Lado B
¡Ayotzi vive!
¡¡¡Ayotzi Vive!!! como signo de esperanza de hallar a los más de 22 mil desaparecidos en México y el rumbo de un país que día a día se descarrila
Por Lado B @ladobemx
25 de noviembre, 2014
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Foto: Mayra Guarneros

Foto: Mayra Guarneros.

Leonardo Bastida Aguilar

Las seis de la tarde fue la hora fijada, hace 104 años, por un reconocido enemigo del entonces presidente Porfirio Díaz para que las y los mexicanos tomaran las armas en cualquier parte del país y salieran a arrojar del poder a los funcionarios de aquel entonces ante los abusos de poder.

Siglo y cuatro años después, la cita es a las cinco y seis de la tarde en diferentes puntos de la Ciudad de México para sumarse a las caravanas de padres de familia de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa que han recorrido diferentes puntos de la República mexicana exigiendo encontrar a sus hijos, y de cierta manera, encabezando un descontento social in crescendo.

En 1910 respondieron al llamado Emiliano Zapata, Pascual Orozco y Francisco Villa, entre otros, quienes con rifles y municiones comenzaron el movimiento social que le dio la bienvenida al siglo XX mexicano.

Ahora fueron miles de personas de diferentes organizaciones, universidades, escuelas, colectivos, grupo y ciudadanos de a pie, cuyas armas no eran de fuego sino celulares para tomar fotos, pancartas, consignas, tambores de batucada, bandera, playeras, ropa negra y hashtags, quienes inundaron las principales avenidas del corazón de México.

Víspera

El anuncio del Equipo Forense Argentino vuelve a encender la llama de esperanza. Ningún resto consignado por la Procuraduría General de la República corresponde a los estudiantes normalistas.

En la estación del metro Normal, homónimo de la histórica Escuela a la que alude, alumnos de dicha institución, cuna de miles de docente de este país, toman las entradas de la estación y claman por la vida de sus colegas de Ayotzinapa. “¡¡Uno, dos, tres, …, cuarenta y tres!!”.

Metro popular era la consigna y todos pasaban de a gratis en la línea 2 del metro, popularmente llamada la azul, que recorre la enorme metrópoli de norte a sur y viceversa.

Estas jornadas se repitieron varios días durante la semana del 10 al 14 de noviembre.

 En algunas puertas de la zona de Coyoacán hay moños negros y veladoras. En el camellón que atraviesa la hasta hace algunos años decimonónica avenida Álvaro Obregón, en el corazón de la colonia Roma, hay filas de veladoras visiblemente fatigadas de arder en busca de justicia.

Las muestras se repiten por toda la ciudad. Desde quien porta una bandera, una playera, pintas, carteles pegados a ventanas hasta quienes se congregan el domingo 16 de noviembre en el Ángel para recordar que faltan 43 ciudadanos en nuestro país y exigir el esclarecimiento de la situación ocurrida el sábado 15 en la Facultad de Filosofía y Letras en Ciudad Universitaria.

La comunidad cabaretera se suma a las acciones y durante una de sus magnas celebraciones del año: La Noche de las Publivíboras, dedican su primer acto a los jóvenes normalistas desaparecidos. “Sabrá Dios donde andarán” dice un fragmento de la canción de Acardenchados mientras actores y actrices comienzan a llenar el escenario del Teatro de la Ciudad hasta que con letras grandes forman la frase “Vivos los llevaron, vivos los queremos”.

A lo largo de esos días y hasta hoy, los hashtag #YaMeCanse y #JusticiaParaAyotzinapa siguen siendo trend topic en redes sociales, algo que ni las mejores marcas del mundo con inversiones de millones de pesos o dólares en equipos de comunicación han logrado. La indignación ebulle en cada rincón chilango. El uso del miedo parece no fructificar.

¡No están solos!

¿A dónde van los desaparecidos? pregunta la canción de Rubén Blades que emana de las bocinas de un auto mientras abre paso a más de 20 autobuses de la Caravana de padres de familia de los normalistas extraviados y compañeros de escuela o de vida que llegan a la glorieta del Ángel de la Independencia desde Guerrero tras recorrer diferentes puntos para encabezar una de las tres marchas con rumbo al Zócalo en búsqueda de justicia.

¡No están solos! ¡No están solos! y aplausos es el saludo dado por las ya en ese momento miles de personas congregadas en el icónico monumento. La respuesta desde los autobuses son saludos, puños en alto, signos de amor y paz y sinceras sonrisas. Las y los pasajeros de los camiones comprobaron que la consigna se convertía en realidad.

El contingente congregado en esta parte sería el de la sociedad civil y así lo fue, la heterogeneidad reinaba en el lugar. Las hermanas de Nuestra Señora de Mercedes, la comunidad budista en México, organizaciones de feministas, de comunistas, de trabajadoras sexuales, de defensa de los derechos sexuales y reproductivos, de niños, de jóvenes, de hombres, de mujeres, de la diversidad sexual y cualquier interesado o interesada se sumaban.

[quote_right]Los otros contingentes saldrían del Monumento a la Revolución, conformado por organizaciones campesinas y sindicales, y de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco con estudiantes y profesores de diferentes escuelas y universidades.[/quote_right]

Los otros contingentes saldrían del Monumento a la Revolución, conformado por organizaciones campesinas y sindicales, y de la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco con estudiantes y profesores de diferentes escuelas y universidades.

La popularmente llamada glorieta del Caballito es el punto donde se conjuntan las tres caravanas para enfilarse hacia el Zócalo. El río de gente engrosaba y complicaba aún más el ya de por si lento flujo hacia el corazón capitalino.

¡Peña culero, no te metas con Guerrero! ¡No más fosas, queremos cambiar las cosas! ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos! ¡Ayotzinapa escucha, estamos en la lucha! entre otras consignas se convirtieron en el grito de acompañamiento a las y los familiares de los estudiantes herederos del espacio educativo que alguna vez utilizaron Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, símbolos de la resistencia al sistema de la década de los 60 y 70.

Nada que festejar

No hay nada que festejar en el 104 aniversario del comienzo de la Revolución Mexicana aseveraron los padres de familia de los estudiantes desaparecidos durante el acto final de la marcha en la Plaza de la Constitución, quienes recordaron que si estaban allí era porque se había mutilado la Constitución.

Ya con micrófono en mano recordaron que el problema no es sólo Guerrero porque hay en todo el país hay fosas clandestinas, ejecutados extrajudicialmente y desapariciones forzadas, y de manera enfática, le dijeron a Enrique Peña que si el asegura estar facultado para el uso de la fuerza pública, el pueblo tiene otras facultades.

Con un final forzado por el intento de unos cuantos de volver a incendiar las puertas de Palacio Nacional y el despliegue de policía para evitarlo, las y los oradores abandonaron el templete. Sin embargo, los contingentes seguían arribando a la plancha y pedía a gritos el cese a la violencia. Algunos, ante el brutal repliegue ejercido por los granaderos, se sentaron en el piso a fin de detenerlo.

Momentos antes, al centro de la plancha, cerca del asta bandera, de manera pacífica y con el beneplácito de las y los asistentes se quemó una enorme figura de cartón de Enrique Peña que había navegado en los ríos de gente horas antes y al cual le externaban con repudio “¡Fuera Peña! Fuera Peña!”.

A pesar de los enfrentamientos en diferentes partes de la ciudad durante distintos horarios y el intento de los cuerpos policiacos por “resolver” la cortina de humo construida para empañar el ejercicio de legítimo de ciudadanía de más de 200 mil personas que, de acuerdo con el gobierno capitalino, caben en la plancha del Zócalo durante sus eventos, pero que en otros casos no rebasan los 30 mil aunque no haya espacio ni para un alfiler, el unísono fue

¡¡¡Ayotzi Vive!!! como signo de esperanza de hallar a los más de 22 mil desaparecidos en México y el rumbo de un país que día a día se descarrila.

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