Eran las cinco de la mañana cuando María Celina decidió salir camino a Guadalajara con la esperanza de que Fátima recibiera una operación gratuita. Fátima es hija de Celina. Fátima nació con labio paladar hendido. Fátima tiene siete meses y pesa menos de cinco kilos. Fátima es una princesa, no deja de repetirlo María Celina.
Era un martes y Fátima resplandecía en medio de una larga fila a las afueras del Instituto Jalisciense de Cirugía Reconstructiva “Dr. José Guerrerosantos”. Esa mañana de febrero, Fátima —junto a una centena más de niños y jóvenes— esperaba para ser acreedora a una operación gratuita de la asociación estadounidense Operation Smile.
“Tenía mucho miedo de que nos dijeran que no, que no se podía. Nosotros ya pensábamos pagarla, pero también se nos vienen los quince años de la hija mayor. Estábamos en puras indecisiones”.
Cuando Fátima nació, María Celina estaba segura que su familia no quería a la bebé. Ella, a dos días de haber dado a luz, se encontraba en una de las disyuntivas más importantes de su vida: irse o quedarse.
Hacía unos días se había enterado que su esposo tenía una relación con otra mujer. Hacía unas horas había nacido su hija con labio paladar hendido. Hacía apenas unos segundos había anhelado buscar una nueva vida lejos de Capilla de Guadalupe, municipio de Jalisco en el cual vivía hasta antes de la concepción de Fátima.
Sin embargo, no se fue.
Fátima, la última de cinco hijos, nació como una bendición. Al menos eso es lo que significó para María Celina.
“Es mi apoyo. Ella es un milagro. Tuve tres amenazas de aborto y mira, aquí está, tan chiquita.”
Escondido entre una carretera y árboles, el Rancho Boca de Leones, hogar de Celina y Fátima, se encuentra en el municipio de San Ignacio Cerro Gordo, el cual está por lo menos a dos horas de distancia de Guadalajara.
Celina dice que aquí el cielo es lo más bonito. Dice que están alejados de todo y también de la gente mala. Aquí, dice Celina, “estamos todos juntos. Sin que nada nos pase”.
“¿Te cuento algo? Lo que más me gusta de la Fátima es que sonríe, sonríe aunque esté cansada, aunque le duela todo a la Peggy. Ella es como la alegría”, dice Juan Ramón, su hermano mayor. “Yo no sé qué hicieron mis papás o qué pasó para que naciera así, pero nada más vela, ¿a poco no te dan ganas de quererla mucho?”.
La vida de Celina es sencilla, o bueno, es así como ella misma la define. Con cinco hijos, tres perros y cientos de metros rodeando su casa, Celina está dedicada a su mundo; a su centro y a Fátima, su última y más cercana hija.
“Yo no sé qué haría sin Fátima. Ella es una guerrera. Una personita que sin hablar dice todo”.
Dentro de unos meses, Fátima celebrará su primer año. Su hermano Juan Ramón hará su confirmación a la iglesia. Anayely hará su fiesta de quince años y sus papás festejarán un año más de estar juntos.
Mientras Celina me cuenta de estos planes, Fátima no deja de sonreír.