Lado B
El ayuntamiento de Puebla: el uso anodino de la cultura (primera de dos)
La semana pasada se suscito una andanada de críticas contra el ayuntamiento capitalino que gobierna el señor Tony Gali (así se presenta aunque su nombre oficial es José Antonio Gali Fayad, pero ya se sabe que desde cuando protestó el cargo está en campaña para ser gobernador) por la puesta en marcha en el zócalo capitalino del programa denominado Albercas Urbana o Capitalinas.
Por Ociel Mora @ocielmora
02 de agosto, 2015
Comparte
Ociel Mora

@ocielmora

1

[dropcap]L[/dropcap]a semana pasada se suscito una andanada de críticas contra el ayuntamiento capitalino que gobierna el señor Tony Gali (así se presenta aunque su nombre oficial es José Antonio Gali Fayad, pero ya se sabe que desde cuando protestó el cargo está en campaña para ser gobernador) por la puesta en marcha en el zócalo capitalino del programa denominado Albercas Urbana o Capitalinas, en esto hay dudas porque el mismo Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla (IMACP), promotor de la “magna” obra, no acaba de ponerse de acuerdo en cuanto al nombre. Las críticas provinieron, ¿de dónde más?, del mundillo de la cultura poblana a través de las redes sociales.

Todo comenzó con la publicación de una fotografía de promoción. En ella se mira al alcalde con aire jovial posando para la fotografía. Está acompañado de una señora (ignoro quién sea, tal vez su consorte). Con poco entusiasmo coloca su brazo izquierdo sobre el hombro derecho de ella y mete la derecha en el bolsillo de los vaqueros, sonríe y pierde la mirada en un horizonte indescifrable. Atrás, sobre las baldosas, se distingue una imagen extraña en ese lugar. Un muro de arena y sobre él el cordón amarillo de plástico que indica “cuidado”, y mucho más atrás los borbotones de la fuente de San Miguel, un par de transeúntes despistados, el paraguas panista de los aseadores de calzado y todavía más atrás la fachada izquierda de catedral, y por encima de ella y sobre un claro, se divisa el color sepia de Eduardo Rivera que da vida a los edificios que fueran colegio y que ahora sirven para albergar instituciones de gobierno. Es el domingo.

2

A las 6 de la tarde con once minutos, del 26 pasado, el gobernante capitalino publicó en su muro personal del Facebook acerca de la “playa urbana”. Lo hacía a título personal, no de alcalde, y eso sí, enseguida remitía al boletín oficial.

Dijo: “Supervisé avances de la instalación de la playa urbana en el zócalo, para fomentar la activación física y la sana convivencia. Disfruta de las diversas actividades deportivas y culturales que habrá del 31 de julio al 30 de agosto. #Puebla”.

El primero en hablar fue el escritor Alejandro Badillo. Escribió “el alcalde de Puebla supervisa en el zócalo la construcción del arenero gigante para que nos animemos a sacar a nuestros gatos en estas vacaciones. Ciclovías qué. ¡Estas si son iniciativas!”. Enseguida el poeta Julio Eutiquio Sarabia. “Qué chido, mis impuestos se van a la mierda”. Yo más insensato supuse que se trataba de alguna instalación artística conceptual salida de la mente de alguno de esos personajes raros que suelen crear metáforas a partir del uso de objetos rutinarios. Arena en el zócalo de la ciudad de Puebla, en un contexto de problemas severos de administración y abastecimiento agua, me remitió a una imagen en la que veo restos de una ciudad colonial devorada por vientos desérticos.

Pero no. Se trata, como dirían los expertos, de una política pública. La mentada playa urbana busca enganchar a cien mil visitantes. Los que podrán solazarse en una extensión de 420 metros cuadrados de arena. También se habla de un tobogán. Pero yo no lo he visto. Si he visto unos libros sometidos a la inclemencia de un sol que a ratos muy seguramente roza los 40 grados. En ninguna se parte se indica si los visitantes deberán presentarse calzados o sin él. Hay unas redes de vólibol colgadas. Y muchas sillas de playa de playa o tipo playa, con colores llamativos con predominio del azul. El alcalde juzgó que no merecía la pena pararse por ahí a la hora de la inauguración y dejó todo en manos de su director de cultura. Una persona sobre la que primero pesaron dudas sobre su eventual capacidad, y ahora sospechas de honradez pública, pues ha trascendido en medios nacionales un presunto favoritismo.

3

Que el ayuntamiento de Puebla saliera de las frivolidades aldeanas en materia de cultura y se pusiera en consonancia con lo que, por ejemplo, se hacia entonces en al ciudad de México, llevó un largo y dilatado proceso. Su mayor punto se alcanzó dos sexenios atrás, con Pedro Ocejo a la cabeza, en la administración de la priista Blanca Alcalá. Fue cuando realmente hubo en la capital de Puebla una política cultural y artística que compitió con la mejor de México y ganó reconocimiento, incluso entre los críticos más reacios. Recuerdo que en los inicios Ocejo también recibió críticas. Se le hacía panista y ajeno al mundo cultural, y en el mejor de los casos, muy elitista. Pues se le identificaba con la organización de Plataforma-2006, un ambicioso proyecto de arte contemporáneo iberoamericano que tenía como fin reivindicar Puebla como un “baluarte del arte y la cultura de las nuevas tecnologías del siglo XXI». Sin embargo, al poco se conoció su talento y los grupos cambiaron de opinión.

Hoy los proyectos de culturas municipal parecen amenazados de ser puesta al servicio de proyectos partidistas y electorales.

Pero de eso hablaremos el miércoles.

 

Chayo News

Otro periodistas asesinado con mucha saña no en Veracruz, sino en la ciudad de México, pero había llegado de aquella entidad huyendo de amenazas de muerte. Sobre el ahora difunto pesaba la tirria y el malestar del señor gobernador de aquella entidad. En los cuatro años que van de aquella administración van 14 periodistas asesinados. 3.5 por año. A ese ritmo todavía estarían en lista fatal 7 informadores. El asunto veracruzano no sólo es doloroso sino indignante porque ante el escándalo mundial del plato de sangre todos esperaríamos un pronunciamiento acompañado de acciones del presidente de la República, pero no. A todos se les mira tan campantes.

ocielmora@gmail.com

Comparte
Autor Lado B
Ociel Mora
Tiene estudios en antropología social. Es autor de varios ensayos de interés académico, y de un par de libritos sobre el impacto de las políticas liberales en los pueblos indios en el XIX. Ha trabajado en el INAH y Culturas Populares en diferentes momentos y estados de la República. En el sector social, es parte de Perspectivas Interdisciplinarias A.C. En el privado, se desempeña como consultor para el desarrollo y combate a la pobreza en áreas indígenas. Ha publicado cerca de cinco mil artículos de opinión dispersos en diarios nacionales y revistas como El Universal, Excelsior, y Plural. En Puebla se arrogó el inmerecido título de columnista por varios años en Intolerancia y El Sol de Puebla. En un acto fugaz animo la publicación Barbarie. La ciudad letrada.
Suscripcion