Lado B
Freilassing: Back to where you once belonged
En alguna parte, alguna vez, escuche la frase Zauber der Ferner, que tradujeron como el hechizo de lo distante; recuerdo el sonido pronunciado por aquella persona y el efecto que produce aún en mi memoria.
Por José Luis Prado @pepepradog
01 de mayo, 2016
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José Luis Prado

@pepepradog

[dropcap]E[/dropcap]n alguna parte, alguna vez, escuché la frase Zauber der Ferner, que tradujeron como «el hechizo de lo distante». Recuerdo el sonido pronunciado por aquella persona y el efecto que produce aún en mi memoria. En el tiempo, algunas veces, se pierde la precisión de algunas fechas, sin embargo, algo queda del instante dilatando en nuestra cabeza. En la literatura el ejercicio de aquello que evocamos es primordial.

A propósito, el relato Brea incluido en Freilassing (Cuadrivio, 2015) es un claro ejemplo. Cuenta cómo los padres del narrador crearon, cerca de Mauthausen, la autopista oriental y en otro momento la unión con la meridional, todo a partir de un recuerdo detallado por el cual se asoman los vestigios de Austria después de la guerra.

Primero la brea y el asfalto, “la brea es el intersticio que se amolda. Ojalá pudiera meterme por en medio, decía el niño, aunque ya sabía que eso no podía ser.” Hay una sustancia sonora que recrea una imagen, ángelus y la Leyenda de Suaba, aquel camino hacia Tierra Santa es representado por la abuela que era quien le contaba al niño la historia. Dice el narrador, y así nos traslada al espacio de la infancia, “la Leyenda de Suaba una canción más y la brea blanda llenaban los intersticios entre los dedos del pie” que lo conducían por la carretera al lado de su abuela. Después, hay una imagen que apela, una vez más, a la memoria “pero la luz no venía, no venía, se quedaba en los tabiques, atrapada en el cuerpo…cómo puedo meterme ahí dentro”. Hay una insistencia por recuperar, regresar al instante.

En la adolescencia, conoce a la chica Z, el recuerdo se convierte en una palabra de la que desconoce el significado szeretlek. Esta etapa tiene como leit motive a Eric Burdon y John Lennon, antes lo habían sido La leyenda de Suaba y el ángelus.

Casi al final, el niño, que ya es un joven, cruza la carretera que está inundada de niebla, la metáfora visual permite salir del recuerdo en el que nos introdujo; el relato maneja una técnica impecable en el uso del narrador y la creación de atmósferas. El escritor austriaco propone una suerte de ir y venir en la perspectiva, una distancia y un acercamiento a la historia de un niño que es narrado por el adulto en Mauthausen.

Freilassing

Con Innerhofer en el Weingartl narra el suicidio de un escritor desde la perspectiva de un narrador que lo conoció cuando era joven, un relato en el que el personaje es víctima de su propia necesidad de utopía; notamos en esta reunión del bar Weingartl ciertas disquisiciones sobre una postura realista en la narración, tan es así, que resulta una paradoja la resolución del retrato de Franz Innerhofer.

En El herrillero, Federmair construye una historia que se quiebra y es narrada a partir de varias voces, una polifonía que establece, poco a poco, una unidad.

Para cerrar, Freilassing cuenta una historia que recuerda al paseante, el personaje K. hace varios recorridos que van del café ubicado en la Steingasse cerca del cine Lifka hacia la casa de un personaje que ya antes había aparecido en el relato Con Innerhofer en el Weingartl “una mujer cuya edad era difícil de precisar porque nunca, ni en verano, se quitaba el gorro de lana”. Durante sus vagabundeos, el joven K. acompañado de la canción Wild Horses, recuerda la primera vez que bebió, cómo descubrió a Kafka, y su acercamiento al anarquismo por medio de su compañero Walter. Freilassing es la puesta en escena de una imagen que representa la autonomía “la liberación de una muchacha, una sierva, cuya libertad compró su padre a duras penas”. Este relato cierra, contrae, da unidad al libro por medio del paseo que nos adentra a la posibilidad de pequeñas historias que se hilvanan sin final.

Los relatos que componen este pequeño libro, pueden parecer no ser grandes revelaciones, nos ubican en la Austria de postguerra pero con un trabajo que funciona como una marca; se nota en cada descripción el detalle que permite universalizar los espacios narrados, el empleo de un testigo que, al parecer, es una lección porque, según el narrador, se escribe para testificar y, en todo caso, qué testificar sino la muerte o el acercamiento a ella. Quien nos aproxima a estas historias, trabaja con motivos que representan un instante detenido, ya que para él la memoria se conserva para la posteridad.

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Autor Lado B
José Luis Prado
José Luis Prado ha sido becario del Fondo estatal para la cultura y las artes de Puebla en las emisiones 2011 y 2013 en la disciplina de cuento; publica en revistas nacionales e internacionales. Actualmente imparte talleres de cuento en la Escuela de Escritura y en los talleres artísticos de la BUAP.
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