Lado B
Mujeres de luz y sombra en el cine de oro mexicano
"No hay que caer en la finta de que las películas son un retrato de la realidad. Ninguna actividad cultural es un retrato de la realidad".
Por Ámbar Barrera @astrobruja_
02 de abril, 2016
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Ámbar Barrera

@Dra_Caos

El siguiente texto forma parte de la serie Las mujeres en el arte: Testimonio de mujeres creadoras contemporáneas, que abordan el tema de género en el arte desde diferentes campos de acción y puntos de vista. Las entregas anteriores las puedes encontrar aquí y aquí.

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Un grupo de hombres intelectuales están reunidos, filosofando sobre la mujer.  Uno de ellos dice: “La mujer es un libro de muy difícil lectura. Un libro tan incomprensible que hay que deletrearlo muy despacio”. Y otro hombre le responde: “No. Un libro denota pensamiento, sabiduría, la mujer no. Es un juguete que siente”. Después de algunas hipótesis más, otro concluye diciendo: “La mujer no es licor, sino la copa, un vaso en el que bebemos lo que nosotros mismos pusimos. No tiene la culpa si al acercarle a ella los labios, tomamos un vino o un veneno”.

Ese diálogo se presenta en la película Sobre las Olas de 1933, una muestra del cine de oro mexicano. Julia Tuñón, doctora investigadora en historia, presentó ese fragmento de película como una muestra que justifica sobremanera su investigación sobre la figura de la mujer en el cine de oro mexicano.

Escena de la película Entre las Olas

Escena de la película Entre las Olas

Julia Tuñón compartió muchos datos sobre su investigación durante la Semana de género, arte y diversidad que se realizó en la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México.

Esa investigación inició en 1993 con su tesis doctoral y finalizó una primera etapa en 1998 con la publicación de su libro Mujeres de luz y sombra en el cine mexicano 1939-1952. A propósito de esa escena, la doctora expresó:

– A ninguno se le ocurre preguntarle a una mujer que se siente. Unos la consideran nefasta, otros maravillosa, pero todos la consideran una cosa. Los señores opinando con toda la arrogancia y sin ninguna capacidad de incluirlas o preguntarle a ellas.

Julia Tuñón investiga cuál es la influencia del contexto mexicano en las películas y hasta dónde son veraces y no sólo verosímiles.

La investigadora comenzó haciendo historia del cine de manera tradicional, como cualquier historiador. Luego empezó a investigar la historia durante el periodo del cine de oro, y en 1982 en el INAH, armó junto a otras personas el primer seminario de estudio de las mujeres.

El cine de oro abarca las producciones cinematográficas desde 1931 a 1954, y abarca los periodos presidenciales de Ávila Camacho, Cárdenas y Alemán, una época en la que, como dice la investigadora, hubo cambios medulares en la historia de México y se quiso fortalecer la economía de los más ricos pensando que por cascada se derramaría la mejoría a los otros sectores.

En la época de Cárdenas, de hecho, hubo varios periodos en que el cine fue la segunda actividad que le daba más divisas al país, después solamente del petróleo. Sin embargo, la historiadora dice que aunque fue una actividad importante, eso no era garantía de ser productos cultos.

– Hay películas que pueden responder mucho a una intención culta, estética o que intentan hacer arte, pero la gran mayoría lo que quieren es entretener a la población. (El cine mexicano) Es un cine barato, un cine chatarra.

Como generalidades, en el cine de oro mexicano pueden encontrarse patrones repetitivos tanto en los elementos visuales como en los narrativos: se canta mucho, el honor es muy importante, alguien puede decir que es pobre pero honrado y eso es causa de orgullo y cuentan con una serie de fuertes y arraigados estereotipos.

-El cine es importantísimo porque influye más que ningún otro arte o actividad artística y cultural sobre el imaginario de las personas. Primero por la enorme fuerza de lo visto, lo mirado es mucho más emocional y sobre todo en un soporte que no se detiene.

Julia Tuñón dice que la manera de narrar en el cine se parece mucho al inconsciente. Mientras presentan una idea y el espectador quiere dudar o analizarla, el rápido paso a otra escena y otra idea impide el proceso, haciendo que cada idea penetre de una forma destacada como un alimento para el imaginario o las mentalidades de los espectadores.

La investigadora dice que quienes hacían las películas (directores, guionistas o productores) tenían la misma mentalidad que los públicos que consumían esas películas. A manera de ejemplo, recuerda una ocasión en que entrevistaron a un director de la época y le preguntaron por qué mostraban esa representación de la madre y la respuesta fue contundente: “porque así lo vemos en nuestras casas”.

mujeres

– Pero no hay que caer en la finta de que las películas son un retrato de la realidad. Ninguna actividad cultural es un retrato de la realidad. Ninguna. Por muy verdadero que parezca, al final de cuentas es una actividad que representa la propia cultura de la que se nutre, pero la cultura, como todo lo humano, no puede ser univoca.

La mirada femenina

Siendo un cine para las masas, parte de los espectadores también son mujeres. Y Julia Tuñón afirma que son determinantes desde una mirada de mercado, en la que las películas tienen finalmente un objetivo comercial. Para poder vender, los productores y directores debían buscar tener satisfechas a esa sección de su audiencia.

– ¿Cómo van a satisfacer al público de mujeres si al mismo tiempo los hombres tienen esa opinión de las mujeres? Hay algo que el director quiere plantear como la moral dominante y otra cosa es lo que la gente de a pie está viviendo realmente, la misma diferencia existe entre arquetipos y estereotipos.

El arquetipo es un conflicto mental medular del ser humano y que se han representado en todas las épocas a través de mitos y tragedias. Son conflictos que no se pueden evitar ni solucionar, como la lucha contra el tiempo, la naturaleza, la muerte o la familia. El estereotipo, por otro lado, es un símbolo muy simple, la manera más fácil de representar arquetipos aunque resulte mal, como el estereotipo de la madre como la representó Sara García.

Entonces ese cine buscaba expresar un complejo arquetipo en tiempo récord y en producciones mal hechas. Como resultado, la representación de la mujer tiene que ser lo suficientemente ambigua para que se pueda entender. Julia Tuñón quiso encontrar una mirada hegemónica entre las más de 150 películas que se hicieron en la época para comprender y explicar cómo representaban a la mujer.

[quote_box_right]No hay que caer en la finta de que las películas son un retrato de la realidad. Ninguna actividad cultural es un retrato de la realidad. Ninguna. Por muy verdadero que parezca, al final de cuentas es una actividad que representa la propia cultura de la que se nutre, pero la cultura, como todo lo humano, no puede ser univoca[/quote_box_right]

– Lo primero que encuentro es que el deber ser de la mujer está pautado por una idea de esencia femenina, hay un eterno femenino y la mujer es una sustancia uniforme, todas están cortadas por la misma tijera. Da lo mismo si es adinerada o pobre, culta o ignorante, si vive en el norte o en el sur. ¿Es tan difícil decir, la mujer es un sujeto social, hay tantas mujeres como individuos y hay mujeres diferentes según su situación social y su cultura? Ah no, porque la mujer no puede ser un sujeto social, tiene que ser un objeto único, divino, y la mandamos de la cima (lo divino) a la sima (lo despreciable).

Hay muchos elementos iconográficos en el cine que dan cuenta de esa consideración. Escenas donde la madre (buena y abnegada) y la hija (que es malísima) se visten de la misma manera, por ejemplo.

En Trotacalles (1951), se presenta a dos hermanas. Una es prostituta y la otra es una señora muy rica y casada con un hombre muy poderoso. Y las dos tienen el mismo amante. La película se empeña en demostrar que “tan prostituta es una mujer casada por dinero como quien vende su cuerpo”. En ese caso la prostituta tiene el papel protagónico y bondadoso.

Y así, hay más películas donde la protagonista es prostituta aunque es la figura pura y bondadosa, lo que demuestra que por un lado el guión se dedica a criticarla, pero en acciones el filme se dedica a santificarla.

-Todas las mujeres son igualitas: reaccionan igual ante un bebé, ante un ramo de flores… el chiste es saber cómo hay que manipular a la mujer. El arquetipo de la mujer es toda naturaleza, amoral, caótica, pero se va estereotipando en figuras manipulables como las que interpreta Sara García que era una santa madre dispuesta a todo el sacrificio, donde se confunde la bondad con la tontería. Así se estereotipa el arquetipo para manipularlo.

Ernesto Alonso y Elda Peralta en Trotacalles

Ernesto Alonso y Elda Peralta en Trotacalles

Los estereotipos necesitan a golpe de vista dar señales de lo que representa, por eso, la buena siempre se verá con vestidos de flores, ira cuidadosamente vestida, no fumará y siempre se sentirá culpable y llorará con facilidad. La mala en cambio se asocia al ejercicio sexual, por medio por ejemplo un cuarto desordenado, la cama revuelta y la lencería que usa.

-La figura de la mujer que puede cambiar las cosas (más libre, más salvaje), en realidad invierte el orden pero no lo trastoca. La figura de la prostituta o de la amante, termina avalando siempre el orden del deber ser. Es la otra cara de la moneda pero al fin es la misma moneda. Van de la santidad al desprecio, un desprecio que implica que pueden ser ignoradas, golpeadas, que son cosas y se pueden violar.

Mismo estereotipo, distinto formato

Aunque Julia Tuñón ha profundizando en el estudio del cine de oro mexicano, también puede dar cuenta de lo que ha cambiado actualmente de la imagen de la mujer tanto en el cine actual como en otras plataformas de producción audiovisual.

Como una primera diferencia en el contexto, actualmente ya no existe una industria cinematográfica en México, aunque eso no deja de lado que se siga produciendo aunque desde empresas más pequeñas o independientes. La investigadora se ha enterado recientemente de la producción de películas sobre el tema del narcotráfico en el norte del país. También se hacen en periodos cortísimos de tiempo (de 10 a 15 días), son de baja calidad y se transmiten en distintos canales de televisión en la frontera.

– Son películas violentísimas en donde he visto muy cosificada la imagen femenina. Por supuesto ellas no son protagonistas, los protagonistas son varones.

La investigadora dice que aunque el cine actual mexicano se ha diversificado y la imagen de la mujer ya no es tan homogénea (a pesar de que siguen existiendo pesados estereotipos), lo que más se asimila a la representación de la mujer e incluso al tipo de narrativa del cine de oro, son las telenovelas.

-Quizá lo que sería más parecido a lo que era aquel cine, sería ahora las telenovelas. Tienen un código de repetición, aunque el formato es diferente. En la telenovela hay una serie de temas recurrentes que se usaban hace mucho y una de las cosas notables es que aunque la imagen de la mujer sigue siendo groso modo muy similar, ya no está marcada por las mismas características. Por ejemplo, la virginidad ya no es un valor. La sexualidad se ha abierto pero en el fondo sigue siendo lo mismo.

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Autor Lado B
Ámbar Barrera
Periodista, comunicóloga, fotógrafa, feminista y amante del arte.
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