Lado B
Foe, de J.M Coetzee
A veces el escritor, cuando inicia una obra, se enfrasca en crear una historia de la nada sin pensar que el camino que han recorrido otros puede ser aprovechado. La intertextualidad, común en grandes autores como Borges, es poco frecuentada en la narrativa contemporánea. J.M. Coetzee, narrador sudafricano ganador del premio Nobel, elabora en Foe más que una continuación, una reinterpretación desde la alegoría de la novela Robinson Crusoe de Daniel Defoe.
Por Alejandro Badillo @alebadilloc
05 de diciembre, 2014
Comparte
Alejandro Badillo

@Alebadilloc

[dropcap]A[/dropcap] veces el escritor, cuando inicia una obra, se enfrasca en crear una historia de la nada sin pensar que el camino que han recorrido otros puede ser aprovechado. La intertextualidad, común en grandes autores como Borges, es poco frecuentada en la narrativa contemporánea. J.M. Coetzee, narrador sudafricano ganador del premio Nobel, elabora en Foe más que una continuación, una reinterpretación desde la alegoría de la novela Robinson Crusoe de Daniel Defoe. Coetzee, creador de historias opresivas, secas, en la que los personajes parecen moverse a ciegas en un escenario que los consume, interroga temas como la soledad, el papel de la ficción y la extrañeza de personajes que no acaban de entender su lugar en el mundo.

1era edición, 2009 Mondadori

1era edición, 2009
Mondadori

La historia se vale de una mujer, Susan Barton, que llega a la isla de Crusoe después del naufragio de su barco. Contada siempre desde la perspectiva de ella, nos enteramos de las relaciones que entabla con el habitante de la isla y su acompañante, Viernes. Hasta aquí llegan los supuestos que el lector puede identificar con la novela de aventuras, pues, más allá de una anécdota o tensión lograda por una cadena de peripecias, lo que tenemos es un cúmulo de reflexiones sobre la soledad, el alejamiento de la modernidad representados en el náufrago y Viernes, a quien le han cortado la lengua los esclavistas. Al avanzar las páginas los habitantes de la isla son rescatados, sin embargo, Crusoe muere en el viaje de regreso y la mujer llega a Londres con Viernes. En este punto la trama se aleja del terreno previsible: Susan Barton trata de embarcar al antiguo esclavo de regreso a África y, al no lograrlo ya que los comerciantes navales lo quieren volver a apresar para revenderlo, le dirige largas cartas a Daniel Defoe, a quien llama “Foe”, hasta que llega a su casa. El encuentro se posterga y, cuando al fin ocurre, da pie a conversaciones en las que el autor interroga a la mujer y pone en duda su existencia, como el demiurgo que se sorprende al ver que sus artificios se han trasladado al mundo real.

Novela experimental no tanto por los supuestos que extrae de la novela clásica sino porque se deslinda de una anécdota central para descargar su peso en largos diálogos que elaboran y reelaboran reflexiones sobre la dicotomía ficción-realidad, creación-creado, Foe es una obra que muestra la inventiva de la novela y su capacidad de fusionarse con géneros como el ensayo, la filosofía y la importancia de la ficción para sondear los misterios de la existencia humana.

Comparte
Autor Lado B
Alejandro Badillo
Suscripcion