Lado B
Cosmópolis: Retos educativos para una nueva época
Desde hace muchos años, la educación ha estado encapsulada en el conceptualismo y el culto a la memorización y la información. Como un producto del ciclo amplio de decadencia y de la sociedad en crisis de estos tiempos, la educación está viviendo su propia crisis tratando de escapar de sus viejos rituales que hoy carecen de significado para los estudiantes. Los maestros han dirigido a los estudiantes a la memorización de conceptos, fórmulas, funciones y operaciones, bloqueando su deseo irrestricto de conocer.
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
14 de julio, 2015
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“La necesidad de un corazón que está abierto

y en sintonía con el ser demanda una pedagogía

que esté interesada en más que una exploración

intelectual de lo que es, sino que esté interesada

además en la formación de ese corazón para el cual

un conocimiento de lo que es, será recibido,  también

por la vía de una respuesta afectiva a lo que es conocido”.

Doorley, The place of the heart in Lonergan Ethics, p. 52.

[dropcap]D[/dropcap]esde hace muchos años, la educación ha estado encapsulada en el conceptualismo y el culto a la memorización y la información. Como un producto del ciclo amplio de decadencia y de la sociedad en crisis de estos tiempos, la educación está viviendo su propia crisis tratando de escapar de sus viejos rituales que hoy carecen de significado para los estudiantes. Los maestros han dirigido a los estudiantes a la memorización de conceptos, fórmulas, funciones y operaciones, bloqueando su deseo irrestricto  de conocer.

No sólo nuestra educación ha olvidado estimular en los estudiantes el cuestionamiento, la indagación, el entendimiento y el juicio, sino que no ha tomado en cuenta el corazón de los estudiantes, su dimensión emocional y su propio deseo irrestricto de elegir bien. El drama de los estudiantes está fuera de las aulas en la actualidad y  la conciencia histórica que los retos actuales están demandando no es manejada dentro los currícula donde la enseñanza de la Historia es una mera repetición de hechos, nombres y fechas, y la Filosofía pierde espacios y sentido debido a las demandas técnicas y pragmáticas del mercado laboral.

La crisis social del inicio del milenio y el ciclo amplio de decadencia en el cual la humanidad esta inmersa demandan urgentemente un completo cambio educativo. Este cambio no es un asunto de métodos, técnicas o materias; este cambio implica la transformación de los maestros en las dimensiones intelectual y moral.  Sólo si las mentes y corazones de los maestros cambian, puede haber un cambio en la educación como afirmó el investigador británico, Lawrence Stenhouse.

El mundo está necesitando una educación que:

  • Tome en consideración a la persona en todas sus dimensiones: biológico-sensitiva, lúdico-estética, intelectual, social, moral y espiritual.
  • Trabaje con el estudiante buscando el descubrimiento y apropiación de su propia conciencia intencional en sus cuatro niveles: Empírico, inteligente, reflexivo y existencial.
  • Desarrolle la conciencia histórica de las nuevas generaciones para que puedan descubrir sus responsabilidades históricas con visión de largo plazo.
  • Cambie su enfoque de la competencia a  la cooperación.
  • Cambie su énfasis individualista por un punto de vista global y social.
  • Reflexione en la noción del desarrollo sustentable como un reto para una nueva civilización mundial, basada en un estilo de vida sencillo y compartido.

La educación que el mundo en crisis requiere es una educación personalizante que asuma su compromiso de trabajo con el estudiante considerado en toda su complejidad para permitirle desarrollar su capacidad de establecer relaciones constructivas con los bienes particulares que satisfagan sus necesidades humanas de desarrollo y enseñarle a deliberar y cooperar hacia la construcción de un auténtico  bien de orden social basado en la justicia y el respeto a la libertad de todos.

[pull_quote_right]Para lograr dinamizar y reforzar la Cosmópolis se requiere necesariamente de la educación, pero no de la educación que hoy tenemos sino de una educación transformada y transformadora.[/pull_quote_right]

Una educación personalizante que haga al estudiante consciente de su propia complejidad como sujeto personal, como miembro de una comunidad, de una sociedad y de la especie humana en la historia, en orden del descubrimiento y la apropiación de su “deseo irrestricto de conocer y elegir el bien” y  la humanización concreta de su “libertad efectiva”, es decir, de su capacidad real de auto determinarse en medio de los condicionamientos que le toca vivir.

Esto implica la transformación progresiva de la docencia para pasar  de una práctica mecánica y rutinaria  a una praxis crítica y creativa. Esta praxis será posible solamente a partir de un proceso sistemático y profundo de transformación docente

En su libro Insight, el filósofo canadiense Bernard Lonergan postula como solución al ciclo amplio de decadencia de la humanidad, producido por la entronización absoluta del conocimiento práctico, inmediato y utilitario, a la Cosmópolis.

La Cosmópolis no es, según este pensador, ni un sistema de gobierno ni un régimen policíaco, tampoco es un modelo económico. La Cosmópolis es el dinamismo de búsqueda constante de inteligencia directa, reflexiva y práctica para comprender las situaciones que se viven, analizarlas críticamente hasta llegar a juicios razonables y deliberarlas de manera seria y pertinente para tomar decisiones responsables que se traduzcan en acciones comprometidas de transformación de la realidad hacia la humanización progresiva.

Para lograr dinamizar y reforzar la Cosmópolis se requiere necesariamente de la educación, pero no de la educación que hoy tenemos sino de una educación transformada y transformadora.

Porque sólo si la educación modifica sus concepciones y organización, la Cosmópolis podrá irse haciendo probable y tener una influencia social y cultural que coopere en la transformación del mundo en crisis en un mundo más humano.

Entender y comprometerse con la Cosmópolis plantea hoy en día, un conjunto de retos para el sistema educativo y para la gente que trabaja en la rama de la educación que cree en la inteligencia humana, la reflexión y la responsabilidad como el medio de comunicación por el cual la humanidad está siempre  buscando  llegar a ser más humana y mejorar el mundo, y  en la consciencia humana y sus exigencias de autenticidad como el único criterio unificador en un mundo donde la diversidad es la ley y el amor es única posibilidad de auténtica vida humana.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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