Lado B
ENERGÍA SEXUAL, ENERGÍA TETRADIMENSIONAL
Viridiana Santana Prado
Por Lado B @ladobemx
19 de septiembre, 2014
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Viridiana Santana Prado

 

 

Vivían en el  corazón de la ciudad de México, en un edificio antiguo, pero muy cómodo. Desde que lo rentaron, y en cuanto los dejaron solos, cerraron la puerta e hicieron el amor, ahí en el suelo sin muebles a su al rededor. Innovaron este acto en la azotea, en la cocina, bañándose, en suma, cualquier sitio de aquel departamento; en cuanto llegó la cama, bueno…era una época de amor celestial con un toque de pasión animal.

Todas las noches antes de ir a dormir, ella hacía la cena. Fumaban un poco antes de visitar el lecho, y se entregaban otra vez a sus actos hasta quedar exhaustos. Se regocijaban, dormían abrazados y apaciguados por su amor. Los levantaba el ruido de las campanas de la catedral. Él hacía el desayuno: para ella hotcakes o cereal; no eran los más diestros en la cocina, pero si lo hacían todo con cariño.

Desde hace unas semanas, mientras hacían el amor notaban que su colchón quedaba algo levantado. Era ya bastante extraño ver el bulto entre el colchón y la base. Miraban bajo la cama y no había nada que lo provocará. “Cambiaré el colchón”, decía él muy decidido. Pero no lo hacía.

A pesar de ello, continuaron disfrutando de su cuerpo cada vez que tenían tiempo; sin embrago, el bulto comenzaba a moverse de lugar, además su volumen era cada vez mayor, por lo tanto era  más incómodo. Una noche de luna nueva él llevó whisky. Era fin de semana y el momento perfecto para ponerse “muy bien, portándose mal”, decían ellos. Reían, escogían canciones, charlaban, volvían a reír a carcajadas, se perseguían jugando como gatos en celo a atraparse por todo el apartamento. Al engancharse, él no podía esperar a quitarle la ropa para ver que lencería nueva tenía para mostrar su musa.

Mientras se divertían quitándose la ropa, disfrutando de sus alientos llenos de licor y deleitándose con una botella de whisky, escucharon una respiración que no era la de ellos. Sin hacer caso, continuaron besándose, rebosando los labios y la piel al compás de un perfecto coqueteo. Tanto amor, inmensa naturalidad, habían nacido para estar juntos. Las manos de él encajaban perfecto en la cintura de ella. Lo hacían de frente para verse los rostros, nunca volteaban al rededor, pero…volvieron a escuchar la respiración seca, ahora  más fuerte. Algo los llenó de una insana sensación. Él dejó de moverse, pero no salió de ella. Escucharon atentos, era un jadeo molesto, una respiración fuerte y seca. El cuarto quedó helado.

—¿Escuchas?, comentó él

Ella asintió con temor y atrajo el cuerpo desnudo de él. El ruido se hizo más fuerte. De repente, lo oyeron: “Por favor, por favor, no se detengan, tienen ustedes una energía hermosa”, la áspera voz  en tono elegante se detuvo, ellos se llenaron de pavor y se quedaron sin palabras.

Como el hombre, él debía voltear primero para proteger a su mujer. Pero era tarde, ella por curiosidad, alzó su mirada sobre el hombro de él, y comenzó a gritar. Casi se desmayaba.

Él se dio la vuelta violentamente sin dejar de protegerla con su cuerpo y se quedó cristalizado de la impresión: era la figura de un hombre muy robusto, con una cabeza enorme y desproporcionaba a su cuerpo, ya de por si grande. No tenía parpados, ni labios, se veían sus ojos completamente abiertos y los dientes pelados.

Lo que más los horrorizó fue que continuó hablándoles “!Oh no!, en verdad no se asusten, sólo vengo de muy lejos”, les señaló su antiguo y enorme armario en la habitación, y continuó “Verán, vengo de otro lugar, una dimensión, un universo, quizás un cosmos distinto al de ustedes, dónde la energía es lo que importa, eso nos vuelve locos; bueno, bueno pero vine hasta aquí no sólo por esto, sino por mi pareja, al parecer ella llegó atraída a su mundo por su energía sexual, ella ama eso. Pues bien, disculpen en verdad estoy apenado, la llamaré y nos iremos, ¿les parece bien?”, ambos asintieron aterrorizados.

La criatura absorbió aire con sus dientes cerrados y se escuchó un siseo que provocó que el bulto en el colchón comenzará a moverse y luego a convulsionarse.

De entre la base y la cama salió una mujer, o lo que parecía ser una; de piel azulada con la palidez de las carnes muertas, con la cabeza volteada por completo hacia atrás, ella sólo les sonrío; al acabar de salir,  notaron que no tenía piernas, la criatura femenina se  arrastraba con sus fuertes brazos hacia lo que parecía ser su marido, lo tomó de una de sus manos, ella sacó su lengua y la estiró hasta alcanzar la cara de él y la lamió, a manera de parecer un beso.

Juntas las criaturas comenzaron a desplazarse al otro lado de la habitación con sus manos entrelazadas con ternura. Él volteó y le dijo a la pareja humana “No teman, sólo somos diferentes, nada malo, de otro universo quizás tetradimensional, no lo sé, amamos su energía sexual, continúen, para nosotros ya es tarde y debemos regresar, buenas lunas”, abrió la puerta y se metió al enorme y antiguo armario de la pared.

La pareja de personas, sintió como el efecto del alcohol se acabó, se quedaron boquiabiertos. Y no hallaron explicación a lo que habían visto.

Después de ello, no durmieron ahí nunca más, no hablaron con nadie sobre ello, y se mudaron a un edificio nuevo, no importó como ni de dónde sacaran el dinero ellos lograron mudarse inmediatamente. Toda su vida, ambos trataron de olvidar el pavoroso incidente y a la pareja de enamorados tetradimensionales.

Viridiana Santana Prado (Distrito Federal, 1987) Periodista que se forjó trabajando en el calor de las letras de su país, actualmente es corresponsal  en México. Realiza trabajos de fotoperiodismo e investigación en temas de macroeconomía, política internacional, guerra, guerrilla y narcotráfico.  Ha sobrevivido a dos balaceras,  un encajonamiento y dos amenazas. Sus cuentos se han publicados en diversas  revistas.

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