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Uchuraccay: El pueblo que recibe con flores a quienes llegan a pie
Hace 32 años hubo, en realidad, dos tragedias: la muerte de ocho periodistas y su guía en las alturas de Huanta, y la de un pueblo que se convirtió en uno de los más estigmatizados de nuestra historia reciente
Por Lado B @ladobemx
30 de enero, 2015
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Hace 32 años hubo, en realidad, dos tragedias: la muerte de ocho periodistas y su guía en las alturas de Huanta, y la de un pueblo que se convirtió en uno de los más estigmatizados de nuestra historia reciente. Aquí, una crónica del encuentro de familiares y campesinos que se reconcilian y claman por convivir en paz, tras la época de violencia terrorista.

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Foto: Virgilio Grajeda.

Francesca García D. | La República

@larepublica_pe

En medio de los mismos cerros y pampas verdes que registró Willy Retto en sus últimas fotografías, Eudosia Reynoso, viuda de Félix Gavilán, camina por el llamado Santuario de la Paz y Reconciliación que construyeron en el antiguo pueblo de Uchuraccay. Se coloca frente a la fotografía de su esposo y llora mientras lo adorna con hortensias.

En minutos, este lugar en forma circular, que rompe con el panorama del pueblo abandonado desde la época más cruenta de violencia que desató Sendero Luminoso, es abarrotado por la segunda comitiva que partió a las 7 de la mañana desde Huamanga para honrar la memoria de los ochos periodistas y un guía asesinados el 26 de enero de 1983.

Deudos, periodistas y autoridades realizan la romería al lado de la cruz blanca que identifica el lugar exacto donde 32 años atrás encontraron sus cuerpos en cuatro tumbas.

“Allinmi jamuscanquichis periodistacuna purispa, cay punchaupi. Yanapayuhuasun memoriapac, yuyarinapac familiar huañuscancunata”, saluda Emiliano Ramos, alcalde del Centro Poblado de Uchuraccay, traducido del quechua por nuestro reportero gráfico Virgilio Grajeda. El alcalde saluda la llegada de los foráneos y les pide también contribuir con preservar la memoria de sus familiares asesinados.

Rosa Luz Argumedo, hija del guía Juan Argumedo, y Eudosia Reynoso, se solidarizan también en sus mensajes con los asesinatos de los comuneros, tras la masacre de los periodistas, y también la necesidad en ambos lados de cerrar heridas. Junto a ellas han llegado también los alcaldes de Huanta y Tambo. Este último les dedicó una conmemoración en su distrito con discursos, canciones y el himno nacional. Fue en Tambo donde les obsequiaron las hortensias que llevaron a Uchuraccay.

“Señor alcalde, permítame este gesto como acto de reconciliación”, le dice Efraín Castañeda, representante de la Asociación Nacional de Periodistas (ANP), segundos antes de enlazarse en un abrazo con Emiliano Ramos.

Los escombros de Uchuraccay datan del mismo tiempo de la tragedia. Lo que fue se reduce a pilas de piedras en torno a una cruz donde se ubicaba el centro comunal. Metros más arriba están los vestigios de la escuela del pueblo y cimientos de casas. El frío es implacable y la lluvia persistente.

A 4000 metros sobre el nivel del mar, y a cinco horas en carro por un camino a trocha desde la capital de Ayacucho, el olvido y la desolación que mantuvo en el anonimato a esta comunidad antes de la tragedia no han variado.

El fango dificulta la llegada al último tramo de la peregrinación hacia arriba al nuevo pueblo de Uchuraccay, a 15 minutos en carro por el camino a trocha. El pueblo de 500 personas tiene una pequeña plaza y al centro una paloma blanca, símbolo de la paz.

Frente a ello hay una pequeña posta médica donde trabajan dos técnicos, tres bodegas, casas que funcionan como escuelas y una población que subsiste de la agricultura y ganadería. Abundan los niños con pies a la intemperie y mejillas cuarteadas. La mayoría son quechuahablantes.

Muchos asoman por curiosidad hasta el estrado colocado por las autoridades. La mayoría de ellos eran niños o no habían nacido aún cuando Uchuraccay llenó páginas de diarios durante el gobierno de Fernando Belaunde Terry.

Julian Llancce tenía 3 años cuando ocurrió la masacre y su familia tuvo que emigrar hacia la selva central por las amenazas tanto de Sendero Luminoso como de los militares. El 10 de octubre de 1993, ellos y otros decidieron retornar. Desde marzo del 2014, Uchuraccay es un distrito de la provincia de Huanta cuya capital es Huaynacancha.

[quote_right]“Esta fecha implica mucho dolor para nosotros”, confiesa Llancce, pero acepta que Uchuraccay como muchas comunidades altoandinas del país, que sufrieron los embates de la violencia política, necesitan abrir un nuevo capítulo de reconciliación y progreso.[/quote_right]

“Esta fecha implica mucho dolor para nosotros”, confiesa Llancce, pero acepta que Uchuraccay como muchas comunidades altoandinas del país, que sufrieron los embates de la violencia política, necesitan abrir un nuevo capítulo de reconciliación y progreso.

El acto central de la ceremonia es el recibimiento de ocho personas que han recreado la caminata de los periodistas desaparecidos: Jorge Sedano, Amador García, Jorge Luis Mendívil, Félix Gavilán, Pedro Sánchez, Willy Retto, Eduardo de la Piniella y el guía Juan Argumedo.

El grupo actual, liderado por Pedro Yaranga y nuestro corresponsal Elías Navarro, pernoctó en el Hostal Santa Rosa en Huamanga, donde hace 32 años lo hicieron los periodistas e hicieron un pago previo a la tierra, para pedir protección a los apus en su camino. Partieron a las 4 de la mañana en carro hasta la quebrada de Toccto para continuar a pie el camino hasta Uchuraccay, por encima de los 4.600 msnm.

Durante su recorrido llegaron a los puntos que las fotografías atestiguan, pasaron también los periodistas por el pueblo de Unión Minas y Chacabamba, de donde era oriundo Octavio Infante. La preparación, que les demandó a cada uno de cuatro a cinco meses, marcó la diferencia con los tres años anteriores. Y esta vez llegaron en seis horas, que rompió con el grito de euforia de los caminantes al divisar la cruz del antiguo pueblo desde las alturas.

“Es nuestra manera de honrar el sacrificio de los periodistas y corroborar el esfuerzo que hicieron por contrastar la información”, dice Yaranga al recordar las motivaciones de los ocho periodistas, quienes pretendían llegar hasta Huaychao para investigar sobre la muerte de presuntos senderistas, y que dudaban si serían niños asesinados por militares. La muerte los encontró en ese camino en Uchuraccay.

[quote_left]“Es nuestra manera de honrar el sacrificio de los periodistas y corroborar el esfuerzo que hicieron por contrastar la información”[/quote_left]

“Es una ruta que quiere enviar un mensaje de paz y reconciliación a los familiares y al pueblo de Uchuraccay”, añade Yaranga como responsable de los caminantes, quienes en un acto simbólico son recibidos entre aplausos y con flores por el pueblo.

Las 4×4, custer y motos van dejando Uchuraccay, la lluvia persiste, la temperatura cae mientras llega la tarde y una neblina densa cubre el lugar donde se veía el centro con la paloma blanca.

Rosario Romaní, presidenta de la ANP de Ayacucho, dice estar satisfecha porque tras tantos años se ha logrado un acercamiento con los campesinos, apartados naturalmente por miedo y el estigma con que han tenido que cargar con años. Uchuraccay se ha convertido en el lugar que recibe con flores a quienes llegan a pie buscando la paz y la verdad.

Caminata, maratón y feria de comidas en el nuevo Uchuraccay
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Foto: Virgilio Grajeda.

Los ocho caminantes que recorrieron la ruta por la paz fueron en esta ocasión: Felimón Salvatierra (representante de las víctimas de la violencia), Elías Navarro (corresponsal de La República en Ayacucho), Hugo Dalmiro Luna, Roel Arcoccaulla Collado, Jorge Aramburú, Percy Huamán, Arturo Tipe y Pedro Yaranga, especialista en temas de narcotráfico como responsable del grupo.

En el nuevo pueblo de Uchuraccay se realizó una Maratón por la Paz y la Reconciliación, además de una feria de comidas típicas y artesanías, denominada “Uchuraccay, capital histórica del heroísmo campesino y del periodismo nacional”.

Tras el asesinato de los ocho periodistas, del guía y el campesino Severino Morales tres comuneros fueron condenados por asesinato.

Según registra la Comisión de la Verdad y Reconciliación, luego de la masacre murieron 135 campesinos de Uchuraccay a manos de Sendero Luminoso y también de las fuerzas del orden.

El pueblo desapareció hasta que el 10 de octubre de 1993 varios de ellos iniciaron el retorno. Actualmente los familiares de los periodistas sostienen que los comuneros no tienen responsabilidad directa en los asesinatos.

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