Lado B
¿Qué es la LED y por qué nadie quiere hablar de ella?
A pesar de ser un grupo pequeño con discurso anacrónico, es la única oposición visible y organizada dentro de la Buap
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
25 de marzo, 2015
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Foto: Marlene Martínez

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María Aranzazú Ayala

@aranhera

“Los vamos a desaparecer como a los de Ayotzinapa”: la amenaza fue clara, terrible. La desaparición de 43 estudiantes normalistas sacudió a México y al mundo, como el violento desalojo del campamento de estudiantes de la Buap, que incluyó la privación de la libertad por varias horas de ocho de ellos, sacudió la calma de la madrugada del domingo 8 de febrero de 2015 en el zócalo de la capital poblana.

Los estudiantes eran parte del Colectivo Universitario por la Educación Popular (Cuep), quienes días antes habían montado un campamento y un par de ellos se habían declarado en huelga de hambre, una drástica manera de presionar a las autoridades universitarias para que les prestaran salones donde impartir, de forma gratuita, cursos de preparación para el examen de admisión a la universidad.

Aunque no hay claridad sobre quién perpetró el ataque, lo que sí se sabe es que la policía municipal estuvo ahí y no hizo nada para detener las agresiones físicas y psicológicas, y que a quienes privaron de la libertad los abandonaron varias horas después en un terreno baldío de la zona industrial.

Ahí, los que eran ateos se dieron cuenta de que no lo eran tanto, dice Fidel Sánchez, estudiante de Economía y miembro de la Liga Estudiantil Democrática (LED), agrupación estudiantil encargada de organizar los cursos del Cuep y protagonista de varios enfrentamientos con las autoridades universitarias, así como una larga historia de lucha y enfrentamiento.

Pero ¿de dónde sale la LED? ¿Por qué está ahí, incrustada en una universidad que hace años dejó de lado el discurso de la educación popular, y fue trampolín para carreras políticas bajo las siglas del Partido Revolucionario Institucional (PRI)? ¿De quién es la mano detrás del más reciente episodio, que parece desmedido lo mismo en su protesta que en la violenta respuesta que desencadenó?

[quote_box_right]Después del desalojo, el Cuep no ha dejado de dar los cursos gratuitos. Iván Ojeda, otro de los integrantes de la LED, dice que a inicios de este ciclo tenían a 1830 estudiantes inscritos, aunque a la fecha no está seguro cuántos sigan. Estas clases alternativas le restan a la Buap una entrada de al menos 275 mil pesos, pues los cursos oficiales cuestan al menos 500 pesos por persona.[/quote_box_right]

Preguntar al respecto es enfrentarse a un muro de piedra.

Es encontrarse con puertas cerradas que sólo se abren un resquicio, a condición de reservar el nombre y sólo para que la puerta se abra unos centímetros más. Intentar escarbar en la historia, salvo por algunos protagonistas, integrantes visibles del grupo que defienden con pasión su quehacer, es casi mirar de frente a un hoyo negro, de esos que todo lo tragan por su fuerza de atracción y no permiten ni el reflejo de la luz.

La luz

Lo que se sabe es que la LED nació como una planilla universitaria para las elecciones internas en la facultad de Electrónica (que en ese entonces estaba unida con Física), hace ya 17 años. Que el nombre lo tomaron sus fundadores de los foquitos LED que utilizaban en sus clases para hacer circuitos. Que poco a poco fue evolucionando hasta convertirse en un grupo autónomo, siempre renovado por los propios estudiantes que ingresan en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (Buap), que sus formas han sido fuertemente cuestionadas, que se les ha intentado ligar al PRI y al Ejército Popular Revolucionario (EPR), y que mantiene una lucha por ideales de hace 30 o 40 años: educación para el pueblo, educación para todos.

La historia en la que todos coinciden es en la de su origen y supervivencia, porque la LED ha existido desde hace 17 años, casi a la par que el “nuevo modelo educativo” nacional, que podría definirse como una política alejada de los intereses y bienestar de los alumnos y centrado en los intereses del gobierno federal (enfocados al ámbito económico, de una paulatina privatización de la educación pública), como lo describe  el maestro José Guadalupe, profesor de Ciencias Políticas de la Buap.

L., doctora en Historia y también profesora de la universidad, dice que si se puede señalar a la LED por algo es porque está muy anclada en sus ideales, y que su discurso es anacrónico. Si bien ella no tuvo contacto directo con la Liga, le dio clases a cuatro de sus miembros hace ya un par de años, buenos alumnos, con opiniones muy enérgicas y radicales tomadas de autores que no necesariamente veían en clase; tenían círculos de estudio con sus propios compañeros de la LED, en los que no participaba ningún docente, donde leían a Karl Marx y otros teóricos similares. Entre ellos lo que había y todavía hay, desde los rostros de antes y los protagonistas de las últimas represiones, es una unión muy fuerte. L. recuerda que al examen profesional de uno de los jóvenes, del que ella fue sinodal, llegaron más de 40 compañeros cuando lo usual es que la concurrencia no rebase a los diez, incluyendo a familiares.

Las luchas estudiantiles en la Buap se vieron atravesadas por el “golpe” que sufrió la oposición en la universidad, cuando el PRI tomó las riendas de la institución. En un contexto en el que los movimientos de alumnos fueron hasta cierto punto acallados, surgió a finales de los 90 la LED.

Foto: Marlene Martínez

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El que cuenta la historia de la Liga es Fidel, uno de los miembros activos actualmente, presente en varias movilizaciones y uno de quienes fueron privados de su libertad el pasado el 8 de febrero. Está sentado en una de las bancas grises de la facultad de Economía de la Buap, con el brazo detenido por un cabestrillo de tela. A cada rato pasa alguien, maestros y alumnos, que lo reconoce y lo saluda, le pregunta cómo sigue, explica a otros que es parte de una organización estudiantil, le pide verse pronto. Sus heridas en el pecho y brazo se volvieron famosas porque los enseñó a medios de comunicación en rueda de prensa y afuera de la Procuraduría General de Justicia (PGJ).

Fidel entró a la Liga a los 16 años (este 2015 cumple 24), invitado por familiares que ya estaban estudiando en la universidad.

Sobre la reciente golpiza que sufrieron, insiste en que la estrategia de la Liga no es agresiva. “No vamos a enfrentar así al Estado”, afirma convencido de que llevan las de perder. Después del desalojo, el Cuep no ha dejado de dar los cursos gratuitos. Iván Ojeda, otro de los integrantes de la LED, dice que a inicios de este ciclo tenían a 1, 830 estudiantes inscritos, aunque a la fecha no está seguro cuántos sigan. Estas clases alternativas le restan a la Buap una entrada de al menos 275 mil pesos, pues los cursos oficiales cuestan al menos 500 pesos por persona.

Los métodos

Los profesores entrevistados coinciden en que ha habido un alejamiento entre la universidad y los estudiantes desde que iniciaron las administraciones de los Doger, primero José y luego Enrique., es decir cuando el PRI comenzó a controlar a la máxima casa de estudios. Hay un resentimiento reprimido por parte de la comunidad universitaria, un resentimiento de años de hablarle a oídos sordos y de exigir cosas que de tan pequeñas pareciera imposible que simplemente las ignoren, como cambios en el mobiliario de los salones. Pero nada. Por eso, cada vez que hay una rendija para que la sociedad vea lo que está pasando, cada vez que un trozo de ese coraje, resultado del hartazgo acumulado, se escapa de los muros de la universidad, quienes nunca han visto la imagen completa califican las acciones como exageradas, desmedidas.

Las tres administraciones anteriores de la universidad estuvieron alejadas del estudiantado. 24 años de rectores viendo hacia todos lados menos hacia sus propios estudiantes y trabajadores. 24 años de denunciar las mismas carencias y ser ignorados.

Un estudiante de Derecho, miembro de la asamblea universitaria de dicha facultad, concluye que lo que se puede cuestionar son las formas de algunos de los estudiantes de la LED, pero explica que varias de las acciones que toman, que a ojos de la sociedad pueden ser “exageradas”, son la única manera de presionar a la universidad.

[quote_box_right]En ese momento el EPR emitió un comunicado donde se deslindaba públicamente de cualquier nexo con los estudiantes de la Buap, diciendo que “negamos rotundamente que tengamos algo que ver con las protestas estudiantiles-populares, originadas a partir de un injusto incremento a la tarifa del autotransporte público.”[/quote_box_right]

Por ejemplo, hace dos años una de las integrantes del Frente Estudiantil por una Educación para Todos (Feet), parte de la LED, hizo una huelga de hambre en el marco de las exigencias de la apertura de matrícula. Después de varios días de estar sin comer la muchacha se desmayó frente a todos, durante un evento público, y entonces la universidad se acercó a hablar con los estudiantes. La Rectoría, dice el joven, no negocia a menos que se vea afectada su imagen, “sólo dicen que negocian”, y esta es quizá otra de las razones de las acciones dramáticas de la Liga. Lo que el alumno sí critica es que algunos de los “líderes morales” de la LED tienden a negociar en privado, convenciendo a miembros de otras asambleas u organizaciones de sus peticiones, y a sembrar un ambiente a veces de desconfianza contra personas que no consideran afines a sus ideales. “El problema son los métodos de algunos para alcanzar la organización”, opina.

“Antes, cuando los jóvenes de la Buap secuestraban camiones para sus demandas sociales, los guardaban dentro de Ciudad Universitaria”, dice por su parte la profesora L. Ahora, a cualquier estudiante que haga una movilización o pida algo le dicen que es de la Liga, como tratando de tacharlo de algo negativo para minimizar sus peticiones.

El maestro José Guadalupe dice que desde los 80 no ha habido un movimiento estudiantil verdaderamente articulado, y considera que los grupos como la LED tienen demandas a corto plazo que no trascienden. Habla rápido y de manera muy clara explica que la crisis orgánica que se vivió en 1981 fue el quiebre de la universidad, y una década después se dio un cambio de política educativa a nivel nacional. Se rompió con la universidad de masas, y en 1991 se empieza a inhibir la participación estudiantil con el cambio interno de la manera de votar. A partir de ese momento se buscó una nueva administración universitaria que empatara con el modelo educativo del gobierno federal, lo que fue de la mano con la disminución de la matrícula. En los 90, década en que surgió la LED, las organizaciones estudiantiles se vieron mucho más limitadas y según el profesor éstas permanecen aisladas, sin una estructura orgánica, siendo “espontáneas, inmediatistas y de carácter coyuntural”, pero reconoce que sus demandas –de no a la privatización de la educación y una mayor apertura de la universidad– son justas.

Sin embargo, considera que no es que la Liga sea mal vista por el resto del estudiantado, sino que hay una especie de apatía porque los estudiantes no se han sentido identificados con sus demandas. En su opinión, los alumnos no tienen un sentimiento de identidad colectiva, de pertenencia, muy probablemente por el modelo educativo mexicano, que ha inhibido la participación masiva de los estudiantes.

Foto: Marlene Martínez

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En 2011, en vísperas del año de elecciones federales donde se definiría quién sería el próximo presidente de México, surgió el rumor en artículos periodísticos de que el Ejército Popular Revolucionario (EPR) estaba detrás de la Liga, en el marco de protestas y movilizaciones por el aumento al precio del pasaje. En ese momento el EPR emitió un comunicado donde se deslindaba públicamente de cualquier nexo con los estudiantes de la Buap, diciendo que “negamos rotundamente que tengamos algo que ver con las protestas estudiantiles-populares, originadas a partir de un injusto incremento a la tarifa del autotransporte público.”

Antes de eso, la LED estuvo un tiempo fuera del radar público, seguían con sus actividades sin movilizaciones masivas, sin salir a las calles, pero seguían activos. Durante esos años dentro de la universidad hubo una etapa también de mayor control, donde hasta repartir volantes dentro de las facultades y Ciudad Universitaria era un desafío.

Todavía en los 90, cuando el ex rector Enrique Agüera era director de la Facultad de Administración, se organizó un foro contra la privatización de la educación en la Facultad de Derecho, en la plaza donde hay una estatua del rostro de Karl Marx. Había como 300 personas sentadas al aire libre cuando llegó un grupo de porros a golpear a todos, “muy parecido a la represión del 8 de febrero”, cuenta Fidel.

Durante la golpiza, los agentes de seguridad de la Buap, antes conocidos como Isus, se llevaron a tres (algunos hablan de dos) estudiantes que fueron fuertemente golpeados -uno de ellos habría estado hospitalizado un mes-, y cuando los encontraron, los agentes los estaban encañonando. Los estudiantes eran de la LED. A raíz de esa represión se creó la Defensoría de los Derechos Universitarios y hubo un cambio temporal de la política represiva. Los jóvenes que fueron golpeados abandonaron la organización después del incidente.

En 2008 las cosas empezaron a complicarse en el contexto del incremento nacional de la violencia e inseguridad marcadas por la “guerra contra el narcotráfico” del ex presidente Felipe Calderón Hinojosa. Un día antes de la marcha del 2 de octubre, cinco estudiantes de la Liga fueron detenidos mientras hacían difusión del evento en las calles.

[quote_box_right]A pesar de las diferencias de opinión en el alcance de la LED, todos los entrevistados coinciden en que su lucha es legítima. Aunque pareciera que algunos de sus métodos, como ponerse en huelga de hambre, son anticuados, como sacados de una máquina del tiempo de las luchas estudiantiles del pasado, “estancados en los 60 y 70”, la Liga tiene un argumento válido: las demandas de hace décadas siguen sin ser resueltas.[/quote_box_right]

Pero fue en 2009 que la Liga sufrió quizás uno de los golpes más duros cuando desapareció Fermín Mariano Matías, ex líder estudiantil y antiguo participante de la LED. En ese entonces Fermín trabajaba con comunidades totonacas en la Sierra de Puebla y estudiaba una maestría en la UNAM. La primera señal fue el clima de enrarecimiento, con una sutil campaña de desprestigio en contra del luchador social, con mensajes anónimos que decían que era del PRI, o guerrillero del Ejército Popular Revolucionario (EPR). Pasaron dos semanas sin que nadie supiera de él, desde que fue visto por última vez el 26 de junio. Luego de alrededor de un mes de movilizaciones, el 28 de julio se oficializó el hallazgo de su cuerpo, abandonado desde el 28 de junio en Tlaxcala, con varios balazos. Esa fue una etapa muy dura para la LED, dice Fidel. A la Liga le pesó su asesinato. Ahí se dieron cuenta que esto no era un juego, y descubrieron que “cuando el Estado golpea, no avisa”.

El 132

En 2012, pleno año electoral, el año de las protestas masivas con el entonces candidato del PRI Enrique Peña Nieto, estuvo marcado también por la aparición del movimiento estudiantil #YoSoy132, que pareció despertar del letargo a la comunidad estudiantil nacional, al menos temporalmente. Y fue en ese contexto que un artículo de la revista Proceso acusó al entonces rector de la Buap, Enrique Agüera y a la LED, “ambos ligados al PRI”, de intentar infiltrar al movimiento #YoSoy132. “Pregúntale a quien quieras, te van a decir que el 132 se rompió por la LED”, dice uno de los entrevistados.

Armando Pliego, estudiante de comunicación de la Buap y miembro del 132, cuenta que la primera confrontación fue en la asamblea del 132 de la Facultad Derecho que se partió en dos. “Ahí fue el primer rompimiento fuerte”, y agrega que muchos no tenían certeza de lo que hacía la Liga por su cuenta, pues tenían sus propias reuniones donde creen que también discutían cosas del 132.

Armando también fue uno de los representantes de Puebla, junto con otros dos estudiantes, durante una asamblea nacional del movimiento estudiantil en Michoacán, el último fin de semana de julio de 2012. En esa ocasión alguien de Puebla envió una carta diciendo que la asamblea poblana pertenecía a la Liga, asegurando que la organización pertenecía al PRI y a la Rectoría de la Buap. Sin investigar más allá y en medio de una total confusión, dice, a Puebla se le suspendió el derecho a votar durante dos meses. Lo que sí, dice el estudiante de Comunicación, es que donde hay presencia de miembros de la LED, aunque no vayan representando a la Liga, sus miembros terminan siendo parte del liderazgo de las movilizaciones.

La red

La agrupación parece ser desestimada sólo por unos cuantos, y la opinión general es de una organización con fuerza, que siempre lleva la batuta aunque sus miembros vayan a otras reuniones y colectivos de manera individual.

Foto: Marlene Martínez

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Fidel admite que ellos sí fueron “los primeros en ponernos un paliacate en la cara”. La LED llegó a hacer acciones más radicales como la toma de edificios de la universidad o hacer pintas en sus movilizaciones. Pero desde finales de 2014 decidieron dejar ese camino y encaminarse a una lucha totalmente pacífica, “ya nada de palos y capuchas”, considerando el aumento de la represión generalizada en el contexto local y nacional.

La Liga se rige por una asamblea general que se reúne cada seis meses en sesión ordinaria y cuando pasa algo extraordinario en el momento que sea necesario. Hay dos zonas: centro y Ciudad Universitaria, y cada una está en continua comunicación. Dentro de la LED hay opciones para quienes no quieren o pueden estar de lleno en la organización, o sólo están interesados en un proyecto en particular.

El Colectivo Universitario por la Educación Popular (Cuep) está a cargo de los cursos gratuitos de preparación para el examen de admisión, desde 2010, y el Frente Estudiantil por una Educación para Todos (Feet) enfoca su lucha en la apertura de matrícula, además de la Casa de Estudiantes Emiliano Zapata (Ceez) que ha albergado en los últimos meses a estudiantes normalistas y a los jóvenes agredidos el 8 de febrero, entre otros. No todos los que participan en estos tres colectivos son necesariamente parte de la Liga. El Cuep, el Feet y la Ceez son iniciativas de la LED, pero con independencia; cada uno de estos proyectos es diferente y los que participan en uno no forzosamente están en los tres, ni tampoco son miembros activos de las demás luchas de la Liga.

A pesar de las diferencias de opinión en el alcance de la LED, todos los entrevistados coinciden en que su lucha es legítima. Aunque pareciera que algunos de sus métodos, como ponerse en huelga de hambre, son anticuados, como sacados de una máquina del tiempo de las luchas estudiantiles del pasado, “estancados en los 60 y 70”, la Liga tiene un argumento válido: las demandas de hace décadas siguen sin ser resueltas.

[quote_box_right]De los 27 mil alumnos de la Buap, apenas alrededor de 120 son los que conforman la Liga y los tres distintos colectivos. Y de ellos, no más de 50 son la base del colectivo estudiantil, el que parece la palabra mágica para provocar el silencio.[/quote_box_right]

Los que acusan que hay intereses detrás de los jóvenes no han podido probarlo. Incluso los artículos periodísticos que en su momento dijeron que eran del PRI no tenían mayor sustento que un simple rumor. La Liga es cuestionada por sus formas y estrategias de la lucha, y la manera de la Liga de posicionar la agenda de la organización dentro de todos los movimientos. Pero si de algo pecan, dice la doctora en Historia, “es de idealistas”.

Silencios

Tres académicos, tres alumnos y un investigador ex integrante de la Liga: de todos, sólo dos quisieron dar su nombre. Después de entrevistar, preguntar y ahondar en el pasado y la historia de los movimientos estudiantiles y de la LED en concreto, no hay visos de que haya alguien o algo detrás. La LED es, por más raro que parezca en un lugar donde casi todo tiene una agenda oculta, un grupo anclado en sus propios ideales y consignas que por muy anticuadas que parezcan son estandartes de lucha con los que han obtenido varios logros, como aumentar la matrícula y darle clases gratuitas de preparación a más de mil personas. Iván Ojeda, integrante de la Liga, explica que través del Feet la organización ha conseguido que desde hace cinco años entren a la Buap un promedio de 20 estudiantes por año. En el primero fueron 27, el segundo 15 y para 2014 entraron 24, lo que da un aproximado de cien alumnos. Aunque puede que no sea una cantidad masiva, lo cierto es que han conseguido entrar, poco a poco, por el trabajo del colectivo.

De los 27 mil alumnos de la Buap,  alrededor de 120 son los que conforman la Liga y los tres distintos colectivos. Y de ellos, no más de 50 son la base del colectivo estudiantil, el que parece la palabra mágica para provocar el silencio.

¿Por qué la LED parece ser un tema tabú, del que muchos se rehúsan a hablar, al que muchos prefieren ignorar o restarle importancia? Quizás porque es la única agrupación que ha logrado cosas, aunque parecieran pequeñas, que se ha mantenido al paso de los años y que, cuando la coyuntura lo amerita, tiene poder de convocar y organizar a la comunidad estudiantil. La Liga parece ser el único oponente visible del modelo educativo de la universidad: una amenaza pequeña, pero constante y sobre todo organizada, que se va regenerando todo el tiempo y parece no tener fin.

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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