Lado B
“¿Quién vive en tu corazón?”: celebran en Puebla a la Santa Muerte
La procesión del 1 de noviembre es prácticamente el único momento del año en que los creyentes de la llamada Niña Blanca recorren el centro de Puebla, ciudad tradicionalmente católica y conservadora
Por Aranzazú Ayala Martínez @aranhera
02 de noviembre, 2014
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Aranzazú Ayala Martínez

@aranhera

Procesión Santa from Aranzazú Ayala Martínez on Vimeo.

Entre los acordes de música norteña, los cohetes y los cláxones de los automóviles que pitaban, molestos por el lento tráfico en la avenida 11 sur, una de las principales arterias de la ciudad de Puebla, una pregunta a gritos retumbó en medio del cielo del primer día de noviembre y el viento helado del mes de muertos: “¿Quién vive en tu corazón?”

La respuesta se repetía en una voz hecha de decenas de voces que caminaron por más de dos horas surcando todo el Centro Histórico entre turistas y curiosos: “¡La Santa Muerte!”.

La procesión de la Santa Muerte salió del altar de la 9 sur, el primero en Puebla consagrado al culto de la llamada Niña Blanca, el sábado a las cinco de la tarde. Al inicio del contingente había una muchacha vestida de Catrina y algunas personas cargando palos de madera con velas cubiertas por cúpulas de cristal. Después, en dos coches, uno naranja y otro rojo, había dos Santas del tamaño de un hombre, alargadas y con vestidos de colores, con faldas amplias, tules y gasas. Atrás iba un grupo que cargaba una imagen sobre una base de madera. Se iban relevando cada tantas calles, deteniendo por momentos la procesión, en la que había familias enteras cargando sus imágenes y estatuas de la Santa Muerte.

Todo el recorrido fue amenizado por un grupo de música de banda norteña que iba en una especie de jaula sobre una camioneta, seguido por más personas con playeras azules y blancas, de la procesión de este 2014, que iban bailando. Atrás, más vehículos con mujeres vestidas de tehuanas, otras con vestidos elegantes, como de fiesta de XV años, y otra majestuosa Santa, escoltadas por una fila de carros que habían puesto sus imágenes y estatuas de la Niña Blanca en los techos, como parte de la procesión que culminó en el zócalo a las ocho de la noche, en medio de la oscuridad y en una carrera por ganarle a la “Marcha Siniestra” organizada desde hace algunos años justo en la misma fecha y hora del recorrido de los peregrinos de la Santa por las calles de la capital poblana.

La procesión es prácticamente el único momento del año en que los creyentes de la Niña Blanca salen a recorrer el centro de Puebla, ciudad tradicionalmente católica y conservadora, ante las miradas de curiosidad y morbo de los cientos de personas que visitan la ciudad por la fiesta de Muertos.

Foto: Marlene Martínez

Foto: Marlene Martínez

El sábado 1o de noviembre la mayoría de los turistas, tanto locales como nacionales, veía con extrañeza la fila de calaveras con guadañas y vestidos de colores que caminaban entre una multitud que no dejó de gritar porras y corear “¡se ve, se siente, la Santa está presente!”. 

Cuando la caminata se detuvo frente a las puertas del Ayuntamiento, los fieles de la Santa le cantaron las Mañanitas y después regresaron al Santuario de donde partieron.

***

Pero no sólo el 1o de noviembre se festeja a la Santísima Muerte: también el 2, día de Muertos, otros altares celebraron a la Niña Blanca con eventos públicos y masivos. En Villa Frontera, cerca de la Central de Abastos, por la salida que conecta a Puebla con el vecino estado de Tlaxcala, otra congregación de fieles organizó una convivencia desde temprano en honor a La Madrina: mañanitas, danza prehispánica, comida y lucha libre, que terminó con un baile sonidero. 

Los luchadores del gimnasio de El Tarahumara, uno de los luchadores profesionales más reconocidos en Puebla y a nivel nacional acompañaron el festejo, que para las cuatro de la tarde reunía a más de cien personas. El ring estaba bajo una carpa entre las bocinas de los tres sonideros que se iban a presentar –entre ellos el Reeboks, uno de los más populares en la ciudad– y una carpa blanca, de techo más bajo, donde estaban puestas todas las Santas festejadas: al fondo, dos enormes a los lados de un San Judas Tadeo, y en las paredes laterales unas 20 figuras, más pequeñas, sobre mesas cubiertas con manteles blancos.

Así, mientras muchos iban a ver las ofrendas a la Casa de la Cultura o paseaban en el centro histórico en los eventos organizados por el gobierno, la otra cara de la cuarta ciudad más grande del país festejaba, ahí mismo, a la Niña Blanca. Un culto que ha sido cuestionado, satanizado y rodeado de prejuicios, pero que indiscutiblemente está ligado a la tradición ancestral de celebrar la vida festejando y reconociendo, también, a la Muerte.

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Autor Lado B
Aranzazú Ayala Martínez
Periodista en constante formación. Reportera de día, raver de noche. Segundo lugar en categoría Crónica. Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo Puebla 2014. Tercer lugar en el concurso “Género y Justicia” de SCJN, ONU Mujeres y Periodistas de a Pie. Octubre 2014. Segundo lugar Premio Rostros de la Discriminación categoría multimedia 2017. Premio Gabo 2019 por “México, el país de las 2 mil fosas”, con Quinto Elemento Lab. Becaria ICFJ programa de entrenamiento digital 2019. Colaboradora de “A dónde van los desaparecidos”
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