Lado B
LETRAS COMO CONEJOS BLANCOS
Úrsula Fuentesberain, editora invitada
Por Lado B @ladobemx
22 de junio, 2014
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Úrsula Fuentesberain | Editora invitada de CUBO DE RUBIK

Inventiva y búsqueda de la palabra precisa. Esos son, a mi parecer, los rasgos que vinculan a los textos que compilé para esta edición del Cubo de Rubik. Me parece que para eso se escribe, para tender puentes entre mundos distantes, para hermanar vocablos desavenidos, para sorprender, para encantar.

En «Comida negra», Ingrid Solana emparenta al mole con la muerte, equipara  su brillo con el de una cabellera maldita y mientras lo contempla piensa en su abuelo, bajo tierra ya, una tierra quizá tan negra como el mole que yace en su plato “jugando a la sombra”.

Elisa Díaz Castelo encuentra en Contracorriente un resquicio siniestro en la faena diaria de lavar los trastes, como si al deshacernos de los trazos de comida pretendiéramos borrar nuestra existencia y su inmundicia intrínseca. En la última estrofa, las manos diligentes y enjabonadas se convierten en asesinas sonámbulas pues ellas “saben de memoria la ruta del olvido”.

De manera opuesta, en «Regadera», el cuento de Adrián Chávez, la imposibilidad de acceder al ritual purificador del baño ancla al protagonista en un mundo kafkiano donde, sin importar cuánto implore, el hombre que le bloquea el acceso a la regadera —y que incidentalmente se llama “Jabón”— responde siempre con la misma frase: “No respondemos preguntas”.

Ese mismo humor despiadado aparece también en el cuento de Enrique Ángel González Cuevas, «Historias de la noche». Pelos, un locutor de radio, y Ramón, su operador de cabina, discuten las extrañas circunstancias de la muerte de un colega suyo, y Pelos sentencia: “La culpa la tienen Hitchcock y Wells”. Cuando Ramón pregunta que quiénes son esos, Pelos responde: “Unos cuates que por estar espantando gente ya nadie se la cree si te matan al aire”.

De forma similar, en su ensayo «Meditación del manatí», Jorge Comensal echa mano del juego para abanderar a este mamífero marino con las más nobles virtudes humanas. Escrito a modo de epístola, este texto apela al lector y le aconseja:  “No dediques tus mañanas al espejo. Escápate al manglar, busca media tonelada de hermosura y encuentra saciedad, satisfacción”.

Así que sin más, sírvanse a leer el trabajo de estos cinco escritores nacidos entre 1980 y 1989, verán que sus letras tienen vocación de hermosísima mano extendida, de flauta hipnótica, de conejo blanco.

 

Úrsula Fuentesberain (Celaya, 1982).

Estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana y Escritura Creativa en el Claustro de Sor Juana. Su primer libro de cuentos se llama Esa membrana finísima (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2014). Tiene cuentos en las antologías Alebrije de palabras. Escritores mexicanos en breve (2013), Imágenes/Destinos. Muestra de literatura joven de México (2013), Antología Jóvenes Creadores 2011-2012 (2012), El libro de los seres no imaginarios. Minibichario (2012) y Yo es otr@. Cuentos narrados desde otro sexo (2010), así como en las revistas Punto de Partida, Replicante, El perro y Casa del Tiempo. Fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas (2010-2011) y del Programa Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2011-2012). Actualmente, con el apoyo de la beca Fulbright-García Robles, cursa la maestría en Escritura Creativa en Sarah Lawrence College. Vive en Nueva York.

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