Ámbar Barrera
Gina Lizeth encontró una manera de describir el mundo a los 14 años. Después de leer poemas de Manuel Acuña y Manuel Gutiérrez Nájera, se sintió cautivada por la musicalidad en la poesía e intentó replicarla en sus propios versos hasta que, mientras estudiaba Lingüística y Literatura Hispánica en la BUAP, tomó sus primeros talleres de escritura y poesía.
El pasado 30 de marzo, Gina Lizeth presentó su tercer poemario Todos estos fuegos bajo el sello de Ediciones Ají, en su colección titulada Chile Verde, una producción artesanal que incluye ilustraciones de la joven artista poblana Wichis Montiel.
Mucho antes de pensar en publicar cualquier libro, Gina tomó un taller durante tres años con el escritor Enrique Pimentel y vivió una etapa que ella define “como una constante reflexión autocrítica”. Asimismo, tuvo la oportunidad de trabajar con el escritor poblano Gilberto Castellanos durante sus últimos meses de vida, ayudándolo a editar sus poemas y leyéndole en voz alta, ya que su vida estaba muy deteriorada.
Gina recuerda con precisión: “En abril de hace 7 años, él muere junto a mí y eso me marca”. A partir de ese momento, comenzó a cuestionarse sobre lo que buscaba de la poesía y para qué le servía.
En los años siguientes, Gina decidió que “La poesía es un medio para servir, para sembrar una semilla de amor incondicional en la vida. Es así porque para la escritora, “la poesía está más allá de cualquier proceso de escritura”. Entonces publicó dos poemarios: Trazamar y Efluvio en las rendijas.
La muerte de su padre también marcó profundamente la vida de Gina y Todos esos fuegos es la edición de los textos que realizó durante el tiempo en que su padre enfermó.
–Para mí el fuego es transformación y la muerte es también transformación. Esas muertes han sido dolorosas, pero tremendamente aleccionadoras. El fuego transmuta metales, es la alquimia. Y la muerte es lo que nos transmuta a nosotros.
Tres poemas
Los siguientes poemas están incluidos en Todos estos fuegos, que puede conseguirse a través del facebook de la autora y de Paloma Villalobos, de ediciones Ají.
DESPUÉS DE TODOS ESTOS FUEGOS
finalmente no sé qué son las olas
… pero sé que las olas no son candiles
que penetran la noche; ni trepidares ni cántaros
ni precipitaciones.
Las olas no son pliegues de venas en el aire,
ni sales que carcomen la angostura del bote.
Las olas no son esto que exhala y que se pierde,
que inhala y se recrea.
No sé qué carajo son las olas
que despliega tu piel en la distancia.
Sé que llegaron
con su lengua inmediata
a llevarse mis islas,
a engullirse las tramas de mi nombre.
PADRE, MIDO TUS DÍAS,
las sombras de tu comida,
las gotas en declive
de tus pasos.
Ha crecido la historia…
han virado sus quillas
nuestros barcos.
MI JAGUARA SUBE
por las escaleras,
me desbarata
con su sombra…
sus garras traseras
agitan
la muchedumbre solitaria
de todas mis cabezas.
PERIODISMO DE LO POSIBLE
CANIJO CONEJO
