Uno
Coleccioné frascos de hormigas, las cazaba en un parque. Siguiendo una hilera me siguió un perro enfermo de rabia. Mordidas y gritos se convirtieron en veintiuna o veintidós inyecciones, tal vez veintitrés carritos de metal al salir de las consultas. Vino entonces la palabra “Muerte”, llegaba en las noches, el calor de las sábanas reconfortaba el cuerpo y a la mente la aterraba una posibilidad: dejar de ser. Un niño de once años tiene miedo de dormir porque está seguro, no va a despertar, “quien duerme ya nunca vuelve, amanece otro”.
Dos
El niño se quedaba quieto, los huesos le dolían de tan entumidos: en la batalla por permanecer con los párpados abiertos llegaron sombras escapando de las paredes. El canto de los pájaros era alivio; el insomnio se fragua. Lo fantasmas existen.
Tres
Buscar en 130 cuartillas el miedo de un niño a la muerte, recordar la primera batalla contra el olvido y quedarse con el índice suspendido antes del punto final, mirar hacia atrás, y corroborar que las sombras tienen dueño.
Cuatro
Temer siempre a los párpados cerrados.