Lado B
El arduo trabajo del amor
“El romanticismo no ha sido de ayuda para nosotros” dice Botton. “Es una filosofía dura”.
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
15 de febrero, 2017
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Pareja-

Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“La persona que se acomoda mejor a nosotros no es la persona que comparte cada uno de nuestros gustos (él o ella no existen), sino la persona que puede negociar las diferencias de gustos inteligentemente –la persona que es buena en el desacuerdo-. Más que una idea de complementariedad perfecta, es la capacidad de tolerar las diferencias con generosidad la que es el verdadero signo de la “no demasiado incorrecta” persona. La compatibilidad es un logro del amor; no debe ser su precondición”.

Alain de Botton. Why You Will Marry the Wrong Person.

[dropcap]A[/dropcap] pesar de la era de Trump y el renacimiento del rechazo a lo estadounidense que ha generado en muchos mexicanos, hay una gran influencia cultural de ese país que ha ido permeando nuestras formas de vida y cuyas manifestaciones será prácticamente imposible desechar. Algunas de estas manifestaciones de la influencia –imposición o mezcla- cultural del vecino del norte en nuestro país son las celebraciones de algunas fechas que hace algunas décadas no se veían en México.

Es el caso del 14 de febrero en el que se festeja el llamado “Día del amor y la amistad”, una celebración que ha ido permeando cada vez con mayor fuerza nuestra sociedad y que tiene ya un enorme arraigo entre los jóvenes. El día de ayer en muchas casas, escuelas y universidades, incluso en empresas u oficinas, seguramente se hicieron regalos entre amigos y los restaurantes tuvieron un día especial en el que muchas parejas salieron a celebrar su amor.

Es por ello –e independientemente de ello, puesto que el amor es una dimensión fundamental de la vida humana- que dedico la Educación personalizante de hoy a analizar un poco el tema del amor y a plantear algunos elementos que podrían ser útiles si queremos educar en el amor y para el amor a nuestras nuevas generaciones, cosa que más allá de cursilerías es una necesidad apremiante para contribuir a la regeneración de esta sociedad de consumo, centrada en la formación para la vida prosaica –en términos de Morin la vida centrada en la supervivencia- y carente de elementos esenciales para formar en la vida poética –la vida que tiene que ver con la aspiración exclusivamente humana de vivir para vivir-.

Voy a centrarme en dos ideas fundamentales que surgen a partir de la escucha del podcast On being en el que entrevistan al escritor y filósofo inglés Alain de Botton y la lectura del ensayo “Why you will marry the wrong person” –Por qué te casarás con la persona equivocada- de su autoría, que fue el artículo más leído en el año 2016 en el New York Times. 

Las dos ideas fundamentales que destaco a partir de estos materiales son: la idea del amor romántico que ha permeado la cultura occidental durante más de dos siglos y ha sido fuertemente reforzada por las novelas rosa y las películas de Hollywood ha hecho un gran daño en el tema de la educación para el amor de las generaciones contemporáneas y, el amor es un arduo trabajo a partir de una decisión basada en la aprehensión de valor y no un simple sentimiento espontáneo o una cuestión de sentir “mariposas en el estómago”.

[pull_quote_right]Educar en el amor y para el amor entonces, en la familia y en la escuela, tendrá que ser un proceso en el que se vaya testificando y explicitando este cambio paradigmático que va del amor romántico al amor realmente humano, entendido como un esfuerzo diario y permanente que tiene gozo, sufrimiento, enojo, pasión, realización y frustración[/pull_quote_right]

Vayamos a la primera idea: el filósofo De Botton plantea en la entrevista que la mayoría de los fracasos en las relaciones amorosas y en los matrimonios parte de la idea falsa –producto de la visión romántica del amor- que tiene que ver con que la compatibilidad es una precondición –física, visceral, emocionalmente espontánea- para el amor y que el amor surge “a primera vista” cuando se da una comunicación en la que “no hacen falta palabras” entre los enamorados puesto que se entienden tan profundamente que se adivinan el pensamiento. Suponer estas cosas y generarse una visión ideal de la otra persona que no tiene nada que ver con el día a día y con los detalles de la convivencia cotidiana condena a la relación al fracaso puesto que no existe esta persona ideal que tiene exactamente los mismos gustos que nosotros y no hay ninguna pareja humana que pueda entenderse en todos los elementos de la vida cotidiana a los que se concede poca importancia –la forma en que usa la pasta de dientes o si ordena su ropa o no- pero son vitales para mantener el amor.

De modo que la persona correcta –o menos incorrecta como dice Botton- para nosotros es la que está dispuesta a tolerar las diferencias con generosidad y a dialogar inteligentemente sobre los desacuerdos. Del mismo modo nosotros seremos los correctos para la otra persona si estamos dispuestos a hacer lo mismo por ella y con ella.

La visión del amor romántico propio de las novelas nos deja una imagen idealista y falsa de lo que es realmente el amor puesto que lo plantea en una especie de paraíso estático en el que el mundo y el tiempo se quedan detenidos en una mirada o en un beso antes de que aparezca la palabra FIN, pero no nos dice qué pasó al día siguiente o en el momento que sucedió después de ese momento mágico. Nadie nos plantea a la señora Capuleto preparando la comida o cuidando a los hijos al salir de su oficina y al Sr. Montesco llegando cansado e irritado del trabajo a atender las tareas escolares de sus niños. La Literatura y las películas nos plantean el momento idealizado del amor –fuera de la realidad cotidiana- entre Romeo y Julieta.

El amor no es entonces esa etapa mágica del enamoramiento. Esta es apenas la semilla del amor que tendrá que irse construyendo en un camino arduo y con altas y bajas pero en la convicción de que vale la pena hacerlo porque esta relación nos hace mejores personas a ambos.

Para lograrlo, dice el filósofo inglés, “necesitamos cambiar la visión romántica del amor por la consciencia trágica ( y en ciertos puntos también cómica)   de que cada ser humano nos frustrará, enojará, molestará, enloquecerá y decepcionará –y nosotros (sin ninguna malicia) haremos lo mismo con él…” porque somos humanos y el amor consiste entonces no en encontrar al ser humano perfecto que no nos cause ninguna contrariedad sino en encontrar a alguien que esté dispuesto a compartir estas contrariedades y a padecer y gozar con nosotros el camino de la vida que estará lleno de estos momentos imperfectos.

Educar en el amor y para el amor entonces, en la familia y en la escuela, tendrá que ser un proceso en el que se vaya testificando y explicitando este cambio paradigmático que va del amor romántico al amor realmente humano, entendido como un esfuerzo diario y permanente que tiene gozo, sufrimiento, enojo, pasión, realización y frustración pero es el único espacio con la profundidad y la calidad humana necesarias para irnos construyendo como personas, siempre imperfectas pero siempre abiertas a mejorar, siempre ya y todavía no.

“El romanticismo no ha sido de ayuda para nosotros” dice Botton. “Es una filosofía dura”. Es por ello que “…deberíamos aprender a acomodarnos a la “equivocación”, esforzándonos siempre por adoptar una perspectiva más compasiva, humorística y amable en sus múltiples ejemplos en nosotros mismos y en nuestros compañeros o compañeras”. He aquí un enorme reto educativo.

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  1. Todas las citas textuales que aparecen en la columna de hoy fueron traducidas libremente del inglés por quien esto escribe.
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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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