Lado B
El problema no es si en la cumbre de la pirámide se ubica una boutique de suvenires, es la cohesión social
El conflicto en las Cholulas ha dado un vuelco de 180 grados. Por lo menos en lo que toca a la jurisdicción de San Pedro. Un grupo de vecinos, organizados en consejo ciudadano, sin más restricción que la voluntad desinteresada de participar en favor del bien común, han solicitado al alcalde capitalino José Juan Espinosa que suspenda las expropiaciones en proceso y, en su lugar, declare centro ceremonial y zona cultural protegidos la superficie en litigio de 8.5 hectáreas.
Por Lado B @ladobemx
14 de octubre, 2014
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Ociel Mora[1]

El conflicto en las Cholulas ha dado un vuelco de 180 grados. Por lo menos en lo que toca a la jurisdicción de San Pedro. Un grupo de vecinos, organizados en consejo ciudadano, sin más restricción que la voluntad desinteresada de participar en favor del bien común, han solicitado al alcalde capitalino José Juan Espinosa que suspenda las expropiaciones en proceso y, en su lugar, declare centro ceremonial y zona cultural protegidos la superficie en litigio de 8.5 hectáreas.

De ese modo se respetan escrupulosamente los derechos de propiedad históricos de comuneros y particulares; se detiene el avance inclemente de la mancha urbana sobre el gran centro ceremonial; se protegen los eventuales bienes patrimoniales enterrados, sujetos de subsecuentes excavaciones arqueológica; se atiende parte de las recomendaciones técnicas hechas por el ilustrísimo arqueólogo Ignacio Marquina, el primero que trabajó científicamente la pirámide; se dignifica el área circundante; se acata el decreto emitido por Carlos Salinas en 1993 (que declara monumento arqueológico una zona con una superficie de ¡154 hectáreas, de las que apenas quedan 22.5!) y; los dueños de los predios siguen siendo dueños legítimos, pero ahora sujetos a una normatividad estrictamente cultural y de centro ceremonial.

La declaratoria es una figura jurídica que se ajusta a condiciones de protección de bienes públicos de alto valor, sujetos de conservación. Por lo demás, no sería ésta la primea vez que en el país se utiliza la figura de “área protegida” para fines de conservación de bienes patrimoniales y naturales, y sitios ceremoniales.

Soy de los que creen que hasta ahora el conflicto de fondo que envuelve a las Cholulas no ha sido entendido del todo, o por lo menos ésa es mi particular percepción.

El conflicto suscitado por el anuncio de realizar parques y plazas al pie de la pirámide no es si en la cúspide del cerro, en el lugar de nuestra señora de Los Remedios, se coloca una boutique de suvenires, un negocio de comida rápida o una sucursal de Punta del Cielo, la franquicia de café que tanto gusta al alcalde poblano Fallad, aunque para muchos sea una verdadera profanación a la tradición bucólica de los pobladores, aquéllos que establecen su identidad a partir del paisaje inmediato.

El problema de fondo, y no sería la primera vez que se presenta en Cholula, es que las obras planteadas sin el consenso popular, y al margen de la opinión de la gente, amenazan con romper los vínculos de fraternidad sobre los que se sostiene la cohesión social de los cholultecas.

El sentimiento de pertenencia al grupo y de sentirse parte de él no son obras de la caridad ni brotan por creación espontánea. Son resultados de largos y dilatados procesos históricos. En Cholula, cuando esos vínculos se han quebrado, el pueblo (como unidad social) ha sucumbido. Sucumbió en 1521 con la intromisión extranjera de los conquistadores españoles, pero sobre todo por la puesta en práctica de la obra de evangelización que rompió los lazos de identidad local e impuso la moral católica.

No fue una campaña de persuasión sino con la amenaza de herejía y de quemar vivos a los remisos. Todavía en el costado norte del Convento puede verse la columna que utilizaron los inquisidores para juzgar públicamente a los inculpados.

Cholula sucumbió también en el siglo XII de este siglo cuando arribaron al valle los últimos grupos de chichimecas y toltecas y echaron con violencia a los antiguos moradores, los olmecas-xicalancas, quienes habrían participado en la construcción de las últimas estructuras de la gran pirámide. Rota la vieja simbología de identidad, Cholula decayó de nuevo y le llevó varios siglos reponerse.

Y antes de los olmeca-chichimecas estuvo otro grupos, al parecer de filiación mixteca, el que habría sido el promotor de la construcción de la gran pirámide. La historia de Cholula es una historia de nacimiento, esplendor y muerte. Hasta donde se tiene noticia, los principales causantes (con excepción de la Conqusita) han sido los gobernantes, que cada cual en su momento, perdieron la relación con su pueblo y por lo tanto la legitimidad necesaria para ser obedecidos.

Hay otro elemento que indispensable en el proceso de negociación. El alcalde José Juan Espinosa. Un cuate que es político-político, quiero decir que no es un alcalde de ocasión. Que no debe su puesto a meros hechos circunstanciales. Fue postulado por un partido que se dice de izquierda, y en ese tenor ha buscado guardar ese principio de lealtad consultando a la gente. Al parecer entiende que pese a la magia de la televisión y el dinero, que emboba a muchos, la política sigue siendo cosa de la gente. Y creo que ésa es su divisa, por lo menos en lo tocante a la conservación del mayor santuario de los valles de Puebla-Tlaxcala. Finalmente Cholula sigue siendo un pueblo tradicional, indígena, pese a que sus élites mestizas lo nieguen una y otra vez, al punto que hasta 1812 fue República de Indios.

[1] Ociel Mora es antropólogo y miembro del Consejo Ciudadano

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