“Amargas son las raíces del estudio, pero los frutos son dulces”.
Catón el joven.
[dropcap]E[/dropcap]stuve en España unos días de la segunda quincena de septiembre que por el calendario europeo, eran justamente los primeros días del nuevo ciclo escolar 2016-2017. Un tema recurrente en la radio, la televisión y los diarios durante prácticamente toda mi estancia fue el del debate social creciente sobre el tema de las tareas escolares.
Los noticiarios entrevistaban diariamente expertos y actores del proceso educativo para conocer sus puntos de vista sobre el por qué hay un reclamo cada vez más fuerte sobre todo de los padres de familia para que se prohíba a los profesores dejar tareas a los niños para realizar en casa.
El siguiente párrafo plantea en términos generales el contexto de este reclamo social:
“Cuando llegan los niños a casa después del colegio y se disponen a hacer sus deberes, la actitud de los padres es muy diferente según estén a favor o en contra de la realización de estas tareas. No hay duda de que cada familia es un mundo y de que las circunstancias personales y profesionales de los padres condicionan en gran medida la aceptación de que los niños continúen con labores escolares en el hogar”.
Las razones de quienes están a favor de que sigan asignándose tareas a los estudiantes son, según este reportaje del diario ABC, en términos generales:
Algunas recomendaciones de quienes están a favor son que el tiempo de dedicación no sea excesivo (entre 30 y 60 minutos en primaria, aumentando progresivamente en los siguientes niveles) y que los distintos profesores de un mismo grado escolar se pongan de acuerdo y se coordinen para no enviar el mismo día una cantidad excesiva de tareas.
Quienes están en contra argumentan por el contrario que las tareas:
Si bien en este diario se plantea que existen padres a favor y en contra de las tareas escolares según las circunstancias personales y profesionales de cada familia y describe argumentos de ambos lados, en la mayoría de los programas que pude ver y de las notas periodísticas que leí, la postura dominante era en contra de que se les dejen actividades extraescolares a los niños.
En las redes sociales ya han aparecido por aquí algunos ecos de este debate. Hay una nota de una página llamada Badabun que ha circulado desde hace algún tiempo y que bajo un título bastante amarillista –“Aterrador descubrimiento: la ONU pide prohibir las tareas escolares en todo el mundo”- plantea toda una serie de daños que las tareas escolares hacen a los niños y citando al profesor Harris Cooper de Duke University –tergiversando en realidad su postura, como veremos más adelante- afirma que las investigaciones demuestran que salvo raras excepciones, la relación entre la cantidad de tarea que hacen los estudiantes y sus logros en términos de aprendizaje no es estadísticamente significativa.
La cita de esta investigación realizada en Duke por el profesor Cooper había llamado mi atención cuando vi por primera vez este post en Facebook. Resulta que por azares del destino, escuchando este fin de semana el podcast de la escuela de Educación de la Universidad de Harvard que recomiendo ampliamente –su título es Harvard Edcast y puede escucharse en esta liga– el episodio de esta semana estuvo dedicado a este tema y el invitado fue precisamente el Dr. Cooper de la Universidad de Duke para hablar del tema de las tareas escolares.
Contrario a lo que lo hacen decir en la página antes citada, el profesor Cooper, quien lleva más de veinticinco años investigando y escribiendo sobre este tema, afirma categóricamente que “Todos los niños deberían hacer tarea” puesto que los beneficios de la tarea son enormes como para ignorarlos. Es cierto, dice el investigador –y esta es la única parte que toman y manipulan en el post referido- que el exceso de tareas resulta contraproducente, pero una cantidad adecuada de tarea, bien planeada en términos pedagógicos resulta altamente positiva para la formación de los niños.
La realización de tareas no solamente es importante para reforzar las habilidades aprendidas durante el tiempo escolar sino que además enseña al alumno cuestiones relevantes sobre el manejo del tiempo, desarrolla habilidades de estudio y de aprendizaje independiente y mantiene a los padres conectados con el aprendizaje de sus hijos.
[quote_right]Contrario a lo que lo hacen decir en la página antes citada, el profesor Cooper, quien lleva más de veinticinco años investigando y escribiendo sobre este tema, afirma categóricamente que “Todos los niños deberían hacer tarea”[/quote_right]
El profesor Cooper señala como un parámetro “la regla del 10” para calcular el tiempo que los alumnos deben pasar haciendo tarea por las tardes. El factor 10 es el tiempo en minutos que se multiplica por el grado escolar que cursa el niño o el joven, de manera que si un niño cursa el tercer grado, debería en promedio dedicar treinta minutos a hacer tarea y así sucesivamente conforme va avanzando en grados escolares.
Si la tarea está bien planeada en términos del tiempo y de la intención pedagógica que refuerce y complemente lo aprendido durante el día en el aula, resulta una parte fundamental en el desarrollo de los estudiantes que les va a servir para toda la vida. Esto lo demuestran investigaciones en las que incluso se han comparado grupos experimentales y de control, unos que realizan tareas y otros que no, evaluando su desempeño y aprendizaje posteriores.
Apelando a su experiencia personal y a lo vivido con sus hijos cuando tuvieron edad escolar, el Dr. Cooper afirma que la tarea no debe resultar problemática en absoluto para los niños ni para los padres de familia.
Como reflexión final voy a enfocar mi atención en el último punto que señala el investigador de Duke: las tareas permiten a los padres mantenerse conectados con el proceso de formación de sus hijos. Me fijo en este elemento porque la mayoría de los argumentos que escuché en el debate de la sociedad española en la que ha habido incluso algunos casos de grupos de padres de familia que han hecho “huelga de deberes”, poniéndose de acuerdo para que ningún niño realice las tareas que les encargan sus profesores, tenían que ver más que con elementos pedagógicos, con temas relacionados con la “felicidad” de los niños y de las familias y con la comodidad de no tener que estar pendientes del trabajo que llevan sus hijos a casa.
Tal parece que en el caso de las tareas como en muchos otros, la idea es desentenderse de la formación de los hijos y delegarla absolutamente en el profesor y en la escuela sin asumir la corresponsabilidad que le toca a los padres y la necesidad, como indica el profesor Cooper, de hacer equipo con los profesores para contribuir a la formación de los niños.
Es cierto: mucho de este clamor en contra de las tareas se debe a que vivimos tiempos en los que se quiere obtener los frutos dulces sin aceptar las raíces amargas.