Lado B
La escritura experimental de César Aira
a mayoría de los autores nos han acostumbrado a una totalidad, en el sentido de que la obra debe poseer, de manera estricta, una lógica que se antoja superior, una unidad de sentido, pero ¿qué sucede cuando el autor no piensa en esto como recurso para contar historias?
Por José Luis Prado @pepepradog
11 de septiembre, 2016
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José Luis Prado

@pepepradog

[dropcap]L[/dropcap]a mayoría de los autores nos han acostumbrado a una totalidad, en el sentido de que la obra debe poseer, de manera estricta, una lógica que se antoja superior, una unidad de sentido, pero ¿qué sucede cuando el autor no piensa en esto como recurso para contar historias? Para César Aira cada escritura de sus libros es un nuevo experimento; de modo irónico, me parece, el autor argentino se refiere al trabajo de otros autores que mantienen un registro parecido en su obra “quizá los escritores que tienen una autoestima más alta, encuentran que han dado lo mejor de sí, que lo han hecho bien y lo siguen haciendo igual”.

En el caso del autor de El santo (Random House Mondadori, 2015) no es así, parece que César Aira, en cada libro nuevo, está probando una nueva búsqueda narrativa, la experimentación en el modo de contar historias es su marca registrada.

La novela parte de una anécdota sencilla, un monje que había sido peregrino y con fama de santo, decide irse del convento en una ciudad catalana, una vez que se acerca la hora de su muerte, para morirse en su tierra; sin embargo, los catalanes pensaban que, “una vez muerto, el viejo monje sería tanto o más productivo que en vida.” Ya que el monje representaba buena parte de la economía de aquella población, sus vecinos y compañeros de congregación no podían dejarlo marchar, de modo que han resuelto matarle.

Al interés económico que estaba en el clamoroso primer plano de su pensamiento lo disfrazaban con excusas de prestigio, de nombre, y hasta, extremando la hipocresía, de religión. Pero no se molestaban en disfrazar la decisión de ir a los últimos extremos con tal de no perder, muerta, a la joya viviente que les daba de comer.

La historia, como suele pasar con el estilo de César Aira, inspira una aglutinación de elementos argumentales que no desarrolla el autor, por lo tanto, no hay novela de aprendizaje aunque a eso sonara en un principio como tampoco hay descubrimiento espiritual; sin embargo, un elemento que vale la pena comentar en la creación del argentino es la veracidad que proporciona a sus personajes, y esto lo consigue con cierto tono reflexivo al detenerse para analizar el saberse consiente de uno mismo y las paradojas que nos plantea la vida.

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Podemos pensar, haciendo un símil, a la escritura de Aira como una especie de pequeño diamante en bruto en la que el azar es quien manda, quien toma las riendas de la historia; la primera impresión que se formula ante el escritor mientras redacta su cuartilla diaria, la inmediatez que fluctúa sobre los elementos o situaciones cotidianas podrían ser parte de las búsquedas que tiene César Aira y que, además, ha creado un estilo, por lo demás paródico y, que se encuentra siempre delimitado por una especial verosimilitud, ésa es la huella que ha dejado el autor en su extensa obra.

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José Luis Prado
José Luis Prado ha sido becario del Fondo estatal para la cultura y las artes de Puebla en las emisiones 2011 y 2013 en la disciplina de cuento; publica en revistas nacionales e internacionales. Actualmente imparte talleres de cuento en la Escuela de Escritura y en los talleres artísticos de la BUAP.
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