Josué Cantorán Viramontes

@josuedcv

Pocos los voltean a ver dos veces. Están ahí, tirados a la orilla de las grandes avenidas, como muestra de que las ciudades –algunas– no están hechas para nadie, de que cruzar una calle puede ser un deporte extremo. En ocasiones pasan semanas hasta que el olor putrefacto obliga a alguien a emitir un reporte y el servicio de limpia se lleva, por fin, el cuerpo de cuatro patas que una vez tuvo vida.

Los perros atropellados forman parte ya del paisaje urbano, pero su existencia trasluce tantas cosas, como la indiferencia ante la violencia o el significado social de la muerte, que la artista Pilar Macuitl decidió explorar el tema con una serie de pinturas titulada “Pedazos”.

–Siempre he tenido una fascinación por la muerte –dice la artista en entrevista con Lado B–. Desde chica coleccioné fotos de animales muertos, pero nunca había tomado foto a un perro, yo creo que por la cercanía que tengo con ellos porque siempre he tenido mascotas. Las empecé a tomar, y yo siempre me baso en fotos para poder pintar, entonces un día agarré la foto y la pinté. Así es como empezó el proyecto prácticamente.

Eso fue hace cerca de cinco años, y desde entonces Pilar ha continuado fotografiando, y después pintando, las imágenes de los cuerpos caninos que aparecen cada tanto en las calles de Puebla.

Cortesía Pilar Macuitl

Son tan comunes, dice, que se permitió elegir aquellas imágenes que resultaran más impactantes, e incluso localizó las zonas de la ciudad, como Amalucan, la colonia El Salvador y Xonacatepec, donde es más fácil encontrar los cuerpos.

El resultado de ese trabajo es una serie de nueve cuadros y serán presentados en una exposición que será inaugurada este viernes 16 de mayo a las 19:30 en el Corazón del Barrio (esquina 18 Oriente y 2 Norte, barrio San José, Puebla).

Aunque Pilar Macuitl ya ha participado en otros colectivos de arte y ha expuesto su trabajo previo con anterioridad, considera que éste será su debut oficial, pues además de que es su primera exposición individual, también es la primera ocasión que muestra una serie más estructurada, en lugar de piezas sueltas.

Si ya el tema de las pinturas es provocador, los títulos con los que Pilar las ha nombrado, como “Sentí tu carne fresca como el viento de aquella tarde” o “Te volviste parte de mi vida desde el momento que te me quedaste viendo”, terminan de delinear el concepto.

–Los títulos para mí se volvieron un juego –explica Pilar–, en el sentido de que yo sentía este clic de enamoramiento. Esta parte de mi proceso es que yo me di cuenta que caía mucho en este juego de sentirme enamorada y después la desilusión de todo eso. A la vez yo también lo percibí en la serie, yo creo que por eso también transmití los títulos de cierta manera, como si fuera algo de enamoramiento, una química.

Sobre el cuadro llamado “¡Brillabas tanto, era imposible no verte”, cuenta:

–La estaba cruzando (la avenida) y estaba ahí este perro. Parecía como si lo hubieran arrastrado porque ya no tenía pelo pero realmente brillaba, brillaba tanto que era imposible no verlo. Aquí yo uso muchos tonos pero su carne era como la nuestra, brillosa, de que ya estaba tan seco.

Cortesía Pilar Macuitl

Y aunque Pilar se basa siempre en las fotografías para realizar después las pinturas, su trabajo final no es precisamente realista, sino que se acerca más al estilo expresionista, con pinceladas fuertes en colores que resultan ajenos a la impresión fotográfica original.

–Para empezar (la fotografía) es mi forma de asimilar un objeto –dice Pilar al respecto de su proceso creativo–, y lo que me sucedió y pude contemplar en el proceso de pintar estas fotografías fue que yo las tenía que observar mucho antes de la pintura. Las observaba a veces yo creo que meses, las estaba observando y de ahí como que surgía una idea de la misma fotografía en cuestión de composición, colores, tomar las manchas, elegía qué colores usar.

Para Pilar Macuitl, el espectador es quien tiene la última palabra sobre la obra de un artista, y es quien deberá decidir, al final, cuál es la reflexión que la obra le produce, cuál es la conclusión, o cuál es el sentido de una exposición. Por eso prefiere no adelantarse e imaginar lo que su trabajo podría causar en los demás.

–Cuando yo veo una exposición, finalmente la que se lleva el mensaje como lo está asimilando soy yo, no el pintor que me está diciendo qué quiere que me lleve. Entonces, yo pinté esta serie durante cuatro años y no me puse a pensar nunca en qué va a decir la gente de esto. Más bien tuve ciertas reflexiones durante estos cuatro años acerca de la vida, de la muerte, de la espiritualidad, tuve un nacimiento de conciencia política de mi país. Cuando yo decía “estoy pintando perros muertos”, me decían “¿cómo?, ¿por qué estás haciendo eso?”, y yo me acercaba a los puestos de periódicos y veía gente ahorcada, gente mutilada, y pensaba “bueno, ¿por qué se asustan tanto de que pinte perros si aquí estoy viendo algo más grotesco aún?”.

Cortesía Pilar Macuitl

Pero después apunta:

–No es que yo quiera que así se vea, es que si tú puedes ir caminando rumbo a tu casa y durante tres o cuatro meses puedes pasar al lado de un cadáver y dejar que se pudra, te tapas la boca y la nariz para no percibir la muerte, y a la vez vivimos en un país, aunque en Puebla no suceda, que ha sufrido una violencia fuerte, yo creo que tiene que ir por ahí la expresión: los perros son un símbolo de la violencia que a la vez vivimos en el país.

La exposición “Pedazos” de Pilar Macuitl podría generar en los espectadores reflexiones sobre la vida y la muerte, la violencia de nuestro país o la indiferencia social. Todo eso sería válido para la artista, todo eso menos aleccionar.

–Yo no estoy haciendo ningún activismo ni quiero hacer conciencia de “cuiden a sus mascotas”, yo espero que se sorprendan.