Lado B
Gentrificación en Puebla: segregación social y pobreza urbana en pro del turismo
Paradójicamente, desplazar a los habitantes originales del centro causará la pérdida de tradiciones e identidad, que es parte de la plusvalía de la zona
Por Samantha Paéz @samantras
26 de marzo, 2017
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Foto: Marlene Martínez

Samantha Páez

@samantras

Es cada vez más común caminar por las calles del centro de Puebla y encontrar que una vecindad, tiendita, farmacia o mueblería se han convertido en un hotel, restaurante o departamentos de lujo.

Si bien esto representa grandes ganancias para los dueños de los inmuebles, también ocasiona que las personas que tradicionalmente vivían en la zona se vayan, porque sus viviendas se transformaron en otra cosa o porque ya es muy caro vivir allí.

A este proceso de expulsión de los habitantes originarios de una colonia o barrio por la especulación de la tierra, que puede ser con fines comerciales o habitacionales, se llama gentrificación y es un fenómeno que se ha dado en muchas ciudades del mundo, como Barcelona, París, Nueva York o la ciudad de México.

La gentrificación implica muchos factores negativos, como desigualdad social, pobreza urbana, pérdida de tradiciones, conflictos sociales y afectaciones al patrimonio histórico, si el gobierno municipal no regula su desarrollo.

Pero vayamos por partes.

¿Qué es gentrificación?

La gentrificación tiene como raíz la palabra inglesa gentry, en referencia a las clases altas. La urbanista Melissa Schumacher González la define como un proceso donde la población originaria de un sitio es desplazada por una nueva, cambiando el estilo de vida de un barrio, colonia o pueblo por precios de vida más caros.

En el libro Gentrification, los autores Loreta Lees, Tom Slater y Elvin Wily, dicen que “es un fenómeno económico, cultural, político y social que básicamente consiste en la revaloración de barrios centrales deteriorados y habitados por población de bajos ingresos, que una vez rehabilitados se destinan a la residencia de clases medias”.

A fin de cuentas se habla de la expulsión de los habitantes originales para favorecer a poblaciones con más y mejores recursos económicos, lo cual en muchas de las ocasiones genera conflictos.

Foto: Marlene Martínez

¿Qué tipo de gentrificación ocurre en Puebla?

Lees, Slater y Wily mencionan diferentes tipos de gentrificación: estudiantificación (cuando los barrios son ocupados por estudiantes de clase media por la cercanía a su universidad), boutiquización (pequeño comercio de lujo desplaza la función habitacional de bajos ingresos), turistificación (transformación de barrios en enclaves destinados fundamental o exclusivamente para turistas), gentrificación rural (invasión de clases medias en busca de un alojamiento permanente o residencial cerca del campo) y urbanismo colonizador (proceso de barrios, pueblos costeros o centros históricos del llamado tercer mundo para destinarlos fundamentalmente al consumo de clases medias del primer mundo).

Para las académicas Lorena Cabrera Montiel (Universidad Iberoamericana de Puebla) y Adriana Hernández Sánchez (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla) la gentrificación en el centro de Puebla es del tipo turistificación, ya que son los espacios para visitantes los que han ocupado el territorio, más que para un uso habitacional como sucede en la ciudad de México.

La regidora Myriam Arabián Couttolenc reconoció que existe una preocupación de que el centro histórico tenga sólo un giro comercial y para turistas, porque –a su parecer- será una ciudad que no tiene vida o que se puede venir abajo si pasa de moda para el turismo.

¿Cómo ha sido el proceso de gentrificación?

Cabrera Montiel y Hernández Sánchez coincidieron en que el proceso de gentrificación en la ciudad ha sido gradual, desde el proyecto del Paseo del río de San Francisco, y con poca resistencia de la población.

El proyecto en la ribera del río San Francisco comenzó en 1993 con el gobernador –hoy senador- Manuel Bartlett Díaz, y contemplaba de forma inicial 27 manzanas de los barrios El Alto, La Luz, Analco, Xanenetla, Los Sapos, El Parián, El Barrio del Artista y San Francisco, pero la oposición de los dueños de los predios y la falta de autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) limitó el plan a seis manzanas, con 52 inmuebles, donde se edificaron un centro de convenciones, jardines, andadores, una plaza comercial, un estacionamiento, oficinas gubernamentales, dos hoteles y una galería de arte.

Al final los dueños de los predios expropiados quedaron inconformes por el monto pagado, además no se concluyeron las viviendas que se tenían planeadas y los locales de la plaza comercial no están ocupados en su mayoría. Asimismo en las manzanas circundantes el uso habitacional en vecindades para ocupantes de menores ingresos disminuyó de 53 a 8%.

Lorena Cabrera explicó que en el resto del centro, la gentrificación se acompaña de una política de regeneración de los inmuebles, aunque sólo para beneficio privado porque sí ha habido desplazamiento de los pobladores, sobre todo hacia calles más alejadas o a la periferia de la ciudad.

Foto: Marlene Martínez

¿Conlleva beneficios o perjuicios?

Francisco Sabatini, profesor asociado del Lincoln Institute of Land Policy, de Estados Unidos, dijo durante una entrevista en el marco del Curso sobre Políticas de Suelo Urbano para Periodistas Latinoamericanos (que se realizó del 13 al 15 de marzo en Buenos Aires, Argentina) que si bien la gentrificación tiene algunos impactos positivos, como son la recuperación de inmuebles deteriorados y la convivencia entre personas de diferentes estratos sociales, también implica segregación social y pobreza urbana.

El también investigador de la Universidad Católica de Chile explicó que la segregación social se genera debido a que los antiguos habitantes se tienen que desplazar a la periferia, donde hay vivienda más barata, lo que les excluye de servicios, transporte y vivienda digna. Mientras que la pobreza se genera porque al desplazarse a la periferia tienen que gastar más en movilidad y en servicios.

De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), las familias de escasos recursos en las zonas urbanas destinan hasta el 52% de su ingreso para trasladarse.

Adriana Hernández advirtió que el desplazamiento de los habitantes originales del centro conllevará la pérdida de tradiciones e identidad, que es parte de la plusvalía que inicialmente tiene la zona monumental para el turismo.

Por su parte, Rosalva Loreto López y Moisés Morales Arizmendi, del Consejo Ciudadano del Centro Histórico, señalaron que el patrimonio cultural sí se verá afectado porque se adecuan los espacios de la ciudad por la mayor demanda de servicios y estacionamientos.

Los especialistas resaltaron que el centro histórico tiene su propio ecosistema, el cual tiene que tener cierta estabilidad para su conservación, y por lo tanto su ocupación no puede ser exponencial.

¿Cómo se pueden aminorar los impactos negativos?

Para contrarrestar los perjuicios de la gentrificación la especialista de la BUAP recomendó que el municipio de Puebla establezca una normativa que garantice la permanencia de las personas que viven en el centro desde hace varias generaciones, porque ése es el valor de los barrios del centro histórico y con ello se mantienen las tradiciones, que también son parte del patrimonio cultural.

Sabatini, a su vez, propone que el 30% del espacio en los primeros cuadros destinado a viviendas, se destine a vivienda accesible para la población originaria, de modo que puedan permanecer en la zona y no exista la estratificación social.

Desde el punto de vista del sociólogo y experto en planificación urbana, el gobierno regularía y corregiría la dinámica del mercado a través de normas de urbanización, uso de suelo y código de construcción, de tal forma que sí se permita la inversión en el centro histórico pero no se expulse a los habitantes de bajos ingresos.

Rosalva Loreto agregó que sería importante la intervención y defensa por parte de los pobladores, académicos y pequeños comerciantes.

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Autor Lado B
Samantha Paéz
Soy periodista y activista. Tengo especial interés en los temas de género y libertad de expresión. Dirigí por 3 años el Observatorio de Violencia de Género en Medios de Comunicación (OVIGEM). Formo parte de la Red Puebla de Periodistas. También escribo cuentos de ciencia ficción.
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