Lado B
Swiss Army Man, de lo absurdo a la genialidad
Los directores Dan Kwan y Daniel Scheinert debutaron este año con una de las películas más cuestionadas del Festival de Sundance
Por Héctor Jesús Cristino Lucas @
01 de diciembre, 2016
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Héctor Jesús Cristino Lucas

[dropcap]C[/dropcap]uando Los Parecidos, la película emblema del director mexicano Isaac Ezban, se estrenó oficialmente en septiembre de este año la crítica quedó convencida de que se trataba de una de las mejores películas inventivas de los últimos tiempos, calificándola incluso como una odisea de locura, rareza y ciencia ficción como pocas en nuestro siglo. El sitio web Taste Of Cinema mencionó: “Perfecta combinación de Terry Gilliam, Jeunet, Hitchcock, La Dimensión desconocida y Body Snatchers”. Mientras que el portal del séptimo arte Britflicks la elogió comparándola: “Como una versión de Esperando a Godot en ácidos combinada con Being John Malkovich”.

Curiosamente, esta última crítica dio en el clavo para describirla. Mucho en la manufactura de Los Parecidos, como en ciertas películas de ciencia ficción y/o cine fantástico, están plagadas de elementos que definieron alguna vez el famoso Teatro del Absurdo. Y como lo dijo Britflicks, Esperando a Godot de Samuel Beckett es uno de los productos más acabado de dicha vanguardia surgida en la década de los años 40s; sin embargo, no fue hasta inicio de los 60s que recibiría este nombre gracias al libro del productor y guionista británico Martin Esslin: El Teatro del absurdo, que definió, de una vez y para siempre, de lo que trataban todas estas -“ilógicas”- obras.

https://www.youtube.com/watch?v=YYJ0k53ZqCo

El término define historias cargadas de situaciones extrañas, repetitivas e hilarantes que a primera vista parecen no tener ni la más mínima pizca de sentido, y cuya finalidad es romper con los famosos cánones aristotélicos, es decir, argumentos lineales. Estos relatos que por supuesto no son narraciones sin sentido, ya que a través  de su inmenso “sinsentido” son capaces de generar crítica social y hasta existencialista de la vida cotidiana. Es decir, es una forma de cuestionar nuestro día a día de manera bastante cómica, o bien, como comúnmente se hacía, tragicómica hasta más no poder.

El Teatro del Absurdo, de hecho, le debe bastante al surrealismo, al Manifiesto de André Bretón y a las operas primas de Luis Buñuel y Dalí, porque, de alguna manera, emulaban esta situación sinsentido sólo transmitida a través de los sueños. Así lo hizo Jodorowsky al adaptar a celuloide Fando y Lis en el 68, con la casi astral y alegórica marcha que emprenden sus dos protagonistas a la extraña ciudad de Tar. Así lo hizo, codeándose con el suspenso, el horror y la ciencia ficción, Isaac Ezban con Los Parecidos. Así Lanthimos retuerce y cuestiona significados con su crudo Kynódontas. Y, sin duda alguna, así lo logra Swiss Army Man con su excéntrica comedia.

Los directores Dan Kwan y Daniel Scheinert debutaron este año con una de las películas más cuestionadas del Festival de Sundance -sólo quizás cercana a lo sucedido con el The Neon Demon de Widing Refn en Cannes-, ya que se decía en redes sociales y sitios de internet que muy poca gente se quedó en la sala del cine hasta el término de la película. Swiss Army Man es un film bastante, bastante, bastante curioso. Un film no sólo imposible de clasificar, ya que se mueve con maestría de un lado a otro entre diversos géneros, y lo que es mejor, sin morir en el intento, sino también complicado de comprender más allá de su aparente argumento.

Pues bien, sería abusar de estúpido definir a esta película como una simple comedia americana. En sus entrañas habita un imponente halo ensordecedor, casi único, misterioso y angustiante que, pese a resultar divertido en la mayoría de las veces, no la exenta de ser más profunda de lo que aparenta. Swiss Army Man es el ejemplo perfecto de lo que el Teatro del Absurdo intentaba retratar con sus puestas en escena: una sátira social, una burla descarada y una penetrante reflexión. Es emblemática y encantadora. El film no deja caer todo su peso en un género, sino que lo esparce de forma exquisita en cada uno de ellos: comedia, drama e incluso, surrealismo puro.

La mayoría de los sucesos aquí, aparentemente, no tienen sentido, pero mientras más avanza la película te darás cuenta de que eso es lo que menos importa. Dentro de este micromundo al menos, y así como en Esperando a Godot hay otras reglas que no obedecen a las nuestras. Otra lógica que con hilarantes sucesos te van convenciendo de su excéntrica veracidad sin caer en lo ridículo o risible.

Y es que uno creería que después de lo sucedido en el Festival de Sundance la película pasaría sin pena ni gloria, pero no es así. Un crítico de The Hollywood Reporter no pudo describirla de mejor manera:

[pull_quote_center]Hay que darle el crédito a los directores y a los dos actores protagonistas por hacer que, algo que suena como una extensa acumulación de gags físicos y humorísticos extremadamente infantiles, se convierta en algo extrañamente poético y misteriosamente emotivo.[/pull_quote_center]

Esta película es una joya del cine independiente contemporáneo que, al menos en nuestro país, ha pasado sin pena ni gloria. Las salas del cine han sido escasas, y muy poca gente apreció semejante legado destinado a convertirse un referente de culto. ¿La razón? Una película que pudo haber sido tachada como una comedia barata, una más del montón, está muy lejos de esos calificativos, más bien es, desde ya, un referente del cine fantástico o no, del cine surrealista o no. Sin embargo, las buenas noticias es que la distribuidora Cine Caníbal, que por cierto nos ha traído magníficas cintas independientes como Detachment, Michael o Perfect Sense, será la encargada de distribuirla en todo México.

Hace ya unos ayeres, por cierto, avisé del estreno de ésta y otras tantas películas -Como Don’t Breathe de Fede Álvarez o 31 de Rob Zombie– que verían su estreno este año, y mencioné que muchos críticos comparaban a Swiss Army Man con la película de Ted Kotcheff Weekend at Bernie’s debido al gran parecido argumental que poseían. Pues bien, debemos aclarar ahora y para siempre que no existe ni mínima comparación. La opera prima de los dos Daniels se deslinda por completo de algo que hayamos visto anteriormente. Una obra que incluso sobrepasa a sus actores, dejando el legado de Daniel Radcliffe como el famoso mago Harry Potter fuera del mapa.

Pocas veces se puede presumir acerca de esto. Un film cuya importancia radica en la historia más allá que en el peso de su actor. Así como en Under the Skin de Jonathan Glazer, donde Scarlett Johansson dejó de ser Scarlett Johansson -pese a su primer desnudo integral- para unirse a un todo. A un intenso thriller de ciencia ficción donde lo importante iba mucho más allá que un simple protagonismo.

Y este tipo de películas justamente por ser operas primas, pequeñas pero significativas, intimistas, personales, son bastante apegadas a sus creadores. Hacen resaltar la enorme pasión en cada detalle. Se nota, por ejemplo, que Dan Kwan y Daniel Scheinert son dos cinéfilos empedernidos que, como los Hermanos Duffer en Stranger Things, no pueden dejar de hacer homenajes a todo lo que inspiró en su carrera. Aquí, no cabe duda, Steven Spielberg tiene mucho que ver, sobre todo con las obvias referencias a películas como E.T. o la emblemática banda sonora de Jurassic Park. He aquí un producto pequeño pero con gran corazón.

No lo neguemos, sin duda alguna estos sujetos han dado en el clavo. ¿Cómo es posible que de la comedia, tan llena de erecciones incontrolables y flatulencias desenfrenadas, nos transporte después a un drama existencialista nada risible? ¿Cómo es posible que algo tan excéntrico e hilarante pueda llegar a ser a la vez tan profundo y emotivo? ¿Cómo algo sinsentido pueda de pronto poseer tanto? Pues bien, ese halo de misterio y profunda confusión habita en este tipo obras denominadas Teatro de lo Absurdo. Y Swiss Army Man es casi una obra de teatro. Poética, surrealista y extraña, pero he ahí su encanto… un encanto que va de lo absurdo a la genialidad.

Sinopsis:

Hank es un náufrago suicida que se encuentra solo en una isla desierta, o eso cree. Un día descubre un cadáver en la orilla, con quien entabla una extraña amistad. Juntos emprenden un viaje surrealista y plagado de flatulencias en un intento de regresar a casa.

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Autor Lado B
Héctor Jesús Cristino Lucas
Héctor Jesús Cristino Lucas resulta un individuo poco sofisticado que atreve a llamarse “escritor” de cuentos torcidos y poemas absurdos. Amante de la literatura fantástica y de horror, cuyos maestros imprescindibles siempre han sido para él: Stephen King, Allan Poe, Clive Barker y Lovecraft. Desequilibrado en sus haberes existenciales quien no puede dejar (tras constantes rehabilitaciones) el amor casi parafílico que le tiene al séptimo arte. Alabando principalmente el rocambolesco género del terror en toda su enferma diversidad: gore, zombies, caníbales, vampiros, snuff, slashers y todo lo que falte. A su corta edad ha ido acumulando logros insignificantes como: Primer lugar en el noveno concurso de expresión literaria El joven y la mar, auspiciado por la Secretaría De Marina en el 2009, con su cuento: “Ojos ahogados, las estrellas brillan sobre el mar”. Y autor de los libros: Antología de un loco, tomo I y II publicados el 1° de Julio del 2011 en Acapulco Guerrero. Aún en venta en dicho Estado. Todas sus insanias pueden ser vistas en su sitio web oficial. http://www.lecturaoscura.jimdo.com
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