Lado B
El amor no correspondido de Juan Gabriel
Mi papá decía que si el mundo era una estación de trenes y la gente los pasajeros, los poetas no son lo que van y vienen, sino los que se quedan en la estación viendo los trenes partir.
Por Diana Edith Gómez @tras_lucido
06 de septiembre, 2016
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De Viva Iquique weblog / www.vivaiquique.com - Flickr: [1], CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=22011031

De Viva Iquique weblog / www.vivaiquique.com – Flickr: [1], CC BY 2.0

Diana Gómez

@dianaegomez

[dropcap]“M[/dropcap]i papá decía que si el mundo era una estación de trenes y la gente los pasajeros, los poetas no son lo que van y vienen, sino los que se quedan en la estación viendo los trenes partir. Por eso lloraba mi papá cada vez que escuchaba tú voz rota. Porque tú eres de los que ve los trenes partir.”

Ese es uno de los diálogos que se escuchan en la película mexicana Güeros de 2014, justo cuando los protagonistas (y agregados) encuentran a Don Epigmenio, un personaje musical clave en todo el rodaje (rosa), que tiene ese regusto a filme adolescente, en el que el amor no correspondido es el que predomina.

La escena es un cliché, tal vez el más grande del universo mexicano de clichés, que no es pequeño. Y además corre acompañado de una secuencia de cámara básica y una melodía. Pero alto, detengámonos en la música. la canción suena en el momento preciso, que emociona y barniza a la escena y hasta la convierte en algo épico: “Hasta que te conocí”.

Yo no supe qué hacer cuando la escuché en el filme porque tenía una primera cita, de esas que no sabes si son de verdad o no. La historia de esa cita se alargó a casi más de un año, y al final solo un amor no correspondido, como la película y como Juan Gabriel, y ahí llegamos al tema de esta entrega.

A estas alturas, ¿qué no se ha dicho de Alberto Aguilera? En unos días todos nos convertimos en los más aguerridos investigadores de su música, su lírica, sus instrumentos y su curiosa vida. Porque sí, a una mayoría de mexicanos nos hablaron por teléfono para darnos la noticia.

Sería inútil, por todo lo ya escrito y dicho en los últimos días, abordar en este espacio lo que aportó en la música en un México homofóbico, así como su paso en la política y la forma en que Televisa lo utilizó. Así que mejor me centrare en un sentimiento escabroso que resaltó muy bien Juan Gabriel, ese que nunca queremos aceptar positivamente: el del amor no correspondido.

En todas las telenovelas mexicanas hay un final feliz en el que los protagonistas se aman hasta la muerte. En contraste Juan Gabriel fue de cantarnos los nudos que todos sentimos, pero que son políticamente incorrectos de acuerdo a nuestra cultura sentimental. La expresión de estas escamas fue quizá el mejor vehículo que pudo tomar, porque abordó lugares comunes y palabras fáciles pero los sentimientos eran los más difíciles de añadir en su música.

En 1985, Juan Gabriel escribió “Hasta que te conocí” y México vivía una rosa realidad dictada y coloreada un canal de televisión y un conductor. Juan  Gabriel hablaba de infidelidades y de soledad, ese último termino que para la sociedad es el mismo diablo.

Yo nací tres años después, y siempre escuché a Juan Gabriel en el auto de mi papá cuando hacíamos viajes largos por la república. Y la verdad es que odiaba esas canciones, hasta que un día me las aprendí, después las entendí y comencé a llevar a ese sujeto que cantaba emocionado como uno de mis autores favoritos.

Cuando comencé a entender su música, me di cuenta que nunca era correspondido, que siempre sufría dentro de sus letras pero que también gozaba porque era una figura solitaria y con los sentimientos totalmente claros para salir a decirle al mundo que seguía buscando el amor.

Me pareció entonces, que era un autor que se hacía responsable de sus demonios, desde los más puros hasta los más sucios. ¿Un revolucionario sentimental? Probablemente, porque lejos de su homosexualidad le cantaba a aquellos que no se habían casado, a los antagónicos, los que habían sufrido y no tenían el final de telenovela, pero también le cantaba a mis padres, quienes tienen probablemente el matrimonio más solido que conozco.

Escuchar a Juan Gabriel en Güeros a mis 25 años fue darme cuenta de que siempre será un soundtrack  sincero, que aborda el amor con todas sus pericias y debilidades, tan alejado de los matrimonios ochenteros y de las familias mexicanas perfectas; realmente me di cuenta que Juan Gabriel le cantó a mi generación, esa que no quiere compromisos, que más bien busca el verdadero amor o tal vez la soledad.

Dos años después de ver en el cine ese filme y de escuchar a Aguilera en un hermoso cliché, sostengo que le seguirá cantando a personas que han tomado el lado más difícil del amor, el que involucra tomar maletas y continuar acariciando esos malos sentimientos para conocernos más. A mí  Juan Gabriel, me deja una de las lecciones más hermosas, la de amar sin esperar nada a cambio.

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Autor Lado B
Diana Edith Gómez
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