Lado B
Matria: en búsqueda del eslabón y el país perdidos
Por Jaime López Blanco @
20 de septiembre, 2016
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Jaime López

@JaimeComunidad3

[dropcap]F[/dropcap]ernando Llanos es un artista multidisciplinario que sintió la necesidad de contar la historia de su abuelo, Antolín Jiménez, a raíz del mutismo y misterio que su propia familia  mantenía sobre la figura de su antecesor. Esto a pesar de que Antolín había sido presidente de la Asociación Nacional de Charros, compañero de batalla del célebre Pancho Villa y autor de la conformación de una legión de hombres montados a caballo, misma que debía repeler una poco probable invasión nazi a México.

poster_matria¿Por qué tanto sigilo alrededor de una vida tan ecléctica, vistosa y rica en anécdotas? ¿Por qué no presumir a los cuatros vientos los logros de Jiménez? Dichas preguntas, y varios archivos resguardados en la casa de su abuela (mezcla de fuentes hemerográficas y fotográficas), fueron las principales motivaciones de Llanos para construir una historia que constituye no únicamente su ópera prima, sino también la metáfora de un país que, en diversas ocasiones, ha preferido mantener enterrados los secretos, vicios y vergüenzas de su historia política.

Matria, un título que deriva de la fusión entre los términos patria y madre, es explicado por el director como una forma de querer ver a México a través de otros ojos: los ojos amorosos de los hijos para con su propia madre o viceversa. También intenta ser la catarsis personal del autor, una manera para exorcizarse de su legado familiar.

El resultado es un documental honesto que, en tan sólo 63 minutos, sabe amalgamar una historia personal (poseedora de sus propios claroscuros) con la historia de una nación condenada a repetir sus yerros. Asimismo, Fernando Llanos se erige como una especie de mordaz narrador omnipresente, quien a la vez desarrolla el papel de un contundente reportero investigador.

El ejercicio cinematográfico de Llanos, en el cual fue asesorado por un gran equipo de expertos en cuestión de narrativa audiovisual (por ejemplo, el escritor Guillermo Arriaga o la productora Martha Sosa), logra atrapar al espectador de principio a fin, haciéndolo partícipe de esa búsqueda afanosa de las respuestas a los cuestionamientos del realizador.

Y dicho realizador no pierde la oportunidad de imprimir su propio sello artístico, al enfundarse en traje de charro y recorrer los pasos de su abuelo, en un conjunto de simbolismos consistentes en hacerles ver, o recordarles, a los espectadores que si no se ponen la camiseta de su país, ni se vuelven parte activa de sus propias existencias, terminarán por heredar a las siguientes generaciones los pecados familiares, sean éstos conocidos o no.

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Autor Lado B
Jaime López Blanco
Reportero comunitario. Junkie del séptimo arte. Documentalista de guerrilla; dos veces finalista del Festival Internacional de la Imagen (FINI) de Pachuca, Hidalgo; en una de ellas, primer lugar en la categoría de Cortometraje Estudiantil. Constante aprendiz de periodista cultural. Sueña con que algún día las notas bonsai sean sustituidas por los textos de raíces profundas, amenos y reflexivos. Comunicólogo que aspira a no ser un escritor fugaz dentro del sobrepoblado firmamento de las letras.
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