Lado B
Las Normales: conservar y revolucionar
Llevo un poco más de veintitrés años dedicándome a la formación docente en distintos espacios que van desde conferencias, talleres, módulos de diplomado, cursos de maestría y doctorado, dirección de tesis de posgrado, dictaminación de trabajos de investigación educativa, etc.
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
22 de septiembre, 2015
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“Tenemos que ser conservadores de
todo lo que haya que conservar y
revolucionantes de todo lo que haya
que revolucionar”.
Edgar Morin

 

[dropcap type=»1″]L[/dropcap]levo un poco más de veintitrés años dedicándome a la formación docente en distintos espacios que van desde conferencias, talleres, módulos de diplomado, cursos de maestría y doctorado, dirección de tesis de posgrado, dictaminación de trabajos de investigación educativa, etc. En todo este tiempo he podido constatar que como en cualquier campo profesional, hay profesores realmente excelentes en cuanto a sus conocimientos, capacidades y compromiso con su tarea educativa y profesores con enormes deficiencias tanto en su preparación como en su actitud hacia su tarea y entre estos dos extremos, una gran mayoría que ocupan distintas posiciones en este continuo con el que podemos valorar la calidad profesional.

En todos estos años me ha tocado visitar muchas escuelas normales públicas y privadas y compartir espacios de diálogo con muchos grupos de estudiantes que están formándose como futuros docentes y de profesores que se dedican a la formación inicial de profesores. Si tuviera que hacer una valoración a este nivel institucional, coincidiría también con mi visión de los docentes en particular porque he visto normales que son excepcionales en su calidad y compromiso con la formación docente y otras que con unas horas de estar ahí muestran sus grandes deficiencias y una cultura en la que lo político y lo burocrático se encuentran muy por encima de la visión pedagógica.

Si miramos la cuestión de las normales y el normalismo desde la perspectiva de la historia de México, resulta evidente el gran aporte que han hecho al desarrollo del país desde sus orígenes que se remontan prácticamente al surgimiento de la nación. Sería muy poco veraz y muy injusto no reconocer el papel central que han jugado las escuelas normales a lo largo de esta historia de más de dos siglos llena de momentos brillantes y de etapas obscuras que constituyen nuestra identidad nacional en movimiento.

Sin embargo, haciendo un balance de mi experiencia como formador de docentes y sin negar lo valioso que he señalado en los párrafos anteriores, tengo la clara convicción de que las escuelas normales en lo general, requieren de una reforma profunda que las ponga a la altura de nuestros tiempos y que si esta reforma profunda no se diseña y se pone en marcha pronto y desde un sustento pedagógico sólido y actual, el normalismo pasará a ser parte del pasado porque en el estado en que hoy se encuentra ya no está respondiendo a las necesidades de formación del cambio de época en que hoy vivimos.

Sirvan estas consideraciones para contextualizar el análisis breve que voy a hacer en este espacio de la reciente noticia respecto a las directrices que ha emitido el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) sobre la formación inicial de docentes y que la Secretaría de Educación Pública deberá considerar y responder en un plazo de sesenta días naturales.

En esta nota difundida en un espacio noticioso del Canal Once puede encontrarse una síntesis del diagnóstico que hace el INEE respecto al estado de las normales y las cuatro grandes directrices que el instituto señala como necesarias para hacer que la formación inicial de docentes responda de manera eficiente y pertinente a los requerimientos de la sociedad mexicana actual, inserta en el contexto global cada vez más exigente y complejo.

En este análisis se afirma que las instituciones formadoras de docentes se encuentran en un rezago de alrededor de veinte años porque no cuentan con una planta académica de profesores con posgrado y con los perfiles necesarios para formar profesionistas de acuerdo con las exigencias de la sociedad actual. Dentro de esta debilidad en la planta académica se muestra que las normales siguen centradas esencialmente en la docencia puesto que no se han podido consolidar cuerpos académicos que generen investigación y difundan conocimiento nuevo acerca de los procesos educativos que pueda enriquecer la formación de los futuros profesores.

En el informe sobre Los docentes en México 2015, publicado recientemente por el INEE, se afirma que es indispensable que las escuelas normales y la Universidad Pedagógica Nacional se fortalezcan como instituciones de educación superior de alto nivel, para lo cual se requiere una reforma radical de su concepción, organización, currículo, planta académica y agregaría yo, de su cultura académica.

a.-Tradición.

Como afirma Edgar Morin en el epígrafe de la columna de hoy, una reforma pertinente no puede basarse en la destrucción de todo lo que había en el pasado porque como se dice coloquialmente “no todo lo nuevo es bueno ni todo lo bueno es nuevo”.

[pull_quote_right]Si miramos la cuestión de las normales y el normalismo desde la perspectiva de la historia de México, resulta evidente el gran aporte que han hecho al desarrollo del país desde sus orígenes que se remontan prácticamente al surgimiento de la nación.[/pull_quote_right]

Este es un primer planteamiento que se debe tomar en cuenta por parte de las autoridades para plantear y llevar a la práctica la reforma indispensable del sistema de educación normal en el país. La reforma tendrá que partir sin duda de los valores y la riqueza que a lo largo de estos siglos han ido construyendo y cultivando las normales y que puede servir como el cimiento de un cambio que busque dotar de alas nuevas a las instituciones formadoras de docentes pero lo haga a partir de unas raíces sólidas.

Pero la tradición normalista y la cultura normalista no pueden tomarse como bandera para la resistencia al cambio y la cerrazón al contexto económico, social, político y educativo de un país que está pidiendo a gritos un cambio en medio de procesos muy dolorosos y violentos o al contexto mundial que también está exigiendo una enorme creatividad para hacer que este gran mercado global se convierta en una verdadera Tierra-Patria como la postula Morin.

La reforma de las normales tendría entonces que partir de un análisis profundamente crítico de la tradición normalista para poder distinguir sus valores de sus elementos negativos, los aspectos que pueden seguir siendo válidos para fundamentar una formación inicial de docentes pertinente para el México actual y los rasgos que más bien son obstáculos para una renovación urgente y necesaria que reinvente las normales y las ponga a la altura de lo que el futuro está requiriendo.

Porque conservar lo que haya que conservar no significa un llamado al conservadurismo que inmoviliza y se convierte en actitud defensiva frente a todo lo nuevo que se mira como amenaza sino sana apertura para incorporar todo lo innovador y pertinente que llega desde fuera, para enriquecer la propia identidad y refrescarla para que las normales, sin ser lo mismo, sigan siendo ellas mismas.

b.-Innovación.

Conservar todo lo que haya que conservar pero también, desde esta sana apertura al diálogo para que la identidad se siga moviendo y adaptando al mundo que le toca vivir, resulta indispensable repensar las normales para que, desde un proceso de innovación radical, se conviertan en instituciones atractivas por su calidad y pertinencia en la formación de los educadores del futuro y en la forja de un futuro distinto para los educadores.

Porque en un mundo cada vez más dinámico ya no es posible mantener instituciones formadoras de docentes estáticas e impermeables al dinamismo de la historia contemporánea, porque en un contexto cada vez más plural no resulta sostenible tener escuelas normales homogéneas y homogeneizantes, porque en un mundo que reclama una profunda reforma del pensamiento para romper las fronteras disciplinares y construir procesos formativos inter y transdisciplinares no es sustentable la existencia de escuelas normales con una cultura unidisciplinar centrada únicamente en visión pedagógica, porque en un mundo que funciona cada vez más por la decisión autónoma de los individuos resulta impensable una cultura prescriptiva.

Las escuelas normales requieren cada vez más unas prácticas, una estructura y una cultura multi e interdisciplinaria, descriptiva y reflexiva más que prescriptiva, plural y diversa, abierta al contacto con las realidades externas, capacitada para investigar con rigor y solidez estas realidades y para generar procesos educativos innovadores sustentados en esta investigación.

Esta reforma debería llevar a la construcción de escuelas formadoras de docentes en las que la realidad externa pueda entrar cotidianamente y volverse fuente de análisis, reflexión e investigación. Escuelas normales que cotidianamente salgan también a la realidad externa para enriquecerla con aportaciones originales y disruptivas que vuelvan a poner a la escuela en el centro del desarrollo nacional.

Ojalá que la SEP responda de manera expedita y pertinente a estas directrices del INEE y pueda ser capaz de plantear una reforma del sistema de formación inicial de docentes conservadora de todo lo que vale la pena conservar y revolucionante de todo lo que es urgente revolucionar.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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