Lado B
Complot, azar y responsabilidad
Por Lado B @ladobemx
02 de julio, 2014
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Martín López Calva

@M_Lopezcalva

Decepcionados nuevamente, enojados nuevamente, derrotados nuevamente los aficionados mexicanos tuvimos otra vez, como cada cuatro años, nuestra dosis de esperanza futbolera y la ilusión -¿utopía?- de romper la maldición y llegar al mítico quinto partido en la copa del mundo de Brasil 2014 pero la terca realidad se impuso y como cada cuatro años desde los últimos veinte, nos quedamos a un paso, esta vez a cinco minutos de lograrlo.

El escritor y filósofo, premio nobel argelino Albert Camus afirmaba en su texto Lo que debo al futbol que después de muchas experiencias de vida, lo que más supo, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debía al futbol. En efecto, el futbol nos enseña muchas cosas acerca de la manera humana o inhumana de convivir, en la cancha de juego y en la gran cancha extendida que es el mundo.

¿Qué podemos aprender “de la moral y de las obligaciones de los hombres” a partir de la derrota frente a la selección holandesa ocurrida el domingo pasado en Fortaleza, Brasil? ¿Qué nos puede aportar esta experiencia para pensar la manera en que educamos? Dedico esta columna a compartir mi reflexión personal sobre un posible aprendizaje para la vida y la educación moral o valoral.

 

1.-“Fue culpa del árbitro”: la teoría del complot.

“Hay que construir un complot contra el complot”.

Ricardo Piglia.

La primera reacción y la más difundida en las redes sociales y en la opinión pública en general es que la derrota de la selección mexicana ante Holanda se debió a una decisión arbitral que algunos señalan como error y otros -la mayoría desde lo que he podido ver en estas horas posteriores al partido- a una deliberada intención de perjudicar a México por una especie de complot de la FIFA que busca llevar a la selección del país sede al campeonato mundial, por un acuerdo político para ayudar a la presidenta brasileña a superar o al menos minimizar las protestas y disturbios ocasionados por la corrupción imperante en la organización de esta justa mundialista.

“México jugó mejor, merecimos ganar pero el árbitro nos robó el partido” podría ser la síntesis de esta posición mayoritaria que parte de la certeza de que el penalti no era penalti y que la decisión arbitral marcó la diferencia de goles que le dio el triunfo a los holandeses.

En la cancha de la vida muchas veces actuamos así. Culpar a otros actores o a las circunstancias externas de nuestras derrotas, fracasos o imposibilidad de llegar a las metas que nos propusimos es la salida más fácil y por lo tanto la más socorrida: “Fue culpa de mis compañeros”, “de otras áreas de la empresa”, “de las autoridades de mi escuela”, “del gobierno”, etc.

Culpando a otros pensamos que podemos evadir nuestra responsabilidad sobre las cuestiones que nos aquejan o la falta de eficacia o productividad en lo que emprendemos. Si es culpa de otros o de las circunstancias entonces nosotros no tenemos que responder por las consecuencias. Para completar este proceso de evasión de responsabilidades apelamos normalmente al esfuerzo: “hice lo mejor que pude”, “le eché todas las ganas”, “vine a todas las clases”, “siempre participé y estuve atento” son las excusas que se utilizan para justificar un mal resultado usando el argumento que consiste en afirmar que uno hizo el mayor esfuerzo pero los demás o las circunstancias –incluso Dios o el universo- impidieron lograr lo que se buscaba o esperaba de nosotros.

La teoría de la conspiración o el complot tiene que ver con esta evasión y añade un elemento adicional: la culpa es de los demás pero no porque cometan errores sino porque hay una estrategia deliberada para afectarnos directamente, un plan bien estructurado para impedirnos lograr nuestros objetivos: a la competencia no le conviene que yo progrese, al gobierno le perjudica tener ciudadanos bien educados, a los imperialistas les perjudica que nuestro país se desarrolle.

2.-Errare humanum est: el papel del azar.

“Los dioses nos dan muchas sorpresas.: lo esperado no se cumple

y para lo inesperado, un dios abre la puerta”.

Eurípides. En: Edgar Morin. Los siete saberes necesarios para la educación del futuro, p. 43.

Los que sustentan la teoría del complot que incluye la culpabilidad absoluta del árbitro –entre ellos desafortunadamente, el técnico nacional- omiten mencionar que en el primer tiempo del juego el árbitro perdonó un claro penalti a favor de Holanda y que en todo caso, para que ocurriera un error arbitral –yo creo que no fue error- que derivara en el penalti que se cobró y costó el segundo gol en contra se tenían que conjuntar al menos dos factores: que los holandeses estuvieran dentro del área con el balón en los pies y que el defensa mexicano entrara a marcarlo metiendo la pierna como lo hizo y no con una estrategia de marcaje personal que evitara el posible contacto que puede provocar errores arbitrales.

En efecto, en el futbol como en la vida, ocurren circunstancias inesperadas y azarosas, cosas que no podemos predecir y errores que pueden afectarnos o beneficiarnos. El azar, lo aleatorio es parte del devenir de la naturaleza, de la vida humana personal y de la convivencia social.

No es común que aceptemos el azar como parte de la existencia. No estamos preparados para lidiar con el hecho de que no todo en la vida es planificable y predecible. Preferimos muchas veces pensar en teorías del complot porque si existe una conspiración quiere decir que hay alguien que tiene el control de lo que sucede y nos produce un inmenso temor pensar que haya cosas en la vida que nadie puede dominar.

Sin embargo, una buena parte de la educación moral consiste en preparar a los niños y jóvenes para lidiar con lo inesperado, para ser capaces de reaccionar ante lo imprevisto y azaroso, para combinar estrategia y apuesta en su toma de decisiones: estrategia para lo que puede planearse y predecirse, apuesta para aquello que es incierto pero que pensamos que vale la pena intentar.

“El pensamiento no es sólo conocimiento o detección de las constancias, regularidades, «leyes», presentes y en acción en la naturaleza. Es también estrategia, y como toda estrategia…debe también… afrontar la incertidumbre, el alea, es decir, las zonas de indeterminación y de impredictibilidad que encuentra en lo real”, afirma Morin.

3.-La cara que tenemos: asumir la responsabilidad.

“Después de cierta edad, todo mundo es responsable de la cara que tiene”.

Albert Camus

Si revisamos el video del partido entre México y Holanda podremos darnos cuenta claramente de que la selección nacional fue una antes del gol de Giovani Dos Santos y otra después. Durante todo el primer tiempo y hasta el momento del gol los mexicanos dominaron el terreno de juego, tuvieron siempre la iniciativa y el control del balón y prácticamente borraron a Holanda de la cancha. Sin embargo a partir de la caída del gol y de los cambios que realizó el entrenador mexicano, el comportamiento del equipo fue errático, se cedió a los holandeses la posesión del balón, hubo mucha desconcentración de varios jugadores que equivocaron pases, entregaron el balón al adversario, dejaron de marcar donde tenían que hacerlo, etc.

Dejar que los holandeses tuvieran el balón y se posicionaran en el área mexicana tarde o temprano iba a producir los goles en contra que dieran la vuelta al marcador, con o sin errores arbitrales. Esto lo sabían los mexicanos y no pudieron o no quisieron evitarlo. Sí, parece que el equipo mexicano no supo ganar porque no quiso ganar.

En el terreno de juego de la vida nos pasa muchas veces lo mismo. Mostramos esfuerzo, disciplina y actitud por un rato pero somos inconstantes y cedemos la iniciativa a otros hasta que se producen resultados adversos para nuestras aspiraciones de desarrollo profesional, personal, familiar o ciudadano.  Cuando esto sucede, tendemos a buscar culpables y a crear teorías del complot para evadir nuestra propia responsabilidad porque no supimos enfrentar el azar o porque no tuvimos la capacidad o el deseo suficiente y sostenido para definir y llevar a la acción nuestras estrategias y apuestas existenciales.

Lo esencial de la educación moral y ciudadana tiene que ver con aplicar el imperativo lonerganiano expresada por Bravo en esta frase: “…tendrás que superar la indecisión y elegir. Tendrás que aplicar tu libertad y asumir tu responsabilidad. Entonces te harás a ti mismo. Entonces harás de ti mismo lo que tú quieres ser.”

Armando Bravo. Una introducción a Lonergan, p. 162.

*Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Ha hecho dos estancias postdoctorales como Lonergan Fellow en el Lonergan Institute de Boston College (1997-1998 y 2006-2007) y publicado dieciocho libros, cuarenta artículos y siete capítulos de libros. Actualmente es académico de tiempo completo en el doctorado en Pedagogía de la UPAEP. Fue coordinador del doctorado interinstitucional en Educación en la UIA Puebla (2007-2012) donde trabajó como académico de tiempo completo de 1988 a 2012 y sigue participando como tutor en el doctorado interinstitucional en Educación. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (nivel 1), del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (COMIE), de la Red Nacional de Investigadores en Educación y Valores que actualmente preside (2011-2014), de la Asociación Latinoamericana de Filosofía de la Educación y de la International Network of Philosophers of Education. Trabaja en las líneas de filosofía humanista y Educación, Ética profesional y “Sujetos y procesos educativos”.

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