Lado B
El reportero soñador: un repaso en la vida de Moisés Sánchez, secuestrado en su casa
Un repaso en la vida de Moisés Sánchez, el reportero secuestrado en su casa el viernes 2 de enero por la noche
Por Lado B @ladobemx
05 de enero, 2015
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•“Traía el gusano del periodismo metido en la piel”: su esposa 

•De su trabajo de taxista financia el periódico “La Unión” y lo regala 

•Viven en una colonia irregular de Medellín 

•La familia jala el agua de un pozo artesanal, que prestan a los vecinos 

•Estudió Derecho en el Sistema Abierto 

•“Sus mayores pasiones: el periodismo y ayudar a la gente” 

Un repaso en la vida de Moisés Sánchez, el reportero secuestrado en su casa el viernes 2 de enero por la noche.

moises

Imagen tomada de este sitio.

Ignacio Carvajal | blog.expediente.mx

Quienes lo conocen saben el sueño de Moisés Sánchez: que su diario, La Unión, se convierta en un importante medio de comunicación en El Tejar, Puente Moreno, Arboleda San Ramón y todos los pueblos de Medellín de Bravo.

Hasta hace unos 20 años Medellín de Bravo era conocido por sus tamales, sus ladrillos de barro y la importante producción de mango. Pasaron los años y los mangales fueron derribaros y esas tierras comercializadas a grandes firmas inmobiliarias para dar paso a uno de los desarrollos habitacionales más importantes del estado.

Hoy Medellín es uno de los municipios que registra más alza en su población (59 mil mil habitantes en 2010, INEGI) por el alto número de nuevos fraccionamientos y colonias populares.

Moisés lo sabía y vio en esa creciente población -en su mayoría venidos de otros municipios- una oportunidad de posicionarse con su información.

Su familia cuenta que lleva más de 30 años en Medellín (aunque nació en el puerto jarocho); pero invariablemente se veía limitado a tirar más diarios porque era un reportero pobre.

«Moy sacaba el diario cada que podía, se puede decir cada vez que Dios quería, porque como lo regalaba y todo lo que ganaba extra lo mandaba al diario, la verdad, no había ingresos» contó su esposa, María Ordóñez Gómez.

Cuando ella conoció a Moy (actualmente de 49 años de edad, nacido un 29 de agosto) ya traía el gusano del periodismo metido en la piel. Después de casados inició La Unión: «Primero sacaba una hoja o dos y allí andaba, repartiéndolas al pueblo. Ya después lo fue mejorando para hacerlo en papel más grande y con más páginas».

Pero más que el periodismo -explicó- era una necesidad por darle voz a la gente con los problemas sociales tan constantes en Medellín de Bravo.

«No tiene idea del número de diarios que tiraba cuando contaba con recursos, sólo sé que siempre se ponía triste porque no le alcanzaba para repartir hasta donde quería abarcar, mucho menos para hacerlo de manera constante».

El activista y reportero desaparecido tiene su domicilio en una colonia irregular en Medellín de Bravo, en las goteras de El Tejar.

La colonia Gutiérrez Rosas, de El Tejar, ejemplifica el subdesarrollado humano en Medellín. Entre calles moteadas de charcos y manadas de perros abandonados por sus dueños entre una exuberante vegetación típica de la cuenca baja del Río Jamapa, Moisés Sánchez desgastaba las suelas de los zapatos detrás de la noticia.

Moisés, al igual que la población, no cuenta con agua potable y la debe sacar de un pozo artesanal el cual presta al resto de vecinos.

En contraste, en El Tejar opera una planta potabilizadora (construida en los tiempos de Porfirio Díaz ) que capta el agua del Jamapa y la mayor parte la manda a Boca del Río y Veracruz; para Medellín es lo menos… lo menos.

Ese era uno de los temas recurrentes en al conversación con Moisés Sánchez: la injusticia de Veracruz y Boca del Río contra Medellín.

«Te invito a cubrir una protesta contra el alcalde de Medellín, Omar Cruz, del PAN, por haber incumplido su palabra de darle trabajo a las personas de Medellín en su gabinete, ya que contrató a puros de Veracruz y Boca» comentó Moisés alguna vez a este redactor.

En su momento Moisés Sánchez reprochó lo mismo al anterior alcalde, Marcos Isleño; a éste más pues ni siquiera vivía en el municipio, contaba con vivienda en el fraccionamiento Costa Verde (de clase media alta) de Boca del Río. Para finales de su trienio Marcos Isleño se presentaba con menos frecuencia a su oficina y cuando iba ingresaba y salía por una ventana del palacio, pues en la entrada siempre había ciudadanos a su espera para darle peticiones o pedirle servicios para sus colonias.

Para complementar su ingreso Moisés Sánchez maneja un taxi de placas rentadas, también cuenta con una tienda de abarrotes mal surtida y un montón de deudas, reconoce su hijo, Jorge Sánchez.

«Su mayor pasión es el periodismo y ayudar a la gente», remacha, y recuerda que su papá estudió Derecho en el sistema abierto; pero no se tituló.

Moisés no cuenta con estudios sobre Ciencias de la Comunicación o periodismo. Lo que sabe lo ha aprendido en la calle, platicando con otros colegas o simplemente analizando los diarios.

En el puerto de Veracruz y Boca del Río común era que Moisés facilitara fotos y datos a periodistas locales: «Si mi papá no ponía su nombre en esos medios, los reporteros saben quién les pasaba la información porque él era una especie de colaborador con muchos de Veracruz. Siempre que pasaban cosas al primero que le llaman es a papá» dice el hijo.

En ese tenor, común era ver fotos tomadas por Moisés Sánchez en los diarios principales de la ciudad, aunque con el nombre de otra persona. La casa de Moisés, en partes, se mira en obra negra. Es de material; pero algunas de las puertas y ventanas están tapadas con tablones. Su cuarto, reconocido por la chapa de su puerta forzada, tiene paredes sin repellar y en ladrillo rojo. En la cocina, una mesa de madera. En ella Moisés toma sus alimentos con la familia y de vez en cuando hace trabajo de edición para La Unión. «Uno ve la pobreza en donde vivía Moy y no se puede dejar de recordar el caso de Goyo Jiménez (reportero asesinado y decapitado en febrero pasado en Coatzacoalcos; el número diez de este sexenio) por la pobreza de ambos» relata un periodista porteño que ha documentado de cerca el caso.

«El último número lo sacó hace como seis meses, no se ha dado más porque no hay dinero» dijo la esposa.

La nota roja no es materia de las noticias de Moisés Sánchez, menos si se trataban de ejecutados o balaceras, la mayor parte de su trabajo se relaciona con reclamos ciudadanos, falta de servicios, calles en mal estado y la inseguridad provocada por la delincuencia común. Esos que se meten a una casa, roban y a las pocas horas puedes comprar de nuevo tus pertenencias en una tienda de empeños.

EL ACTIVISTA

En Moisés Sánchez el lado político y activista le despertó hace dos años, aproximadamente, cuando su nuera resultó atropellada en Veracruz-puerto por un camión del transporte urbano, cuya aseguradora se negaba pagar la cuenta de gastos médicos.

Su nuera por poco pierde la vida en ese accidente; pero solo resultó con lesiones de gravedad en ambas piernas.

A punta de protestas en las calles y pidiendo favores a los periodistas a quienes desde hace años dota de fotos e información, Moisés Sánchez entabló una guerra mediática con la aseguradora. También comenzó a organizar las primeras manifestaciones.

Paralelamente, la Procuraduría de Justicia del Estado le dio la espalda y dejaba a la empresa de seguros operar a sus anchas. Moisés, por primera vez, se sintió como muchos a los que entrevistó por injusticias similares. Se sintió en el mismo traje y probó la hiel amarga de la indiferencia gubernamental.

Lejos de apachurrarse y dejar pasar, el hombre arreció la búsqueda de justicia por medio de manifestaciones en Medellín de Bravo a las cuales invitaba a sus amigos reporteros.

«Mi mujer estaba muy mal, pensamos que iba perder las piernas; pero mi papá no perdía la esperanza y le tuvo mucha fe a las manifestaciones y notas en la prensa» relató Jorge Sánchez, hijo del comunicador desaparecido.

Moy iba a las redacciones o al café de La Parroquia -punto de reunión de los periodistas en el puerto jarocho- con su hijo y la esposa convaleciente, adolorida de las extremidades.

En ese trajinar por las dependencias de justicia en busca de respaldo, en Moisés Sánchez se incubó el activismo social. Finalmente, tras muchos meses de protestas y «periodicazos», la aseguradora se vio forzada a cumplir.

Fue desde entonces que por cualquier vacío del gobierno Moisés tomaba las pancartas y su altavoz para lanzar consignas y marchar por las calles.

En numerosas ocasiones se manifestó contra la falta de obras en la administración del exalcalde Marcos Isleño (PRI) y también le protestó al anterior, Rubén Darío, a quien Fidel Herrera Beltrán gustaba exhibir poniéndolo a leer discursos en público por su pobre capacidad lectora.

No había protesta en Medellín de Bravo en la que no se involucrara, pues ya los mismos habitantes lo identificaban como una suerte de enlace con medios de comunicación y garante de éxito de ser escuchados. Últimamente encabezó reclamos ciudadanos contra el alcalde panista de Medellín, Omar Cruz, por haber ordenado cobrar de manera obligatoria el servicio de recolección de basura. Incluso, por haber inventado un programa para cobrarla anualmente y por adelantado.

Antes del secuestro estaba metido en la organización de un comité ciudadano para establecer grupos de autodefensas vecinales para frenar a los rateros.

Ante la incapacidad de la Policía, hombres y mujeres del campo, del hogar y del trabajo diario serían los responsables de cuidar las calles y las casas.

Uno de los hechos que más indignó a Moisés Sánchez últimamente -dicho por él mismo- fue el asesinato de Silverio Moreno García, un comerciante a quien dieron muerte por robarle su camioneta. Y como ese, decenas de casos de robos con violencia asesina están documentados en páginas de distintos diarios locales y en los números de La Unión.

En julio de 2013 ladrones irrumpieron en el domicilio de la familia Fierro Cámara, en el fraccionamiento Casa Blanca, y en el intento por defender el patrimonio, una madre, con su bebé en brazos, trató de ahuyentar a los ladrones; pero estos sacaron un machete y le tiraron un tajo que le partió un ojo por mitad, rajando el blando cráneo del pequeño, y murió.

Raro era ver a Moisés replicando noticias sobre delincuencia organizada o delitos de alto impacto. En el ámbito periodístico su mundo giraba entorno a robos a casa habitación, de coche, a ladrones homicidas y a defraudadores. Su hijo, Jorge Sánchez, confirma que Moy no manejaba la nota roja en su agenda informativa. Sabía de los riesgos.

Pero cuando comenzó a informar sobre los comités ciudadanos para conformar autodefensas llamó la atención de la clase gobernante. El alcalde, Omar Cruz, así como la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) se apresuraron a negar las autodefensas en Medellín. Moisés, sabedor de esta reacción del poder, hizo videos de algunos patrullajes de gente armada, tapados de la cara, blandiendo machetes o palos para reclamar seguridad y los subió a internet.

En julio de 2013, Ángel Zamorano -quien se presentaba como luchadora social; pero también presumía militancia en el PRI- anunció la conformación de una policía comunitaria armada con palos, palas, machetes y bates para patrullar Medellín por las Noches. Le vinieron críticas del alcalde en turno, Marcos Isleño, así como boletines de la SSP negando la presencia de ciudadanos en labores policíacas.

No duró mucho. El 12 de agosto de 2013 Ángela Zamorano y su esposo, Rubén Vázquez, desaparecieron. Los vecinos de la exaspirante a la alcaldía de Medellín denunciaron que había sido llevada por la fuerza. A la fecha no hay noticias sobre el paradero de esa mujer, recordada en Medellín por sus manifestaciones el palacio municipal a ritmo de música de Jenny Rivera…

En algunas de esas ocasiones, la mayoría, Moisés iba detrás de ella tomándole fotos…

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Autor Lado B
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