exigencias prosaicas de calidad técnica e instrumental –necesarias sin duda, pero claramente insuficientes- necesita cada vez con más urgencia de profesores capaces de hacer entrar la poesía a su aula, a su patio de recreo, a su escuela, para convertir el proceso educativo en una experiencia poética que le dé sentido a todas las actividades prosaicas que se tienen que realizar cotidianamente.

Por eso la Educación personalizante de hoy se dirige al maestro con cariño, se refiere al maestro con esperanza, se vuelve homenaje e invitación al maestro con este desafío: hagamos entrar la poesía en nuestras escuelas, tomemos de la mano a la poesía y hagamos que en nuestros espacios educativos no le falte nada. Veremos como “…todo se llena de su gracia sin palabras, de su celeste aliento creador”.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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