Brenda Lira 

En los años Ochenta, una polémica cinta desató toda una serie de cuestionamientos y malestares, principalmente en Italia, hacia las escenas de películas donde se mostraba un claro maltrato animal. Se trataba de una cinta que abordaba un tema oculto para el mundo contemporáneo occidental. No obstante, ésta fue sentenciada y censurada durante años ya que mostraba escenas crueles y sangrientas en las que se utilizaban animales. De esta forma, el principal tema y objetivo que la película abordaba quedó fuera de debate, y esta fue situada históricamente en una zona moralmente delicada de la cinematografía. Poco se habló de ella durante años, pasaron 18, fue hasta 2001 que esta se pudo ver pero aún con censura, y tiene pocos años que esta película se puede conseguir tal como fue concebida.

“Holocausto caníbal” (1980) se convirtió en un mito que gira en torno a la realización de sus escenas, es considerada gore por los amantes de la violencia y un terrible espejo para un mundo occidental que se niega a ver su propia crueldad. Aún estando entre las películas de culto del cine B, hablar de ella significa remitirse a un extremo de violencia y crueldad que no todos toleran visualmente. Por otro lado, su director Ruggero Deodato, a pesar de haber filmado otras cintas, siguió ocupando la silla de los sentenciados, y aún en estos tiempos la producción de la película y todo aquel que la admira, suele también cargar con esa marca indeleble. Pero de alguna manera esta fama y ese mito alrededor de la película han desatado y permitido su cuestionamiento a lo largo de tantos años.

Indudablemente, las escenas de esta cinta son terriblemente crueles, y  aunque su sentencia hizo perder de vista el contenido, es incuestionable que éste y el tema principal contrastan con las imágenes  de una manera contundente para generar una sensación de impotencia y malestar, explotada en el espectador a través de crueles imágenes. Lo que puede de hecho, marcar en el espectador un parte aguas en la visión de la relación simbólica y violenta que Occidente ha impuesto sobre las minorías (indígenas) y sobre el mundo que ha puesto a sus pies (territorio, recursos naturales y animales). Y es que la crítica comienza desde la desmitificación del uso de la palabra caníbal, y la evidencia de que esta idea  con distintas mutaciones existe aún en las mentes de la sociedad occidental.

La película expone que la violencia de Occidente se encuentra en todas sus formas de imposición, y apela al cuestionamiento de la superioridad racial innata en la conformación de nuestra sociedad. Es probable que la visión haya cambiado en los último años, más las condiciones no han sido así.  Por lo tanto,  el cine de Deodato a pesar de sus a veces casi insoportables escenas, cuestiona fríamente esta violencia  cultural que se relaciona con el poder, mientras que la realidad supera cualquier película. Deodato cuestiona la mentalidad cruel que se asume cuando se adquiere poder, y de esta manera funciona la película como un espejo del tal comportamiento, es decir que, lo denuncia pero lo realiza.

Manejada como un falso documental, en esta se retrata a cuatro jóvenes documentalistas quienes aspiran a la fama y la pretenden alcanzar filmando un documental sobre el llamado “infierno verde” el Amazonas. Jóvenes que ilustran la cara de una sociedad en clara decadencia, y quienes llegando  a la selva dada la ley del más fuerte van destruyendo sin remordimientos lo que se encuentran a su paso, más al no encontrar el sensacionalismo que los haría famosos, deciden crearlo sin importar la crueldad  y muerte (asesinato) a indígenas. El director cuestiona así, la explotación visual  con la que personas “preparadas” disponen de retratar a las culturas indígenas y sus territorios, así como la búsqueda de tragedias y violencia para su explotación comercial.

Trabajo fílmico que ha transgredido la moral de esta cultura occidental, evidenciando toda esa carga histórica de opresión y de crueldad que se ejerce sobre las “minorías”. Vemos así, que a través del cine B muy a pesar de su bajo presupuesto se han podido desarrollar producciones basadas en temas que difícilmente se retoman bajo otro tipo de producciones. En éste sentido Deodato es clave para comprender y analizar los límites de la expresión cinematográfica, ya que se trata de un director que tuvo la frialdad para retratar un nivel de violencia y de crueldad humana, asumidas a través del poder, sin duda bárbaro. Ocupo técnicas que si bien no pretenden alcanzar un estatus cinematográfico, si imprimen una visión diferente de lo que es el cine y sus límites, exponiendo incluso errores técnicos de edición y doblaje.

“Holocausto caníbal” considerada exploitation y ultra violento, pudo haber sido una película de terror bajo otro tipo de producción, no obstante se separa de este género al disfrazar las imágenes con un soundtrack completamente pasivo en comparación con lo que visualmente se aprecia, la música juega un papel importante en el mensaje, pues a través de ésta como un terrorista de la imagen Deodato, permite que puedan ser observadas situaciones que de otra manera no nos atreveríamos a ver. Para Deodato la forma más clara de exponer este tipo de violencia del poder fue “Holocausto Canibal”, él toma el mito occidental del canibalismo con el que se solía señalar a ciertos pueblos indígenas cómo salvajes y lo contrasta con los americanos “civilizados” quienes alardeando de superioridad se convierten en los verdaderos caníbales, al subestimar el contexto al que llegan, sus habitantes y animales, creyendo que saben, seguros de que saben destrozan lo que a su paso encuentran, comportándose como verdaderas bestias. Deodato nos pregunta entonces: ¿Quiénes son los verdaderos caníbales? Y la pregunta sigue hasta la fecha en el aire.

Brenda Lira.  Cultiva la crítica cinematográfica, lleva una década estudiando instrumentos de aliento, y es creadora de espacios culturales. Ha publicado diversos artículos para la revista universitaria CHIDO BUAP.