Lado B
Puebla, ¿ciclociudad?
A finales de septiembre se inauguró el llamado “Parque Lineal Universitario”. Una ciclovía de poco más de 4.5 km de recorrido, que une a Ciudad Universitaria de la BUAP con el Centro Histórico de la ciudad de Puebla.
Por Armando Ishikawa @dobbyloca
24 de noviembre, 2015
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Armando Pliego Ishikawa

@dobbyloca

[dropcap type=»1″]A[/dropcap] finales de septiembre se inauguró el llamado “Parque Lineal Universitario”. Una ciclovía de poco más de 4.5 km de recorrido, que une a Ciudad Universitaria de la BUAP con el Centro Histórico de la ciudad de Puebla.

A escasos dos meses de que esta obra fuera abierta al uso de la comunidad universitaria y la ciudadanía en general, su estado refleja la mala calidad con la que se construyó:

CicloviasAdemás de la mala realización, existen otros elementos de la obra que también han sido fuertemente señalados como las fallas en el diseño o la falta de integración de la obra a la ciudad por no considerar las necesidades de sus usuarios meta, errores reiterativos en infraestructura ciclista que se ha desarrollado en la capital en los últimos años.

Entre las críticas destacan las que abordan el mal tratamiento en intersecciones como la conexión entre 14 sur y 31 poniente, las dimensiones reducidas de los carriles que impiden rebasar y limitan la capacidad de usuarios de la ciclovía, la baja altura de la señalización en el Centro Histórico que ya ha provocado heridas a peatones, así como la existencia de los puentes que siguen privilegiando el uso de la superficie para el automóvil, y que además tienen pendientes sumamente elevadas, dificultando el traslado de sus usuarios.

Por lo anterior, los colectivos que conformamos al Consejo Ciclista Poblano CADENA, organización desde la que hemos acompañado y aplaudido la realización de muchos logros de nuestras autoridades en materia de movilidad, presentamos observaciones y propuestas alternativas a esta ciclovía, con la finalidad de fortalecer este proyecto a través de la participación de la sociedad civil y el diálogo con las autoridades universitarias y municipales, quienes en todo momento estuvieron en la mejor disposición para escucharnos y recibir nuestras opiniones.

Durante el proceso pudimos exponer nuestras principales inquietudes al Dr. Jorge Antonio Rodríguez y Morgado, titular de la Dirección de Infraestructura Educativa (en aquel entonces Dirección General de Obras) –órgano universitario responsable de hacer el fallo de la licitación– sin embargo, no todas fueron atendidas, debido a que el proyecto tuvo desde el principio condiciones que no podrían ser negociadas, como la existencia de los puentes, que al ser parte de los objetivos de la obra desde su origen, limitaron las posibilidades que el presupuesto de la obra representaba.

Al ser los puentes un requisito, la ubicación de los carriles estaría forzada a la extrema izquierda ya que los puentes irían elevados entre camellón y camellón, y al estar el proyecto desconectado de la ciudad en el sentido de que la obra no tocaría semáforos, banquetas, esquinas, alumbrado público, etc., se imposibilitó la oportunidad de explorar otras alternativas para la implementación de nuevos dispositivos de seguridad vial, para el tratamiento de intersecciones o el mejoramiento integral de algunos espacios en el recorrido de la ciclovía.

Se tenía conocimiento técnico a la mano, además de muchos activistas y entusiastas de la ciudad interesados en colaborar para mejorar el proyecto. Como en pocas ocasiones las autoridades tenían la oportunidad de realizar una obra junto con la ciudadanía, que finalmente pudiera trascender el ímpetu de construir sólo íconos o monumentos inútiles y consolidar el esfuerzo de generar verdaderas políticas públicas de movilidad que combatan los estragos del actual paradigma de transporte que impera en nuestras ciudades (mover coches en vez de mover gente) pero lamentablemente se pensó primero en la foto, en la inauguración y en el símbolo de la obra (por no decir los tirantes de los puentes), dejando las necesidades del usuario relegadas a un segundo momento, y la calidad de la obra completamente comprometida.

Pude ser testigo de cómo muchos trabajadores de la BUAP y del municipio, gente responsable y comprometida, se topaban con puertas cerradas al intentar corregir los errores de la obra cometidos por la empresa La culpa puede fincarse a muchos, iniciando con los trabajadores, sus supervisores, las instancias universitarias, municipales y estatales responsables de estar al pendiente en todo momento del desarrollo del proyecto, más un gran etcétera. No es nuevo que las obras se lleven a cabo de esta manera, y aquí se puede evidenciar la falta de mecanismos de contraloría que puedan ser implementados de manera oportuna para prevenir que empresas constructoras le entreguen este tipo de obras a las administraciones. Vale también preguntarse si a las administraciones les interesa tener esos mecanismos.

Sin embargo el balance es positivo: año con año se pone más atención a las externalidades negativas que el uso del automóvil particular genera (contaminación, inseguridad vial, etc.), y hemos sido testigos de que en poco tiempo la cantidad de dinero que se invierte en materia de movilidad urbana sustentable es cada vez mayor, no sólo en ciclovías, sino en otros trabajos paralelos necesarios para su consolidación como política pública. Tenemos una ciclovía cara y mal hecha, pero es una ciclovía más, con muchas ventajas y una clara mejoría en comparación con sus predecesoras.

Esto cobra relevancia si recordamos que hace pocas semanas se publicó el Ranking de Ciclociudades 2015 donde Puebla obtuvo el tercer lugar y aumentó 11 puntos con respecto al año anterior, pero si revisamos el puntaje de cada rubro calificado, podremos ver que no mejoró en su infraestructura, donde obtuvimos 0 puntos, al igual que el año pasado, sino en promoción y educación, así como en regulación y en planeación.

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Nos sumó más puntos nuestro nuevo reglamento de tránsito y los documentos donde existe la proyección de una red ciclista o criterios básicos de diseño, tal como la Ciclored Universitaria, el Plan de Transporte No Motorizado, o la Norma Técnica de Diseño e Imagen Urbana para el municipio de Puebla, que la construcción desordenada y carente de programa de las ciclovías que hasta ahora tenemos. El trabajo de instituciones de planeación y de comisiones para la elaboración de normas y proyectos, en colaboración con la sociedad civil, es el que pone en alto a Puebla en el Ranking de Ciclociudades, y no las ciclovías caras y mal hechas.

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Si bien no tenemos buena infraestructura o un programa activo de bicicletas públicas tan grande como Ecobici en el DF o Mi Bici en Guadalajara, en Puebla tenemos un porcentaje significativo de traslados en bicicleta –alrededor del 2% de los viajes diarios- lo cual nos da certeza de que tenemos ciertos factores ventajosos en comparación con estas ciudades donde se ha trabajado desde hace más tiempo y se ha invertido mucho más dinero en el tema.

Mal harían nuestros gobernantes si no consideran esto e investigan y aprovechan aquello que nos sitúa en la posición ventajosa en la que nos encontramos, donde a pesar de contar con poco más de 20 kilómetros de ciclovías (si disminuimos el rigor con el que podríamos diferenciar las deportivas y recreativas de las que pretenden satisfacer una necesidad de transporte) tenemos más de 30 mil viajes en bicicleta al día.

Hay ciertos factores que pueden fomentar o mermar el uso de la bici que no se pueden controlar, como los accidentes geográficos o el estado del tiempo, pero Puebla cuenta con las características orográficas y climáticas para tener a mucha más gente moviéndose en dos ruedas.

Hay otros que son más bien sociales y culturales, donde es más difícil romper inercias, sin embargo hay un movimiento ciclista fuerte y consolidado en Puebla, que ha mostrado ser un gran puente entre los promotores de este medio de transporte y el resto de la sociedad. Basta con ver la rodada organizada por TV Azteca, encabezada por el gobernador y el alcalde de la capital, apoyada en su logística por los colectivos ciclistas, que contó con la asistencia de más de 8 mil personas.

Finalmente están los que dependen únicamente de nuestras autoridades, como su interés en la implementación de políticas de movilidad urbana sustentable, expresado no sólo en el discurso, sino en la cantidad de recursos que se asignan al rubro y la forma en que dichos recursos se ejercen. Puebla cuenta con todo lo necesario para ejemplar en materia de planeación, desarrollo y movilidad, y lo único que falta para hacerlo realidad es algo que nuestros gobernantes sí pueden cambiar: su compromiso con las ciudades y la calidad de vida de sus habitantes.

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Autor Lado B
Armando Ishikawa
Estudiante de las licenciaturas en comunicación por la BUAP y Ciencias Políticas y Administración Pública por la UNAM. Entusiasta del espacio público, la movilidad y la participación ciudadana.
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