Este trabajo obtuvo el 2o lugar en la categoría Reportaje, del Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo en Puebla 2014. Fue originalmente publicado en El Popular el 20 de diciembre del 2013
Carlos Rocha
Un galerón con 24 dormitorios que tienen una sola plancha de piedra que funge como cama, y en cual habitan 800 hombres funge como la Estancia de Ingresos del penal de San Miguel de la ciudad de Puebla.
En cada dormitorio de esta antesala al patio de sentenciados habitan entre 4 y 40 personas, dependiendo de la capacidad económica que tenga cada interno para poder comprar algo de comodidad.
En la planta baja de la Estancia es donde están los dormitorios “más cargados” que van del 1 al 12 y en los cuales habitan hasta 40 personas.
En esta primera docena de cuartos, los internos deben de dormir incluso en la “motocicleta”; como le llaman cuando deben pasar la noche sobre la taza del baño hasta tres personas, uno encima del otro y si en la noche alguno de los otros veinte que yacen en la habitación tiene que ir a orinar, lo hace frente a ellos.
Con los pies hinchados por dormir parado amarrado a la puerta para no caerse, Fermín, uno de los 800 reos que radican en este galerón detalla, durante una visita, que en San Miguel todo es negocio.
Dormir acostado en el piso aún sin cartones es un “lujo”, la cama de cemento es la “gloria” y las tablas de madera improvisadas como litera es el “cielo”.
En los dormitorios del segundo piso, con las puertas del 12 al 24 duermen entre tres y cuatro personas nada más.
Para conseguir el privilegio de estar en la segunda planta deben pagar 800 pesos cada semana al “padrino” de esta Estancia, el cual controla la plaza.
Como si se tratase de un contrato de arrendamiento, debe de pagar 2 mil 200 pesos el segundo mes para quedarse en el espacio cómodo. Y a partir del tercer mes, una renta de mil 300 pesos mensualmente, según comenta otro más de los internos compañero del cuarto nueve.
A partir de las 19 horas empieza la noche en esta nave de la cárcel de San Miguel. Los custodios encargados de esta antesala mandan al total de la población a los 24 dormitorios, los cuales no cuentan con ningún tipo de ventilación y una lámpara pegada al techo es la única luz que ilumina la noche de los aquí detenidos.
Es hasta las 6 o 7 de la mañana del día siguiente cuando el cuarteto de custodios ordena a los internos que pueden salir de sus nichos para realizar “sus talachas”, vestidos todos de color café, beige o blanco salen un día más a recorrer el espacio de esta cárcel que les corresponde.
De acuerdo con el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2012, realizado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) el Centro de Reinversión Social de Puebla tiene una capacidad para 2 mil 205 internos, pero el día de visita se encontró una población de 3 mil 177.
De esta manera tan sólo en la Estancia de Ingresos es en donde mora una cuarta parte de la población total de este penal federal.
En el informe dado a conocer en noviembre se señala que en el penal hay internos que ejercen violencia o control sobre el resto de la población, a lo que se suma la insuficiencia del personal de seguridad y custodia, la falta de manual de procedimientos para motín y uso de la fuerza, entre otros, y las irregularidades en el proceso de la imposición de sanciones disciplinarias.
Restaurante con servicios
Cuando la luz del día ilumina el galerón de los 800 reos, el pasillo de 50 metros de largo y que divide los 12 dormitorios, se convierte en un restaurante con todos los servicios.
En este comedor los clientes son las visitas que desde las 10 de la mañana acuden a saludar a sus internos y que no tienen otra opción que pagar 10 pesos por una mesa, 5 pesos por cada banco y atenerse a los precios que los propios internos colocan a sus productos.
En esta estancia las cemitas de azada, longaniza o campechanas cuestan 50 pesos, las refrescos de lata 20 y los cigarros 5.
Sentado a la mesa de madera, que ellos mismos edifican en sus talleres, uno de los internos detalla que la Estancia de Ingresos es la más cara de todas porque es en la cual tienen aún la posibilidad de salir en libertad.
Mientras la plática se desarrolla se acerca a la mesa un reo, que con la playera de un candidato a gobernador, ofrece los servicios de boleado de zapatos por cinco pesos.
“No le hecho grasa carnal, sólo brillo y le lavo las agujetas para que queden bien nuevas”, ofrece el interno para conseguir su venta.
Minutos después se acerca uno más que por ocho pesos ofrece una motocicleta en miniatura hecha con pedacería de dos encendedores como un recuerdo de la visita a San Miguel.
Al paso de dos horas se acumulan hasta cinco vendedores que desde tres pesos ofrecen artesanías hechas de madera, de latas de refresco, de atún, de migajón, de bolsa de frituras pero sobre todo se acercan a ofrecer cigarros.
500 pesos para sobrevivir una semana
Cuestionados sobre la temporada navideña y los fríos de invierno los internos, que conforme avanza la charla se van sumando, relatan que estando dentro no importa la temporada, estación o festividad del año.
“Los días en la cárcel son iguales todos, los medimos con los días de visita, que son los que importan porque es cuando corre la morralla”, expone Martín.
Por ello, refiere, estar dentro se convierte en una renta y lo mínimo para sobrevivir dentro son 500 pesos a la semana.
Así detallan que por el pase de lista son 5 pesos, para poder ver la tele en el cuarto son 30 pesos por semana, 10 pesos por no tirar la basura.
Así, en un par de horas en las que los internos mostraron su estancia, sus habitaciones, su sanitario y su forma de vida, se despiden para seguir con su sentencia, que muchos aún desconocen.
__________________________________________________________________________________________________
Checa todos los trabajos ganadores del Premio Cuauhtémoc Moctezuma al Periodismo en Puebla:
PERIODISMO DE LO POSIBLE
CANIJO CONEJO
