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Contaminación en río Atoyac pone en riesgo a 1.2 millones de personas
La investigadora de la BUAP, Gabriela Pérez Osorio busca degradar las sustancias contaminantes disueltas en el agua a través de catalizadores y radiación solar, un método amigable y económico
Por Lado B @ladobemx
30 de septiembre, 2014
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Foto: Mayra Guarneros

Foto: Mayra Guarneros

Jerónimo Villa

@Jero_Vil

Cuando escuchamos sobre ríos y presas contaminados lo primero que pensamos es en peces de tres ojos o cualquier otra deformación, incluso en aguas ácidas que nos derretirán en un instante. Lo que no sabemos con certeza, aunque intuimos, es que aguas de ese tipo pueden generar cáncer, problemas renales o pulmonares.

Tal vez nos consuela pensar que esos ríos y presas están lejos lejos, quizá en China, India o algún otro país exótico, pero no es así, los cuerpos de agua que rodean la ciudad de Puebla están muy contaminados.

De acuerdo con un estudio de la organización Greenpeace México de principios de 2014 el río Atoyac, que cruza buena parte de la ciudad hasta llegar a la presa Valsequillo, es uno de los más contaminados del país por los asentamientos humanos e industriales que hay en la cuenca.

El río Alseseca, que nace en la Malinche, y la presa Manuel Ávila Camacho, mejor conocida como Valsequillo, a donde van a parar los dos afluentes, están en la misma situación.

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Según indica Greenpeace en «Ríos tóxicos: Lerma y Atoyac. La historia de negligencia continúa», el Atoyac tiene ocho veces más compuestos contaminantes que los permitido por la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

Entre las sustancias tóxicas halladas están el Manganeso, Vanadio, Zinc, Niquel y Cromo.

El Manganeso tiene efectos de disruptor hormonal, es decir, que interrumpe las funciones normales del sistema endócrino, que controla las glándulas y hormonas.

El Vanadio por inhalación puede causar cáncer; mientras que el Zinc produce fiebre, escalofríos, fatiga, dolores musculares y torácicos, confusión mental, alucinaciones y convulsiones.

Por su parte el Niquel causa irritación en la piel, irritación intestinal, convulsiones, asfixia, asma, neumoconiosis, fibrosis pulmonar y edema pulmonar. Y el Cromo genera lesiones renales, ulceración y perforación del tabique nasal, así como de otras regiones cutáneas expuestas.

Entonces no seguro no hay peces de tres ojos en el Atoyac, ni en la presa de Valsequillo, pero sí muchas personas enfermas a su alrededor.

Greenpeace dice que 1.2 millones habitantes que viven en la cuenca del río corren peligro, no sólo porque el agua del Atoyac se utiliza para el riego de cultivos sino porque también se utiliza como agua potable.

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A pesar de que el problema es grave, hasta ahora los esfuerzos hechos por los gobiernos federal, estatal y municipales no han dado grandes frutos.

[quote_box_right]También hay un gran incumplimiento de las industrias, Greenpeace México detectó que el 78 por ciento de las industrias asentadas en la cuenca del Atoyac no cumplió con lo establecido en la norma NOM-001 para metales pesados en el agua, y 74 por ciento de las industrias presentó niveles de toxicidad altos.[/quote_box_right]

En su último informe de gobierno, Mario Marín Torres mencionó que se destinaron 103.7 millones de pesos para rescatar los ríos Zahuapan, Atoyac, Alseseca y la presa Manuel Ávila Camacho.

En 2010, cuando era sólo gobernador electo de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas acordó con el entonces titular de la Conagua, José Luis Luege Tamargo, desarrollar el proyecto de «Ciudad Verde» en la presa de Valsequillo.

El plan trataba de sanear el cuerpo de agua y desarrollar turismo ecológico en sus alrededores, pero hasta el momento no se ha realizado.

Ya como gobernante, Moreno Valle propuso el Módulo de Información del Río Atoyac (MIRA), en el cual se gastaron 22 millones, para informar a la ciudadanía sobre las acciones de limpieza y promocionar el rescate de la cuenca.

En 2011 la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) publicó una “declaración de clasificación de los ríos Atoyac y Xochiaco Hueyapan, y sus afluentes” el cual define metas de calidad en tres etapas cuya fecha de conclusión es el 2030. 

El objetivo es reducir 78 por ciento grasas y aceites, 77 por ciento sólidos suspendidos totales, 83 por ciento Demanda bioquímica de oxígeno (5 días) y 83% el Nitrógeno total.

Así como el 85 por ciento del Fósforo total, 93 por ciento de Sustancias activas al azul de metileno (SAAM), 83 por ciento Demanda química de oxígeno, 97 por ciento el Nitrógeno amoniacal, 88 por ciento Manganeso y 94 por ciento Bis 2 (etil hexil) ftalato.

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El asunto es que hay pocas plantas tratadoras que funcionen para sanear los ríos y la presa, y tampoco dan un tratamiento adecuado.

La Conagua en el «Inventario nacional de plantas municipales de potabilización y de tratamiento de aguas residuales en operación de 2011» dice que hay 70 plantas tratadoras municipales en Puebla, que tendrían que potabilizar 2 mil 767 litros de agua por segundo. 

Sin embargo sólo tres plantas están operando y con ello se logran limpiar apenas 324.5 litros, en procesos de ablandamiento -remoción de iones de calcio y magnesio del agua- y de osmosis inversa -proceso donde el agua es forzada a cruzar una membrana, dejando las impurezas detrás-.

También hay un gran incumplimiento de las industrias, Greenpeace México detectó que el 78 por ciento de las industrias asentadas en la cuenca del Atoyac no cumplió con lo establecido en la norma NOM-001 para metales pesados en el agua, y 74 por ciento de las industrias presentó niveles de toxicidad altos.

Además, las fábricas tienen que tener procesos específicos para los compuestos que desechen.

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Aunque todo pinte mal siempre hay una luz en el camino, la investigadora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) Gabriela Pérez Osorio está realizando experimentos para degradar estas sustancias disueltas en el agua a través de catalizadores y radiación solar.

La utilización de la radiación en el procesos, en lugar de energía eléctrica o de rayos ultravioleta, disminuirá los costos para purificar el agua de los ríos.

Los compuestos químicos en los que está trabajando la académica de la BUAP son el benceno, tolueno y xileno, utilizados como desengrasantes, solventes y hasta en las tintorerías aunque podrían ser cancerígenos.

También los colorantes azul erionyl y azul terasil, que se utilizan para teñir la mezclilla en la industria textil.

–Lo que esperamos es una sinergia de la actividad catalítica del material con la radiación solar para degradar los colorantes y compuestos orgánicos. Ya hay métodos establecidos para la degradación, pero aquí lo que buscamos es encontrar un método más eficiente, un método amigable que no necesite utilizar muchos reactivos, que no necesite utilizar energía convencional sino la radiación solar.

Hasta el momento han tenido como resultado la degradación del 50% a 80% en el azul erionyl y de hasta el 90% de benceno, tolueno y xileno, ambos en un lapso de cinco horas.

Lo único malo es que en el azul terasil lograron sólo la degradación del 10% y que para obtener los mismo resultados en aguas industriales podría tomar unos cuatro años.

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