Lado B
Militantes de la inteligencia
Desde la primera vez que leí esta frase de Morin me impresionó porque toca un punto central del comportamiento de las personas y de los grupos humanos, un elemento que ha provocado enormes conflictos, guerras, tensiones, incomprensión y exclusión a lo largo de la historia.
Por Juan Martín López Calva @m_lopezcalva
23 de septiembre, 2014
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

“Poseemos las ideas que nos poseen”.

Edgar Morin.

[dropcap]D[/dropcap]esde la primera vez que leí esta frase de Morin me impresionó porque toca un punto central del comportamiento de las personas y de los grupos humanos, un elemento que ha provocado enormes conflictos, guerras, tensiones, incomprensión y exclusión a lo largo de la historia.

Somos seres inteligentes y racionales, seres capaces de generar ideas. En este sentido cada persona, grupo o sociedad va construyendo su acervo de ideas, en palabras del mismo pensador francés, la noosfera en la que se van sustentando los comportamientos, las relaciones interpersonales y grupales, las formas diversas de enfrentar y dar sentido a la existencia individual y colectiva. Poseemos nuestras ideas.

Pero también somos seres propensos a enamorarnos de nuestras ideas y de las ideas ajenas, seres que tienden a veces a absolutizar algunas ideas o sistemas de ideas, a convertirlas en dogmas incuestionables, en verdades absolutas e inamovibles que van muchas veces constituyendo auténticas dictaduras que nos someten y obligan a vivir de determinada manera, que sirven de instrumento para que algunos dominen y esclavicen a otros. Nuestras ideas nos poseen.

Existen muchos ejemplos en la historia, muchas etapas y sociedades que se volvieron esclavas de ciertas ideas hasta cerrar todas las posibilidades de ejercicio de la inteligencia y la criticidad. En estos ambientes de culturas dogmáticas, donde las ideas poseen a los humanos, se pueden producir y justificar las más enormes injusticias, crímenes y aberraciones humanas en nombre de un sistema de ideas, de la fidelidad a una ideología determinada.

Las ideas adquieren existencia propia e imponen su lógica a los seres humanos y a las instituciones humanas hasta irlas deshumanizando progresivamente, matando de inanición porque paradójicamente, las ideas que son producto del ejercicio de la inteligencia se vuelven obstáculos que censuran y van matando el trabajo intelectual.

De la misma manera que encontramos ejemplos históricos del pasado donde las ideas han oprimido al ser humano hasta poseerlo y matar su deseo de conocer, podemos descubrir muchas instituciones, partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil, causas ciudadanas, etc. en las que las ideas poseen a quienes las produjeron o a quienes las adoptaron en un principio de manera libre y responsable.

Es así que las teorías se convierten en doctrinas con las consecuencias que se describen en la tabla siguiente:

            Tabla 1. Sistemas de ideas.

Doctrinas Teorías
Autorreferencia Auto-exo-referencia
Cierre doctrinario (débil ecodependencia) Apertura al exterior (fuerte ecodependencia)
Núcleo duro insensible a la experiencia Núcleo duro resistente a la experiencia
Primacía de la coherencia interna (racionalización) Primacía de acuerdo lógico.empírico (Racionalidad)
Rigidez de las uniones entre conceptos Necesidad lógica de las relaciones entre conceptos
Autorregeneración a partir de los fundamentos propios Auto-exo-regeneración
Inmunología muy fuerte (sólo acepta lo que confirma) Inmunología (sólo rechaza lo que no es pertinente)
Rechazo a cualquier crítica Aceptación de las críticas con condiciones
Anatema Vigor polémico
Dogmatismo Flexibilidad
idealismo Empirismo
Ortodoxia (verdad absoluta y única) Autodoxia (se conduce en función de sus principios)

Autotrascendencia, autosacralización, autodeificación.

Autocentrismo

 

Tomado de: López-Calva, M. (2009). Educación humanistaMéxico. Ed. Gernika.  3ª. Parte, Cap. 2.

 

[quote_left]La formación de militantes de la inteligencia es una tarea urgente pero complicada porque exige que los educadores estén abiertos a la búsqueda del conocimiento fundado en cada campo de la realidad y situación social[/quote_left]

Como se puede ver en el cuadro, una teoría tiene una gran apertura al exterior, tiene un grado de autorreferencia en sus definiciones y criterios pero también está referida al exterior, acepta la crítica con condiciones, tiene un gran vigor polémico, es flexible, se conduce en función de sus principios y  tiene un núcleo duro resistente a la experiencia pero sensible a ella.

Mientras tanto, la doctrina tiene una absoluta autorreferencia, ninguna apertura al exterior, es inflexible, no acepta el cuestionamiento, tiene un núcleo duro insensible a cualquier crítica, es dogmática e idealista y funciona siempre de acuerdo al planteamiento de una verdad absoluta y única que conduce a la ortodoxia.

Nos encontramos en México y ahora también de manera muy marcada en nuestro estado de Puebla en una situación de enorme polarización social que ha despertado una creciente militancia en distintos grupos y movimientos sociales.

Resulta muy positivo constatar que después de varias décadas en las que la juventud en México y en gran parte del mundo se mantuvo totalmente pasiva e indiferente ante los problemas sociales y políticos se esté viviendo ahora una especie de nuevo despertar de los jóvenes que los hace autodefinirse como “activistas” de diversas causas y los lleva a militar en organizaciones y movimientos políticos y sociales de diversa índole y tendencia ideológica.

Sin embargo este fenómeno de creciente militancia social y política está reforzando la polarización social que le dio origen. Porque la militancia en cualquier partido, organización social, club o movimiento, por libre y plural que se presente, implica la mayoría de las veces asumir un sistema de ideas que se absolutiza y acaba por apoderarse de la consciencia de los individuos.

De manera que hoy tenemos un enorme mosaico de organizaciones y militantes: priístas, panistas o perredistas, ecologistas, animalistas, conservadores, progresistas, peñistas o antipeñistas, morenovallistas o antimorenovalistas y una larga lista más de posibles espacios de militancia.

Como ya hemos dicho antes, el problema de estas militancias es que terminan por cerrar a las personas y grupos a la crítica porque son poseídos por sus propias ideas que terminan bloqueando el ejercicio de la inteligencia que necesita fundamentalmente espacios de libertad para desarrollarse.

La proliferación de militancias produce muchas veces el rechazo a la inteligencia, al acto de comprensión, porque la militancia debe responder de acuerdo a lo que su ideología indica y esta ideología está compuesta por un núcleo duro de ideas resistentes a todo cuestionamiento y cerrados a cualquier crítica. En la guerra de militancias se cancela la búsqueda de la verdad porque la doctrina solamente acepta lo que la confirma y rechaza todo lo que la pueda poner en riesgo.

“El rechazo del acto de comprensión es un hecho que cuenta para el egoísmo individual y el egoísmo de grupo, para la psiconeurosis, y para la ruina de las naciones y civilizaciones…” plantea Lonergan en Insight. En la guerra de militancias que hoy vivimos se privilegia la lucha por la autoconfirmación de las ideas que poseen a los militantes frente a los demás grupos que hacen lo mismo, lo que se va convirtiendo en una forma de egoísmo de grupo.

Esta guerra de militancias produce lo que el mismo Lonergan llama “La Babel de nuestros días”, es decir, una situación en la que cada grupo intenta imponer sus ideas –las ideas que poseen y que lo poseen- frente a los demás.

La única manera de revertir esta Babel es formar personas que sean antes que nada “militantes de la inteligencia”, es decir, ciudadanos preocupados por lo que en cada contexto y situación es más inteligente, más razonable y más responsable para comprender la realidad y responder a ella.

La formación de militantes de la inteligencia es una tarea urgente pero complicada porque exige que los educadores estén abiertos a la búsqueda del conocimiento fundado en cada campo de la realidad y situación social y que sean capaces de facilitar el desarrollo de educandos que busquen información pertinente y suficiente, sepan plantear preguntas inteligentes, puedan comprender las cosas y expresarlas adecuadamente, reflexionen críticamente yendo más allá de las apariencias y busquen pruebas y evidencias para poder llegar a afirmaciones sustentadas sobre las realidades que enfrentan.

Los militantes de la inteligencia tienen el riesgo permanente de ser incomprendidos o hasta excluidos de los grupos o instituciones en que militan porque pondrán la búsqueda de la verdad por encima de la ideología aceptada por el grupo.

Sin embargo, el compromiso de formar militantes de la inteligencia resulta indispensable para salir de la Babel de nuestros días en la que somos testigos todos los días de la confrontación entre grupos poseídos por las ideas que poseen.

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Autor Lado B
Juan Martín López Calva
Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Realizó dos estancias postdoctorales en el Lonergan Institute de Boston College. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, del Consejo Mexicano de Investigación Educativa, de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores y de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación. Trabaja en las líneas de Educación humanista, Educación y valores y Ética profesional. Actualmente es Decano de Artes y Humanidades de la UPAEP, donde coordina el Cuerpo Académico de Ética y Procesos Educativos y participa en el de Profesionalización docente..
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