Lado B
¿Por qué no andar con un periodista?
Al estilo de las revistas de modas y consejos, me topé con un texto que hablaba del porqué no andar con un periodista, un diseñador, un fotógrafo o un editor.
Por Susana Sánchez Sánchez @
31 de agosto, 2014
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Susana Sánchez Sánchez

[dropcap]L[/dropcap]a otra vez viendo chismes en el facebook me encontré con algo chusco. Al estilo de las revistas de modas y consejos, me topé con un texto que hablaba del porqué no andar con un periodista, un diseñador, un fotógrafo o un editor. El principal mal es que nunca tienen tiempo e incluso pueden cancelar una cita un minuto antes o a la mitad de ésta. Algunos que se mueven en círculos de los medios de comunicación lo compartieron, vaya usted a saber si como broma o como advertencia con todas las potencialidades posibles de amor entre sus contactos.

Fuera de relajo y poniéndonos serios, esas cosas que pudieran ser minucias o asuntos banales en los estudios académicos sobre la prensa o los medios de comunicación en general, deberían ser líneas importantes de investigación, sobre todo en las universidades con programas enfocados en la comunicación, donde generalmente se produce más investigaciones en torno a los productos acabados (texto, audio, video, fotografía) o a los estudios de recepción, y se ha dejado de lado el proceso de producción de esos materiales mediáticos y de los editores o reporteros como trabajadores.

[quote_left]Los estudios serios sobre medios de comunicación pasan por alto esos factores tanto como los dueños de los medios de comunicación. Nada de sentimentalismos, ¿que el reportero o el editor se divorció? ¡please!, hay una vida por delante, no hay que deprimirse que la producción debe seguir.[/quote_left]

Atrás de la cómica puntada de por qué no hay que andar con un periodista, se dilucida una realidad: los tiempos de trabajo y ocio de los trabajadores en los medios informativos. En efecto, quienes viven del periodismo no tienen un horario y suspenden citas, en principio porque la sustentabilidad del periodismo depende de cantidades masivas de trabajo (notas, artículos, videos, audios, fotografía; y entre más, mejor) que, por supuesto, requieren una inversión indefinida de tiempo.

La llegada de las nuevas tecnologías ha hecho que se mezclen el ocio, el afecto y el trabajo, por ejemplo, en una comida familiar. ¿A quién le afectan esos tiempos laborales? ¿Al periodista-editor o a sus seres queridos? ¿Cómo disociar el mundo laboral de lo personal? ¿Cómo pensar al periodismo sin periodistas, fotógrafos o editores con una vida más allá del periodismo? Los estudios serios sobre medios de comunicación pasan por alto esos factores tanto como los dueños de los medios de comunicación. Nada de sentimentalismos, ¿que el reportero o el editor se divorció? ¡please!, hay una vida por delante, no hay que deprimirse que la producción debe seguir.

Tiziana Terranova en Free Labor: producing culture for the digital economy (artículo disponible en este link) aborda el tema de cómo la relación entre tecnologización-digitalización, trabajo y capital ha flexibilizado la fuerza de trabajo ( potencialidades físicas e intelectuales para producir algo) y ello ha incrementado los trabajos freelance y la búsqueda de actividades suplementarias que le pueden generar un ingreso económico mayor a los sujetos que laboran en los medios. Claro, esa flexibilización no solamente se ha visto en las carteras de los periodistas, editores o fotógrafos, también en sus tiempos y sus espacios, tanto que en la era digital la oficina se ha traslado a los espacios íntimos, la casa por ejemplo.

Ante esta flexibilización del trabajo y del tiempo que los sujetos dedican a la producción periodística en torno a un avasallante cambio tecnológico, nacen los nuevos esclavos de la era digital que han incorporado el tema de la modernización a sus vidas como un principio de comodidad, aunque en realidad sea de flexibilización y precarización en el trabajo.

Algunos periodistas, editores o fotógrafos ven como ventaja trabajar desde cualquier sitio porque pueden realizar otras actividades. Claro, no se sabe con qué calidad son realizadas esas otras diligencias cuando justamente se ha sustituido la cantidad (hacer muchas actividades para tener más ingresos económicos) por la calidad (hacerlo bien y con tiempo)… Pensándolo bien, no hay que construir vínculos amorosos con un fotoperiodista, editor o periodista. O si lo hace, ya sabe: sobre advertencia no hay engaño.

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