Lado B
Envejecer como Róisín Murphy
En este 2016 Murphy prepara otro álbum y nos hace cuestionar lo mucho que está haciendo por la música en un momento en el que parece que la imaginación se reduce.
Por Diana Edith Gómez @tras_lucido
09 de junio, 2016
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Diana Edith Gómez

@dianaegomez

[dropcap]E[/dropcap]l año pasado una Róisín lanzaba su última y fina producción discográfica, Hairless Toys, en ella añoraba “un lugar tranquilo para sentarse, un tiempo para leer y un poco de luz para observar”. “Unputdownable” era una de las canciones más destacadas de las tantas piezas que nos hablarían sobre cómo envejecer con el dance, el pop, el jazz y un alto grado de demencia.

Ha pasado un año, el disco fue por demás fabuloso, de esas joyas que no hacen tanto estruendo pero

que cambian la década musical. En este 2016 Murphy prepara otro álbum y nos hace cuestionar lo mucho que está haciendo por la música en un momento en el que parece que la imaginación se reduce.

Indudablemente debemos remontarnos a la movida electrónica de la década de 1990 y principios de 2000, los años justos en que Moloko se regocijaba con la voz de Róisín, bajo los dedos  y cerebro de Mark Brydon.

La agrupación no sólo tejió sus beats en el techno, en realidad el secreto de su receta siempre estuvo en el pop y una ligera carga de trip hop -siendo fieles observadores de bandas como Portishead y Massive Attack- algo que en ese momento no se escuchaba ni se podía comparar. Un sonido que incluso sigue sin poderse repetir. Esas décadas con Moloko tenían en común sembrar consolas y riffs épicos.

Tomada de indiespot.es/

Tomada de indiespot.es/

Pero tras su separación, Murphy tuvo un exquisito viaje en el jazz con su primer disco solista Ruby Blue, bajo la producción de Matthew Herbert, quien se encontraba aludido e infestado de la elaboración de los álbumes de Moloko. Sin embargo ese estigma se borró cuando la dupla entró de lleno a escarbar por la demencia del free jazz.

Tal vez, al entender los destiempos de este género en el que ahondo Róisín, ahora podamos comprender lo magnifico que fue Hairless Toys en 2015; es decir se quitó del cuerpo los genes de Moloko y envejeció con el jazz para hacer algo que otra vez sigue sin compararse con nada.

En ese álbum el común denominador es la locura y un alto grado de añejamiento. Escucharlo es como sentir el alma desesperada de una mujer que no sabe a dónde situarse, pero que extrañamente nos hace sentir reconfortados con ese dance inigualable, digerible e increíblemente fino. Una cátedra de cómo retirarse de la juventud para estacionarse en una etapa deliciosa.

En esta mitad de 2016 ha lanzado “Ten Miles High”, el primer sencillo de Take Up to Moto, que saldrá el 8 de junio. En estos primeros minutos, la irlandesa nos muestra sincronía y simetría en un video con una realidad paralela.

Estos paradigmas abren paso a la arquitectura que relató en su nueva producción, así como la construcción obrera en una sociedad bastante dispersa. Las figuras que construyó con sus cuerdas vocales son un escalón más de una carrera que parece no tener una fecha de caducidad.  Así, Roísin envejece, rodeada de feminismo, finura y demencia.

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